El autodidacta francés Sylvain Chauveu ha demostrado una predilección por el silencio en sus composiciones. Notas y acordes que están ahí presentes pero siempre con un espacio entre ellos para respirar han sido una de sus marcas constantes. Los pianos solitarios y sencillos que dominan melancólicamente el panorama de ese liviano y llevadero disco Un autre décembre (fatcat, 2003), por sobre la tímida maquinaria electrónica que a veces lo irrumpe -cosa que no ocurre en el elogiado The black book of Capitalism (Noise Museum, 2000, relanzado en 2008 por Type Records), enfocado en composiciones mas complejas y al uso extensivo de instrumentos acústicos y arreglos de cuerdas- también forman parte del alma de Singular forms (Sometimes repeated), noveno disco de Chauveu, donde los espacios blancos, silencios y vacíos de sonido son aún más generosos, con su estilo post clásico casi enteramente desnudo y con una predominancia mayor de la electrónica en comparación a sus discos precedentes.

Singular forms… son seis composiciones que se basan en un esquema de simples acordes y notas sueltas de piano, con el eco que se deja sentir muy cálido y extenso entre ellas, acompañadas de una buena colección de sonidos electrónicos y ruidos digitales -diseccionados extensivamente y que sería una versión agonizante y patética del frenesí de electrónico de Aphex Twin o Autechre- que cumplen la función de dar un poco de tensión a un flujo amorfo en términos anímicos: el disco no alcanza a ser completamente triste pero tampoco alegre en cuanto a su sonido final. Los lentos y pasivos pianos cobran algo de vida con la intervención de la  electrónica, y la mezcla de ambos produce una grata combinación de atmósfera parsimoniosa y delicada, expansiva al punto de ser un casi perfecto soundtrack para caminar en la calle o entre sus sonidos.

La voz de Chauveu, que por primera vez en su discografía es un instrumento más de su repertorio, aparece como un desconcertante fenómeno que el que escribe este comentario pensó en su momento como el extraño caso de David Sylvian Chauveau: la voz del francés suena demasiado parecida a la profunda y peculiar voz del inglés David Sylvian y no se entiende si esto ha sido intencionado -la música y estilo de Singular forms…, en efecto, tiene mucho paralelismo con los trabajos más recientes del inglés, en especial con Manafon, de 2009- o simplemente la voz de Chauveau tiene un timbre naturalmente parecido al ex Japan. En cualquier caso, la totalidad de Singular forms… trasciende al hecho y pese a ser monótono, ya que abusa constantemente del esquema básico de piano más electrónica más voz (muy acorde con el catálogo de Type), se disfruta como un disco para nada ambicioso sino meritoriamente simple y mínimo en su esencia y forma.