El año 2007, cuando todavía compartía con Camila Moreno el disuelto dúo Caramelitus, Tomás Preuss aseguraba que su trabajo se caracterizaba por “encontrar una ruta sonora y luego adentrarse cada vez más en ella”. Con La velocidad de las plantas, el tercer disco de Prehistöricos y el primero tras la salida de Jessica Romo, el compositor y cantante parece haber logrado lo que decía en ese entonces.

Profundizando en su veta más emotiva, pero desde una óptica más oscura respecto de sus anteriores discos, La velocidad de las plantas destaca por añadir un sentido teatral a la música de Prehistöricos. Esto se nota especialmente en temas como “Zumbido de la montaña” o “2 luces”, en los que a partir del encuentro entre las programaciones electrónicas y los arreglos de cuerdas (obra de Matías Mardones y ejecutados por Isidora Edwards y Sergio Fresco), Preuss demuestra su habilidad como compositor, construyendo atmósferas llenas de drama y melancolía. Por su parte, canciones como “Túnel secreto” y “Sueño lúcido” suenan derechamente animadas, ya que el brillo de las melodías, la calidez de los arreglos y la susurrante voz de Preuss (acompañada por Valentina Rojas, quien también coprodujo el disco) generan un contrapunto interesante con el lánguido estado de ánimo del disco.

En lo único que Prehistöricos parece estar al debe es en la capacidad lírica de sus composiciones. No es que esté mal de por sí escribir canciones de amor, pero recurrir a versos como “calmaré los mares / sólo para ti / Detendré la noche / sólo para ti’ (“Zumbido de la montaña”) o “será porque no he entendido la belleza / que tienen las cosas simples”‘(“Luz silenciosa”), llega a ser decepcionante, por no decir irritante. Aunque sea odioso hacer comparaciones, a pesar de que Tomás Preuss y Camila Moreno se iniciaron juntos como músicos y ambos han tomado rumbos similares en lo que respecta a su sonido, la madurez que cada uno ha alcanzado en sus letras no puede ubicarse en polos más opuestos. Ahí donde Moreno ha logrado entablar un discurso crítico, Preuss se ha quedado estancado en la metáfora romántica fácil y adolescente. Tras entregar su disco más logrado en términos sonoros, este tropiezo es difícil de ignorar.