Shogún es un proyecto con un ritmo de vida muy curioso, uno de los más curiosos dentro de la música chilena. La máscara tras la que se esconde Cristián Heyne pareciera ser un fantasma que aparece y desaparece sin dejar demasiadas huellas.

Desde 1993, Shogún solo se ha presentado 23 veces frente a una audiencia, un número extremadamente acotado para una discografía que cuenta con cinco álbumes editados y varias rarezas liberadas en diferentes formatos a lo largo de los años. Gracias a este temperamento tan sigiloso y subterráneo, Shogún cuenta con un aura de misterio entre quienes siguen sus pasos, cualidad que también detenta el hombre tras el sonido. Este silencio distante le ha dado la condición de objeto de culto a su música, la que fantasmagóricamente regala momentos como el que sucedió un par de semanas atrás.

Flamingo Flamingo venía siendo anunciado desde hace un par de meses por la página de Demony, sello que dirige el mismo Heyne de manera independiente. Un vinilo de 45 rpm, dos canciones, una ya conocida y otra inédita. La promesa sonaba interesante, además de ser el primer lanzamiento en físico del proyecto desde el 2004. Finalmente la decisión fue arriesgada pero muy certera. Flamingo Flamingo, tema inédito grabado en 1994 en una cara y “Disco baby” (Disco negro, 1996), quizás el track más conocido de Shogún, en la otra.

El single revela el temperamento más bailable del proyecto, algo que pocos esperaban. En el caso de la canción que da nombre al single, el ritmo y la base rítmica traen el sonido disco más puro, con la una línea de bajo cargada de groove y un riff de guitarra que perfectamente podría venir del catálogo de Nile Rodgers. La posibilidad de caer en el cliché con esa base, es inmediatamente desechada por una línea de guitarra que irrumpe con un fuzz que no abandona la canción hasta el final. Una mezcla que funciona, un encuentro entre el ruido industrial de las seis cuerdas y la música negra que implanta el bajo.

La decisión de incluir en el lado B “Disco baby”, toma todo el significado tras escuchar ambos temas en conjunto. Parecieran haber estado destinados a esta unión, una aleación que cualquier DJ querría tener bajo la manga. Con una sobredosis de ritmo, Flamingo Flamingo viene a dar un nuevo significado a esta faceta de Hyene, que ha transitado con Shogún desde lo industrial, baladas shoegaze hasta este pop ruidoso, donde parece encontrar su mejor hábitat. La vigencia del proyecto vuelve a aparecer con este tema, el fantasma muestra su cara nuevamente, con un sonido sorpresivo y de mucha potencia. Probablemente le perdamos la pista pronto, pero ya aparecerá de nuevo. Eso es seguro.