Aparecido en Agosto de 1981

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Antes, efectivamente mucho tiempo antes de transformarse en póster de fiestas góticas y servir de modelo de vestuario para chicas oscuras, la señora Siouxsie Sioux (Susan Dallion dice su carnet de identidad) gobernó el reino del after punk. Nadie como ella unificó glamour, experimentación y olfato comercial en cuadros expresionistas de tres minutos y medio. Nadie tampoco lograría el matrimonio insólito entre orientación melódica y acabado vanguardista. Es que sólo así se puede tener un look siniestro, llamar a una canción “Halloween???y cantar a medio desfallecer cosas como “The night is still/and the frost it bites my face/ I wear my silence like a mask/and murmur like a ghost ‘trick or treat’???, sin (evitando la broma literal) morir en el intento.

Mejorando la puntería respecto de los más viscerales The Scream (Geffen, 1978) y Join Hands (Geffen, 1979), Juju, el cuarto disco de Siouxsie and the Banshees se emparentaba con Kaleidoscope (Geffen, 1980) en la búsqueda de un sonido cada vez menos punk en las formas, aunque no en sus intenciones. La urgencia de viejos cortes como “Jigsaw feeling??? o “Icon??? sería reemplazada por un sonido elegante que mezclaba la percusión tribal de Budgie, los melódicos bajos de Steve Severin y las afiladas guitarras de John Mc Geoch en dosis más compactas (“Spellbound???, “Sin in my heart???) o extendidas (“Monitor???, “Nightshift???), según fuera necesario. Optando por un lenguaje que podía, al mismo tiempo, adelantar la orientación pop del resto de la década con “Into the light??? o repasar la fascinación por las jams a la Velvet Underground en “Voodoo Dolly???; Juju se transformaba en el punto de inflexión donde las ambiciones comerciales y artísticas parecían coincidir a la perfección.

Considerando la presencia de Steve Severin en todos los registros del grupo y el lugar privilegiado que obtendría Budgie en la carrera y vida de Siouxsie desde ese momento (compartirían el intermitente proyecto The Creatures y un matrimonio hasta hace poco), es importante fijar la vista en el papel de John McGeoch en la elaboración de Juju. Proveniente de los inquietos Magazine y presente en sólo dos discos de The Banshees, el trabajo del guitarrista determinó no sólo la refinada energía del disco, sino los caminos a seguir por sus (múltiples) sucesores en la banda. La delicadeza de los arreglos (también expuestos en el single previo, “Israel???) que no sacrificaban la belleza en pos del vendaval sonoro proveniente de su arsenal de efectos, generaron el molde por el cual se regiría las siguientes publicaciones del grupo. Ello incluye, por supuesto, el fugaz paso de Robert Smith, quien replicaría a la perfección el sonido de McGeoch en el disco en vivo Nocturne (Geffen, 1983).

Los años traerían no sólo muchos guitarristas a The Banshees, sino un merecido éxito a base de excelentes singles y medianos álbumes. Por cada “Peek-a-boo???, “Cities in dust??? o “Face to face??? que facturaron, los fans tuvieron que conformarse con discos de poco vuelo como Peepshow (Geffen, 1988) o Superstition (Geffen, 1991), cada vez más alejados de la furia estilizada de Juju. A mediados de los 90s, Siouxsie, Severin y Budgie cerraron el negocio, con la única excepción de una interesante gira en 2002, donde en vez de revisitar su impresionante catálogo de singles, optaron por las ásperas canciones de su primera etapa como se puede escuchar en The seven year itch (Sanctuary, 2003).

Recién el año pasado, Siouxsie optó por ser solista con Mantaray (Universal, 2007), dispuesta a cobrar los derechos que gente como Shirley Manson y Karen O le deben hace algunos años. Con 50 años a cuestas y maquillada como para la mejor fiesta Blondie en su honor, el repertorio en vivo se sigue nutriendo del misterio de “Arabian Knights??? y la furia de “Spellbound???, en un constante deja vu de las pesadillas psicodélicas de Juju. Como si no hubiesen pasado los años y McGeoch no durmiese ya el sueño de los justos. Igual que esos cuentos de terror que nadie se cansa de escuchar.