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Por la ambición de sus proyectos, Sufjan Stevens podría ser un típico odioso. Su pretensión de cubrir los 50 estados gringos en sendos discos podría generar –en quien no ha escuchado los que lleva– los más justificados prejuicios ante la magnitud de sus deseos. Esta caja también podría hacer fruncir el ceño: ¿hay algo más manido y proclive a la sensiblería que la Navidad? ¿Hay algo más lejano al “mundo indie??? (tan prejuicioso) que esa fecha masiva y común?

Pero el bueno de Sufjan ha sorteado, una vez más, el lugar común. Asumidamente cristiano (como demostró en el espiritual Seven Swans), había estado editando EPs con canciones de navidad exclusivamente para sus familiares y amigos. Cada año desde 2001 (menos en 2004), Sufjan se había juntado a grabar versiones de los villancicos más tradicionales, así como canciones originales suyas.

Y ahora resulta que Sufjan decidió reunir y editar de una buena vez los resultados de su proyecto quizás más privado. Y entonces éste es nuestro regalo: 5 EPs en una cajita que además contiene, entre otras cosas, stickers, ensayos y hasta un cómic. Las canciones de Noel (2001), Hark! (2002), Ding! Dong! (2003), Joy (2005) y Peace (2006), en tanto, muestran cómo ha evolucionado este músico en los últimos años: desde un sonido folk, desnudo, con banjos y flautas, a los arreglos más sofisticados del último tiempo, con bronces, teclados, coros y, a veces, guitarras eléctricas (esa evolución se muestra, en algunos casos, en las distintas versiones de una misma canción, grabada en distintos años). Por debajo, sin embargo, se mantiene la misma sensibilidad para potenciar melodías; esto explica, en parte, que haya investigado los sonidos navideños, de por sí elocuentes, cercanos y fáciles de silbar (o cantar…).

Así, aunque no lo creamos, ahora podemos disfrutar legítimamente de ‘Silent Night’, ‘Amazing Grace’ o ‘Joy to the World’ en extrañísimas, sorprendentes versiones; o de ‘We’re Going to the Country’, ‘Put the Lights on the Tree’, ‘Come on! Let’s Boggie to the Elf Dance!’, ‘Get Behind Me, Santa!’, entre otras de sus canciones originales.

Luego de escuchar varias veces esta música (incluso cuando la Navidad ya parece un detalle lejano), resulta inevitable preguntarse cuán sobrecogedores deben haber sido estos regalos para sus destinatarios originales, esos envidiables amigos de Sufjan que cada diciembre, durante algunos años, recibieron un disco para poner bajo el árbol. Cómo deben haber sonreído al descubrir lo mismo que nosotros, simples admiradores de su trabajo, al abrir esta cajita de regalos. Bienvenida, ahora sí, la Navidad indie.