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La primera pregunta que surge es cuánto hay de impostura y cuánto de realidad en todo esto. En qué parte de la ecuación están los dólares y cómo afecta ello en el resultado final. Por último en qué público se está pensando. ¿De The Killers, me hablabas? O era de The Bravery, quizás? Por qué no, pero los invitados al juicio de hoy tienen algo menos de tiempo rondando y el éxito inmediato que sólo puede dar un buen video (en este caso ‘Sheena is a parasite’ del gran Chris Cunnigham). Y, claro, un look, preciso para combinar con algún bolsito de Jack Skeleton. Con todo en su contra, dejemos el beneficio de la duda a The Horrors la nueva sensación del ¿indie? londinense.

Aún no me queda claro con tanta usurpación del ropero de Joey Ramone en las calles. El “indie??? era ese grupo de artistas (así con cursiva, sin comillas y con mayúsculas si es necesario) que evitaban el zarpazo del poder financiero y hacían música con riesgo y actitud, ¿cierto? Todo esto en oposición al “mainstream??? que privilegia los gustos masivos y tiene un poderoso equipo de marketing tras cada producto que lanza al mercado. ¿Quedó claro? ¿Un ejemplo? Yo la Tengo es “indie??? y My Chemical Romance es “mainstream???. ¿Y Nirvana con su merchandising post-mortem? ¿Y las producciones de Timbaland que lideran los rankings de Bilboard con más riesgo que muchas bandas subterráneas? ¿Y The Horrors que, desde un sello pequeño, parece EL grupo hecho para estos días de oscuridad estilística?

No te lo hacen nada de fácil cuando el comienzo es con un cover llamado nada menos que ‘Jack the Ripper’ y que, en su versión, remite sin vergüenza a lo peor de The Damned en los 80s. O sea teclados al por mayor y una voz de ultratumba que refiere sin mucho pudor a Lux Interior (The Cramps), aunque sin el desparpajo rocanrolero de éste. Por suerte las cosas mejoran a partir de ‘Count in fives’, donde la brújula se orienta hacia la vertiente más dance y aparecen el Hammond de Spider Webb y la ajustada base de Tomethy Furse (bajo) y Coffin Joe (batería) como elementos genuinamente atractivos. Claro, aparte del look, los nombres de fantasía y el merchandising por el que su manager ya debe estar sobándose las manos.

Aceptando el juego y evitando aquel primer tema, la escucha de Strange House depara más alegrías que tristezas (o más miedo, siguiendo el chiste), apareciendo de entre los elementos externos, una solidez y un estilo a considerar. A partir de una suerte de mínimo común múltiplo (el Hammond deudor del sonido de The Stranglers, la voz impostada de Faris Badwan), las diferentes usurpaciones que realizan logran unirse en un todo con bastante coherencia. Así, los guiños a Franz Ferdinand (‘Count in fives’), The Cramps (‘Draw japan’), Gang of Four (‘She is a new thing’) e incluso al Ministry más amable (‘A train roars’) funcionan bien y generan algo así como un estilo. Con la insuperable ‘Sheena is a parasite’ aún como punta de lanza, The Horrors pasa la prueba del primer disco sin mayores complicaciones. Quizás la perspectiva de futuro sea más horrorosa para ellos. A esperar.