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Manipulación digital sorprendente: eso es lo que encontramos en este trabajo. Electrónica orgánica, minimalista, sudorosa, capaz de lidiar con todas las variaciones y recursos del género. Así, en pocas palabras, podríamos definir Steingarten, la última entrega de Pole, luego de tres años de silencio.

Al igual que en su vasta discografía, Stefan Betke, cabeza pensante de este proyecto, muestra una visión lúdica, extraña y muy propia, que nunca deja de ser atractiva. El alemán trasforma cada ritmo, quiebre y arreglo en algo hecho a pulso. Aquí no existen los rellenos, ni aburre con abtracciones o autismos; es un verdadero orfebre de composiciones que tienen luz propia, no por algo es uno de los músicos electrónicos más importantes de Alemania.

Sin duda, lo más particular de Steingarten, es que representa un verdadero giro en la carrera de Pole, mostrando versatilidad y creatividad artística a toda prueba. Su estructura musical se compone un dub narcótico y microscópicas alienaciones al 2step complementados con un matemático break de tratamiento oscuro, hipnótico y exquisito. A veces huele un poco a techno alemán y en otras a toda la gama de proyectos salidos de Warp, pero lo importante es cómo la radical y sintética maquinaria de Pole se mueve en paisajes fríos, urgando en rincones donde muchos otros no se atreven a llegar, con una delicadeza y talento único. Composiciones como ‘Winkelstreben’ o ‘Achterbahn’, son ejemplo de las virtuosas piezas donde la sensualidad aparece y la personalidad del germano no se pierde en lo absoluto, cosa que se mantiene a lo largo de todo este disco.

Aunque, en teoría, este es un álbum mucho más accesible que sus anteriores producciones, no significa que Steingarten sea un disco bailable o fácil de digerir. La profundidad, el enfoque y las percepciones que Pole alcanza sin mayores complejos, pueden dejar a cualquiera boquiabierto.