Es imposible no asociar la palabra pretencioso con Rufus Wainwright. Y él lo sabe mejor que nadie. Solamente él puede comenzar su nuevo disco con un tema que se llame ‘Do I Disappoint You?’, colocar en su perfil de My Space como única influencia a “Papá Verdi???, y rematar todo en la contratapa:“Este disco está dedicado a mi madre, quien aún susurra en mis oídos que SOY GRANDE???

Así y todo, es imposible odiar a Rufus. En una escena musical que parece funcionar análoga al Nuevo Hollywood – ese fundado por George Lucas – donde todo se hace con un computador y una pantalla verde, Rufus sigue creyendo en la vieja escuela. No podría estar contento copiando y pegando miles de extras. Tiene que verlos, tienen que estar ahí. Tiene que hacerlo old school, como en aquellas superproducciones que retrataban tiempos bíblicos – porque no decir grecoromanos, donde claramente estaría feliz-.

Completamente literal en este sentido, el tema que da nombre al disco tiene un estribillo que no puede ser más claro: “Old Hollywood Is Over???. Fiel a su vieja escuela, y fiel a quienes ven en Rufus a uno de los avatares de aquella edad de oro –Gershwin y Porter incluidos – produce él mismo su nuevo disco y, aunque Neil Tennant oficie de productor ejecutivo y toque algunos de los millones de instrumentos que aparecen, esto no tiene nada de electropop. Aún más, esta vez TODOS los arreglos de cuerdas y bronces, más barrocos y preciosistas que nunca – sí, señoras y señores, eso es posible – están firmados solamente por Rufus.

No podría haber sido de otra manera. Es la progresión lógica de la pareja Want One (Dreamorks, 2003) y Want Two (Geffen, 2004). Más cohesionado, preciosista, apasionado y versátil el primero que el segundo, éste Release The Stars (Geffen, 2007) es su heredero directo. Los temas más pop a la fecha de Rufus se encuentren aquí: ‘Between my legs’ y ‘Rules and regulations’. Ellos conviven con la opereta ‘Tulsa’ – que narra un encuentro entre Rufus y Brandon Flowers, de The Killers – y con la misma ‘Release the stars’, que parece desempolvada de un viejo musical de los años 40.

Así y todo, no es necesario contar con millones de cuerdas y bronces para hacer algo grandioso. Entre lo descomunal que es el despliegue de instrumentos de ‘Do I disappoint you?’ y la mini opereta antes mencionada, ‘Tulsa’, se encuentran joyas como ‘Leaving For Paris Nº2’ – solamente piano y contrabajo, ¿qué más se necesita? – y ‘Nobody’s off the hook’.

He aquí la moraleja: ser grande, es también saber medirse. Saber cómo y cuándo, es lo que hace al artista. Millones de cuerdas no aseguran el triunfo. Entre los Episodios Sinfónicos de Cerati y el genio de Rufus, hay años luz que recorrer.

Y si las reglas del espacio-tiempo pudieran romperse, Rufus podría viajar a 1966 e irse de juerga con Brian Wilson (¿quién más podría complementar estos ánimos de grandiosidad y delirio?) y, porque no, tal vez ir más atrás aún y filmar una película con Cecil B. De Mille. ¿Por qué no? En algún lugar del universo, el viejo Hollywood aún no muere.