El disco debut de Pol comienza con lo que parece el ruido de corriente estática y el reflejo inmediato consiste en percatarse si hay algún problema con el reproductor de música. Sin embargo, como no tardamos en comprobar, ese sonido representa tan sólo la puesta en marcha de la ingeniería sonora del disco: una trabajada telaraña de samples de voz y de ruiditos de las más diversas procedencias (una grabación entrecortada de contestador telefónico, palmas y chasquidos, por citar alguna de ellas), que articulan una base -a veces cadenciosa, otra veces más rítmica – sobre la que se vierten delicadas melodías de guitarra, enriquecidas en algunos pasajes por violines, pianos y el pulso bienvenido de una batería.

La música reconoce raíces tanto en el Quiet is the new loud, aquel movimiento de los ‘90 que -con Kings Of Convenience a la cabeza- promovía un retorno a la sencillez acústica y al cantar bajito, como en las vertientes más actuales del folk –omitamos aquí, por favor, cualquier adjetivo trendy. Así, haciendo equilibrio entre la quietud desnuda de una guitarra y el efervescente entramado sonoro, se desenvuelven once canciones que se nos antojan algo así como las de unos Postal Service artesanales o las de un Coiffeur tirado al electro.

El disco no falla en la transmisión de sensaciones, disparando imágenes centradas en esas pequeñas cosas o situaciones, en ese tipo de detalles que la adrenalina de la vida hace que muchas veces pasemos por alto y que cobran nueva significación en la voz de una persona que no de casualidad proviene de La Paz, una pequeña ciudad de Entre Ríos. Otras prioridades, otros tiempos. O simplemente, una percepción que desplaza el foco de atención hacia lo inasible, como bien lo expresa la letra de “Poderes???: “Parece que una canción te cambió la vida y ahora sos la mejor persona del mundo / A eso no creo que haya manera de captarlo / me fijo si aparece en fotos o en videos, pero no???.

Las melodías de Querés estar solo se instalan en una suerte de cotidianeidad reflexiva que, justamente, encuentra su terreno fértil en la ausencia de compañía. Todo en este trabajo, desde la delicada interacción electroacústica hasta la duplicación omnipresente de esa voz tan particular, contribuye al disfrute solitario. Si bien el curso orgánico del disco se permite algunos ocasionales despegues en “Lo que dicen los demás??? y “Me puedo acordar??? -dos pasajes en los que no resultaría descabellado improvisar un torpe baile frente a un espejo–, es el medio tiempo y la calma electrónicamente intervenida lo que predomina. Como sucede en “Accidentes???, donde un plano detalle en ralenti describe el vuelco y posterior incendio de una ambulancia: nunca un siniestro fue tan plácido.

Con Querés estar solo, Pol se planta como un cantautor que, desde una postura sincera y despojada de cinismo, dispara conexiones con nuestro lado más cursi, con nuestra versión de primavera. Algo así como lo que sugiere la chica de la tapa besando el póster de Tom Cruise en Vanilla Sky.

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