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Cuando se apagaron las luces antes de la presentación de Daft Punk en Santiago, comenzó, de a poco y sin aviso previo, a sonar una melodía que rápidamente traía a la cabeza a varias bandas clásicas del new wave pero que no era posible identificar con claridad. De todos modos no era lo importante puesto que, sin saber si era producto del efecto de estar esperando con ansias a los enfiestados galos o no, nos daban ganas de bailar. Muchos se preguntaban qué era lo que estaba sonando de fondo, si una mezcla de los franceses de algún hit perdido del new wave ochentero, o un grupo distinto. Lo que se escuchaba de fondo era ‘These things’, uno de los temas punta de lanza del debut de She Wants Revenge.

Claro que no son la típica banda indie descubierta por un productor loco al caer fortuitamente en un diner de mala muerte, una noche de invierno, en un pueblo norteamericano perdido. Antes de unirse a los beats de Adam Bravin, el vocalista Justin Warfield tuvo un paso por la primera división del hip hop -con un disco producido por Prince Paul incluso- llegando a incluir una canción suya en el soundtrack de Romeo+Julieta, esa versión noventera del clásico de Shakespeare. Hasta que el 2003 deciden unir fuerzas y grabar este disco que después de un par de pasadas es capaz de transformarse en un preferente, en un must, a la hora de los silbidos matutinos.

Lo primero que usted identificará con claridad es un parecido innegable a Joy Division. Más que en la atmósfera oscura y esa batería lejana de los de Manchester, los une ciertamente la voz de Warfield que le debe mucho más de lo necesario al registro de Ian Curtis. Para que nos entendamos, el sonido de SWR resulta ser una mezcla extraña y adictiva entre Bauhaus, New Order y Sisters of Mercy; con baterías a lo Ministry, con una voz profunda, como reanimando a Ian Curtis a punta de discos de Interpol. Y aunque parece difícil, sale bien. Sale perfecto.

Cuando el disco parte, con la notable ‘Red flags and long nights’, estamos más de un minuto y medio escuchando rasgueos oscuros tras un beat mecánico e industrial, para luego encontrarnos con la voz de Warfield que termina susurrando, contándonos una road movie: “She looked into my eyes and a voice said RUN / She says that im a mess but its alright / Whether its 2 weeks, 2 years or just tonight”. Y es que quizás una de las cosas más importantes de este debut son las letras de Warfield. No contento con hacernos revivir fantasmas, en la tremenda ‘These things’, nos cuenta qué hacer con ella que se esconde en el baño, en una que debe ser la mejor letra del último tiempo, “Let’s make a fast plan / Watch it burn to the ground / I try to whisper so no one figures it out / I’m not a bad man, I’m just overwhelmed.”

Ya incluso dejando de lado los prejuicios, el debut de SWR nos lleva de la mano y de a poco, con algo de miedo (como si algo fuera a pasar si seguimos), a cerrar los ojos y correr a bailar nuestras tribulaciones a un rincón de la pista, moviendo la cabeza de un lado a otro, con la música fuerte y pensando en seguir bailando, a pesar que ya no quede nadie más y estemos solos, como ganas de repetir que no es que seas una mala persona, sino que sólo pasa que estás un poco abrumado. Pero bailando.