En todos y en cada uno de los discos anteriores de Sr. Chinarro, uno siempre sentía que faltaban canciones. Desde incluso antes de que en su primer disco homónimo saliera en la tapa la siguiente frase: “No acudieron buitres, pues también habían muerto”. Eso fue lo primero que supe de Chinarro incluso antes de haberlo escuchado por primera vez. Fue un regalo que me trajo un amigo que vivía en España. Recuerdo haberlo escuchado y acordarme de The Cure, pero no al de Desintegration, sino al The Cure anterior. Al de Faith y Pornography.

Recuerdo haber escuchado “Mi caracola loca” y sentir que todo eso que ya venía escuchando en inglés me lo estaba cantando en mi propio idioma. Más tarde entendí porqué Chinarro decidió hacer un cover de “The figurehead” del disco Pornography de The Cure, en vez de cualquier otro. Supe después que ese primer disco de Chinarro no sólo había tenido que ver con el nacimiento de Acuarela Records (sello de Astrud, Manta Ray, etc), también había ido a grabarlo a New Cork con Kramer, productor de principiantes como Galaxie 500 o Low.

Y Chinarro, permitiéndome un resumen criminal, se demoró 11 años y 7 discos en dejar de titular a sus discos de forma críptica o existencialista, para llamarle al octavo disco El fuego amigo, y además cambiar al sello Mushroom Pillow.

Entre medio se cansó de todo y se reconcilió con todo y abrazó el pop de todo con lo que quería reconciliarse y logró hacer cuatro discos (El fuego amigo, El mundo según, Ronroneando, Presidente), donde lustró el odio y todo lo que desconocía del mundo de los años anteriores. Quiso dejar de tener excusas, quiso decir las cosas más claras que antes. Tuvo hijos. Se cansó del indie.

Uno escucha este nuevo trabajo y sabe que Chinarro lo ha logrado. Suena mejor que antes. Ha llamado a este disco ¡Menos samba! y es entendible que se haya cansado del baile o de la alegría, o de la búsqueda en cada uno de los discos después del cambio de sello. En la primera etapa se cansó del cripticismo. En la segunda quiso ser más claro sin convertirse en Mekano y me atrevo a decir que en este disco se inaugura una tercera etapa.

Tal vez ¡Menos samba! es no sólo el disco en donde mezcla más estilos, sino el que marca el momento en donde Antonio Luque empieza a ser político en serio. Se apoya en las melodías que venía trabajando en sus discos anteriores, pero empieza con algo llamado “La plaga” y que en ritmo medieval dice cosas como: “Todos los inventos fueron y son militares, desde la catapulta y el Internet ya lo sabes. Que broma el protocolo de Kyoto, nuestros hijos pagaran los platos rotos”.

Es primera vez que Luque mezcla melodías felices con letras así de directas. Internet, Kyoto e hijos pagando platos rotos, es tal vez la acumulación más grande de no metáforas de Chinarro en toda su discografía. Es como si ya hubiera pagado todas sus culpas anteriores con las melodías y cansándose de todo, acá quiso mezclarlas. Es como si este disco fuera ese límite entre una frontera y otra y nadie te dé el pasaporte para pasar de un lado al otro.

Lo que Luque usaba como metáfora en su primera etapa y que ni él tal vez entendía, trató de hacerlo amigable para el mundo con El fuego amigo. No le sirvió para dejarle de hablar al mundo como si no fuera miope, pero en todos los discos con Mushroom Pillow trató siempre de clarificar un poco mejor todos y cada uno de sus conflictos con el mundo.

Y lo hizo de las mejores maneras posibles con todas las piedras que aparecieron en el camino. Y es que a Chinarro no se le exigen discos perfectos, porque sabemos que es capaz de escribir cuatro párrafos que valen por tres discos enteros de otros. ¿Qué hay de distinto en este álbum aparte de tener el título más directo de Chinarro en su historia?

¿Qué tiene de distinto aparte de que España esté probablemente en una de las peores crisis del último tiempo y haya gente que quiera menos samba y más trabajo? ¿Qué tiene que se llame así y sea el único disco casi doble en toda su discografía? Podríamos seguir preguntándonos cosas por el estilo hasta llegar al decálogo y aún así no llegaríamos a nada.

Lo primero para dejar ese camino es pensar que existe en ¡Menos samba! una canción llamada “Hot mothers”. El único tributo que tal vez le haya hecho Chinarro en la historia a Pixies, y no necesariamente se trata de uno consciente. Incluso dejando eso de lado, debe ser una de las canciones más rabiosas de Chinarro en su historia. Y no esa rabia lenta a la que estamos acostumbrados en él, sino incluso esa que necesita despeinar a sus propios inicios. Me atrevo a decir que Luque, jamás ha necesitado de tantos coros y de tanta rabia musical para decir las peores cosas del mundo. Para decir lo que viene a continuación, nunca antes tuvo tanta rabia ni necesitó esas guitarras para decirlo:

“Ali Babá volvió.
¿Qué mala baba tiene ahora?
Hot mothers, fast hands,
la rápida sandalia bumerán,
el Santo Padre a saco en la pelea,
cinturones y correas.
Hot mothers, fast hands,
marroquinería fina:
el niño aprenderá a regatear
en pasillos y cocinas.
Hot mothers, fast hands,
el romance supo a poco:
pronto reinó la confusión
en una casa que más que un hogar fue un zoco.
Hot mothers, fast hands,
a vueltas con el tetrazepam.
Sin signos de arrepentimiento
el maligno aparece en un momento”

Este es el disco donde Luque escribió el número más grande de canciones en toda su vida. Es el disco en donde ya no es ni el perdido en sus propias metáforas del inicio, ni tampoco es ese que quiso abrirse al mundo de la segunda etapa sin venderse. Este Chinarro es el que por primera vez hace canciones de más.

El primero donde la rabia ya no necesita de tanta metáfora y le dedica una canción como “Santa Bárbara” a una constructora estilo Paz Froimovic. Es también el disco en donde una canción de amor tiene un coro que dice: “cómo iba a entender la policía, que tú una vez fuiste mía”.

Podríamos citar todas las letras de este álbum y buscar los altos y los bajos que tiene, pero suele suceder que a gente como esta hay que medirla consigo misma. No por excusa. No por envidia. No por ignorancia ni porque te aburrieron desde el primer disco y nunca más los escuchaste.

Este disco de Antonio Luque es la perfección de su rebeldía inicial, que ya era hermosa estilo Ian Curtis saliendo del útero (guardando distancias) y que después quiso ser más escuchable. Más de guagua después de la sangre y la placenta.

Se uniformó, se veía mejor. Empezó a decir mamá y papá de las mejores maneras posibles y salió del jardín y empezó a extrañar gritar. Creyó que algo se había perdido en el camino, pero sabe muy bien que ahora grita mil veces mejor.