Hay vida más alla de la música popular anglosajona. El problema, algo que se ha sugerido desde aquellos lejanos discos de David Byrne y el desprendimiento del termino world music, es que la música que dicta el cánon es la occidental y todo lo demás suele ser encasillado como pintoresco y arraigado al folclor de una determinada región. Craso error: desde los años’60 la música “fuera de occidente” ha acentuado detalles sonoros y regalado pequeñas luces para embellecer sus desvaríos. Y la mejor prueba de aquello es la estupenda cantante y compositora maliense Rokia Traoré (n.1974).

Como toda falsa primicia, el estudio de la música brinda oportunidades de redención: nombres tempraneros como Fela Kuti probaban la teoría de que una música “del mundo” podía dejar de ser una etiqueta precaria y tomar impulsos mundiales. Desde James Brown sampleando música africana (y de paso siendo él mismo sampleado por sus bastardos hijos del hip hop) hasta el punk dub, son ejemplos vívidos de un sonido que se dejaba llevar por las estructuras cortantes provenientes de los ghettos raciales. Y es precisamente de ese mundo donde proviene Rokia: alumna del gran Ali Farka Touré (el célebre guitarrista de Mali que aunaba la música tradicional de su país con el blues), sus tres primeros discos estaban marcados por un magnífico empleo de instrumentos autóctonos como el n’goni y la kora junto con la guitarra y el bajo acústico. Pero es en Tchamantché donde redescubre una nueva forma de escribir canciones que, más allá de su naturaleza multicultural, logra integrarse a un sonido contemporáneo con absoluta espontaneidad.

En Tchamantché el único hilo común es la belleza. Temas como “Koronoko” -con una guitarra tranquila y hábil- y los coros vívidos de “Yorodjan” y “Kolokani” generan un clima flotante que recrea en todo momento la idea de una banda en vivo. Pero basta escuchar una gema como “Tounka”, para deslumbrarse con la punta de lanza de una auténtica celebración musical. Una lástima que joyas como ésa desaparezcan bajo la avalancha de modas tan aburridas y los hypes que se olvidan a las pocas semanas. Probablemente el oyente común cree que necesita nuevos sonidos y confunde experimentación con la posta snob. Por mientras, dénse una vuelta por esta música del mundo.

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