primals110.jpg

La primera vez que oí a Peter, Björn and John y su famoso tema “Young folks”, vislumbré de inmediato la semejanza a Primal Scream. Pero nunca supuse que la tortilla se iba a dar vuelta y que Björn Yttling produjese alguna vez un disco del quinteto inglés, lo que pone en evidencia el carácter de sonido más pop y “oreja” que los Primal Scream deseaban conseguir luego del bodrio que fue Riot city blues (2006, Columbia), con su onda rockera americana. Tal intención se remarca con el hecho que encargasen además la producción a Paul Epworth de Bloc Party, otra banda taquilla-fiestera, e invitasen a algunos personajes como Lovefoxx de CSS, quien canta en “I love to hurt (You love to be hurt)” y a Josh Homme de Queens of the Stone Age, guitarreando en “Necro hex blues “.

Pero bueno, había que escuchar. Comentarios acerca de que este disco era más interesante que el anterior hicieron subir las expectativas de recuperar el encanto o la simpatía por la banda de Bobby Gillespie. Que Beautiful future, su noveno disco, era un recuento de su trayectoria por diversos estilos como el soul, el pop o el rock típicamente británico y que el surtido funcionaba cohesionadamente, resultaron ser puras patrañas. Más parece un raspado quemado de la olla que a revisiones de otrora. Partiendo por el single “Can’t go back”, que en realidad huele a una versión de pop teenager del notable XTRMNTR (2000, Astralwerks), o “I love to hurt (You love to be hurt)” y “Necro hex blues”, que parecen descartes de Evil heat (2002, Sony), aunque ésta última es de lo más rescatable.

Da la impresión que la primera mitad de Beautiful future está marcada por un tufillo electroclash, estilo venido a menos por cierto, dada la repetición de patrones básicos en varios temas, como si lo único importante fuera ese sentido de fiesta y vida hedonista tan a lo Rolling Stones de comienzos de los ‘80 (y que después siguieron perpetuando, pero eso ya es harina de otro costal). Si alguien desea entretenerse armando fiestas en su departamento con chicas saltando y que se visten como niñas, puede contar con este disco. Yo, al menos, considero que Primal Scream está para otras cosas. ¡Qué es eso de repetir una y otra vez “uptown…uptown…” al ritmo de secuencias de batería! Porque así se va la canción “The glory of love”, tema simplón y que, para colmo, figura en dos versiones y hasta tres si consideramos la similitud con “I love to hurt (You love to be hurt)”. ¿Dónde quedaron las ideas creativas?. Las raíces negras siempre han estado presentes en sus discos, pero acá suenan más teñidas que naturales. “Zombie man” es prueba de ello. Es como intentar darle onda a la propuesta cuando ésta se antoja tan falsa como un Rolex paraguayo: sirve, brilla, luce, pero no hay autenticidad.

Así es Beautiful future. Si tuviese que recomendar un tema de los diez, lo hago con “Over and over”, que en su paz encuentra la calidad de antes. Ojo, de todas formas es superior a Riot city blues, pero en esa comparación la vara es muy baja. Es lamentable que bandas tan importantes y adorables en su momento, como los mismos Smashing Pumpkins, por poner otro caso, hayan caído en un punto de no retorno, involucionado, opacando, mientras más persisten en sus carreras, el glorioso pasado. El futuro no parece ser tan hermoso para Primal Scream.