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Aparecido en julio de 1995.

A mediados de los 90s, cuando alguien decía aquello de “i hate myself and i want to die??? tu sabías que, efectivamente, podía cumplir su promesa. Los tiempos no estaban para jugarretas y la música se teñía con un hálito de seriedad que espantaba más que atraía. Hasta Oasis, con su arrogancia proletaria, creían firmemente cuando cantaban aquello de ‘Tonight i’m a rock and roll star’ o ‘You and I gonna live forever’. Si incluso los videos de Blur a base de gags dignos de “A hard’s days night???, eran mirados con cierto desprecio (quizás por ello terminarían haciendo refritos de Pavement años después). ¿Cómo calzaba en este panorama un grupo que cantaba “We are young/ we run green/ Keep our teeth/ nice and clean/ See our friends, see the sights/ feel alright??? enfundado en camisetas con sus nombres respectivos? ¿Así que ironía a destajo, cierto? Pendejos de m……..

No les bastaba con ser obscenamente jóvenes a Supergrass (promediaban 19 años por aquella época), sino que además componían y tocaban con la convicción de unos tipos avezados. Bebiendo de las clásicas fuentes del pop punk inglés (sobre todo Buzzcocks y los Jam más anfetaminados), el trío compuesto por Gaz Combes, Mickey Quinn y Danny Goffey también homenajeaban a Madness (¿para cuándo el reconocimiento que merecen?), The Small Faces e incluso (¡horror!) al mismísimo Elton John setentero, con el mayor descaro y sincretismo posible. Para muestra un par de canciones con serios problemas de identidad: el éxito ‘Mansized rooster’ que comienza como un tema de The Kinks para luego convertirse en un buen homenaje a The Undertones; o ‘Time’, un mid tempo sacado de The Rolling Stones que no parece obra de los mismos muchachos energéticos que no daban tregua en los 30 minutos anteriores del disco.

Todo los elementos mencionados se unían a la perfección en pequeñas gemas de tres minutos que dejaban sin respiro cuando se colocaban una tras otra. En I Should Coco, Supergrass unió los dos singles previos (el energético ‘Caught by the fuzz’ y la ya mencionada ‘Mansized rooster’) con una decena de composiciones igualmente inspiradas. Desde el inicio con ‘I’d Like To Know’ hasta el amago de calma con ‘She’s so loose’, Supergrass no detienen la marcha. Sea con la potencia de ‘Strage ones’ o ‘Lenny’ o con los arrebatos pop de ‘Allright’ y ‘Sitting up straight’; el primer disco del naciente trío engañaba con una supuesta simpleza, producto de mucho ensayo y una alta sensibilidad melódica en la unión de voces de Combes y Quinn (escuchar para mejor prueba su versión de ‘Some girls are bigger than others’ de The Smiths que circulaba en un disco tributo de la época). El remate del disco con la broma acústica ‘We’re not supposed to’ y las barretianas ‘Sofa (of my lethargy)’ y ‘Time to go’ no sólo bajan las revoluciones, sino que anticipan lo bien que se les darían los temas más reflexivos en discos futuros como Supergrass (Capitol, 1999) o Life On Other Planets (Parlophone, 2002)

Al batatazo de I Should Coco le siguió otro disco de excepción llamado In It For Money (Capitol, 1997) y los dos trabajos recién mencionados, que no desentonaron en una carrera siempre interesante, pero que terminó haciéndolos madurar (¿a todos, no?). Road to Rouen (Capitol, 2005), última referencia de la banda, era un disco calmado, con canciones con partes 1, 2 y 3; y que daba la sensación de placidez de campiña francesa (por ahí lo del título). Quizás por el recibimiento frío de este álbum, es que anunciaban a principios de este año que volvían a los estudios con un puñado de canciones nuevas, dispuestas a grabarlas en un mes, con la tecnología más básica posible. Claro, es tiempo de honestidades e in your face varios, pero uno puede tener ciertos reparos de que logren la energía original capturada en I should Coco. Esa que les hacía cantar a voz en cuello su particular cita a Iggy Pop: “I wanna cry for you/I wanna die for you/Everybody needs a home/Well, are you strange enough/Are you deranged enough/Every fucker needs a home“.