comicopera.jpg

Robert Wyatt nunca ha hecho el mejor disco del año. Ni Rock Bottom (Thirsty Ear, 1974), ni Shleep (Thirsty Ear, 1997) y menos Cuckooland (Hannibal, 2003). La razón: los discos de Wyatt sólo están atados a la coyuntura por la fecha de su edición. Más bien los álbumes de este señor son los discos de varios años, tanto en su elaboración como en su disfrute. Así como el bueno de Scott Walker, los registros que provienen de este sobreviviente de los 60s (en la totalidad de sentido que encierra la palabra) no calzan con su entorno.

Tampoco la hace fácil el ex baterista de Soft Machine al crear un opus de extensos 65 minutos (no engañemos a nadie: no se pasan volando, precisamente), que tiene a la meticulosidad y el gusto como elementos principales. En un tiempo en el que parece faltar tiempo para todo (tanto escuchar, tanto que ver…a todo esto ¿ya hiciste las compras de navidad?) Comicopera, con su magno diseño no es, como quien diría, el disco de la temporada.

Elaborado como una obra en 3 actos, esta “comic-opera??? plantea un diseño que aparece indigesto en el papel, pero que es llevado a cabo con gracia y sutileza. Menos insondable que el experimental Cuckooland, el nuevo disco de Wyatt tiene instantes propios del jazz (‘Anachronist’), el rythm and blues (‘Be serious’), la experimentación a base de disonancias (‘Out of the blue’) algo así como folk (‘A beautiful peace’) y, lo que podríamos llamar, el estilo Wyatt, o sea la combinación de todo lo anterior (‘Mob rule’, ‘Stay tuned’) en un todo cohesionado por la mesura y, claro, por aquella voz.

Es el sonido cristalino de la voz que han requerido gente tan diversa como Bjork o David Gilmour, lo que termina de unificar una obra en la que se dan cita la experimentación a la Tortoise y el recuerdo del blues británico de los 60s. Un disco en el que pueden compartir terreno Phil Manzanera y Anja Garbarek, Paul Weller y Monica Vasconcelos; sin anular sus respectivos esfuerzos. O como para que quede más claro, un disco que puede terminar con una sección de temas en italiano y español, que tiene como epílogo nada menos que una versión en clave de son jazzero (como si Bebo Valdés estuviese tras el piano) del clásico del cubano Carlos Puebla ‘Hasta siempre Comandante’. Para mejor entendimiento, esa canción altamente versionada que dice “aquí se queda la clara/ la entrañable transparencia / de tu querida presencia / comandante Che Guevara??? , la que es interpretada con dulzura (y bastante acento, por supuesto), finalizando en un canon de voces digno de Beach Boys. Como para que Peter Gabriel se muerda las uñas un rato.

Podemos pensar que Robert Wyatt, ese señor de ceño fruncido, larga barba e impertérrita actitud frente a las desgracias (mal que mal versionó, sin ninguna ironía, a los Monkees con ‘I’m a believer’ un par de años después del accidente que lo dejó paralítico) no sólo se mantiene como uno de los artistas más interesantes de los últimos 40 años, sino que sigue ampliando sus horizontes a la par con los tiempos. Es cierto, en Comicopera hay pocos elementos explícitos que nos recuerden los últimos 15 años en el panorama musical (Dios mediante, ninguna secuencia o sampler para “ponerse al día???), pero el espíritu investigador y crítico que unifica propuestas tan diversas como Panda Bear, Spoon o Blonde Redhead sobrevuela este disco. Probablemente, los nombres referidos en los rankings de lo mejor de la temporada por sobre Robert Wyatt. Pero, no hay problema: ya sabemos que éste no es el disco del año.