Stars es de esas bandas que a uno no se le amarga la vida si no la escucha en mucho tiempo. Perfectamente pueden pasar un par de años sin que se desempolve Nightsongs (Le Grand Magistery, 2001) o Set yourself on fire (Arts & Crafts, 2005). Pero cuando se tiene la feliz ocurrencia, vaya que se disfruta.  Es cierto: es una banda de bajo perfil, un poco viejos y mal vestidos para ser el tirano last flavor of the month, y jamás han tenido ese aire de drama barroco de sus coterráneos The Dears. Stars gustan porque hablan del amor que puede vivir cualquiera, quizá entre gente que no busca llamarle la atención a nadie o que simplemente traduce el drama en escuchar buena música.

The five ghosts los trae con más carrete, discos solistas, colaboraciones con otros grupos y un recién estrenado sello propio. Dándole un giro, su quinto disco es un álbum conceptual sobre fantasmas atormentados, con niños espectrales con luces en los ojos,  plazas invadidas por apariciones y  alguien que escapa en un tren que se detiene en demasiadas estaciones. Ambicioso, estas temáticas se unen a una musicalización que no es para nada literal en la interpretación del miedo y de la soledad. Al revés, The five ghosts es un disco pop y alegre, con grandes singles irresistiblemente melódicos como “Fixed” y “When don´t want your body”, y con canciones upbeat perfectamente melancólicas en los coros de Amy Millan, como “The passenger”  y “The last song ever written.”

Lo que no termina de convencer es que el disco no es más que lo descrito recién. Stars se va a la segura y hace lo que mejor sabe hacer, lo que no significa un pecado capital pero tiene el contra-efecto de que el entusiasmo decae tan pronto como cuando se sabe el final de la película Los otros.  Y hace que uno se quede pensando si es tan bueno que Stars sean tan piola. Que si no será momento que agarren sus sintetizadores y panderetas  y popeen hasta la inconciencia, sin conceptualizaciones livianitas ya vistas, sino con el corazón agarrado en una mano. Les queda mejor.