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Este grupo canadiense de Montreal ha estado marcado por eventos adversos que le han dificultado darse a conocer.

Jace Lasek, productor e ingeniero de bandas como Wolf Parade, Stars, The Dears y otras más de la escena de Montreal, y su pareja y bajista Olga Goreas, dieron vida a The Besnard Lakes alrededor del 2001. Pero cuando iban a grabar su debut, Olga y Jace fueron abandonados por el resto del grupo. La pareja decidió grabar sus trabajos en Volume 1 (2003), en su propio estudio. Las buenas reseñas los llevaron a probar varios músicos hasta fijar a los guitarristas Richard White y Steve Raegale, junto a la tecladista Nicole Lizée y el baterista Kevin Laing. Al ir registrando y presentando en vivo las canciones de The Besnard Lakes Are The Dark Horse, otros pequeños desastres hacían pensar en una suerte maldita, como las quemaduras en segundo grado que vivió su baterista mientras grababa sus tracks. Afortunadamente, su segundo disco, que funciona como auténtica carta de presentación, es una catarsis de estos sucesos y de colosales emociones interiores.

Las canciones de estos canadienses, de aire romántico y electrizantes, recuerdan un poco a los Beach Boys, pero desde la búsqueda atmosférica de bandas actuales como Grizzly Bear, sumándole el aire melódico de Band of Horses. También recuerdan la impronta fuzzy y sicodélica de Super Furry Animals, pero The Besnard Lakes gustan más de las progresiones y la creación de largas expectativas antes de estallar. Canciones como ‘And You Lied To Me’ junto a ‘Devastation’ dan cuenta de la dulzura con que se deslizan y los bloques megalíticos, stoner, de alegría, desorden y torbellinos de guitarras y bajos pesados de raigambre setentera. Quizá las canciones más bucólicas, donde prueban el folk más sencillo, no logran la consistencia de sus otras arremetidas. Pero, sin lugar a dudas, es un grupo a tener en cuenta dentro de la escena del indie rock por su sincera y frontal carga emotiva.