Desde el comienzo, el trío británico nos aclara que no se trata de un homenaje a la célebre obra de Brian Eno Ambient 1: Music for the airports (1978), sino una investigación concebida entre viajes, mientras pasaban el tiempo en los aeropuertos, desentrañando todo el mundo y sonidos que en esos espacios se producen. El llamado a los vuelos, el murmullo de la gente, los motores de los aviones, son parte de esta ambientación que requirió de 200 horas de grabaciones de campo. De ahí lo de “real”.

De factura notable, Music for real airports es un trabajo que se inscribe en la línea más clásica del ambient noventero del sello Warp, por ejemplo, con ese tinte de frialdad y sonido neutro que, sin embargo, produce una placentera quietud que va en contraposición a todo el movimiento que se genera en estos lugares de tránsito rápido, llenos de gentío. Los beats aparecen alternando con los pasajes de serenidad que han de recorrerse en forma continua, pues se trata de una obra conceptual que perdería en el desgrano. Tremenda muestra de estilo de The Black Dog.