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Según varios medios especializados, y sobretodo Pitchfork (que lo proclamó “el Kid A de la electrónica”), Silent Shout es uno de los mejores discos del año. Sin duda lo es precisamente en cuanto a la escena electrónica (junto a Ellen Allien + Apparat), pero con sólo escucharlo un par de veces se cae en cuenta que probablemente han hablado de más y que, en rigor, no es para tanto. No se trata de desestimar este gran trabajo, sino de guardar las proporciones, pues todos sabemos que a esta altura resulta hasta ingenuo creer que una banda reinventa, así como así, toda una tradición estilística y cambia la historia de la música. Ojo, esto no quiere decir que el tercer álbum de The Knife sea despreciable, muy por el contrario; es toda una hazaña creativa e incluso puede llegar a resultar adictivo a medida que el oyente se adentra en el mundo perturbador de estos hermanos suecos.

Karin y Old Dreijer, ganadores en su patria el 2005 del Grammy a mejor banda del año, han construido un disco lleno de penumbras, donde la programación llega a un nivel minimalista que asusta y que, aún siendo muy parca y sintética, es capaz de crear peculiares atmósferas de colores fríos y opacos que se recorren a lo largo de esta suerte de viaje al norte del plantea tierra. Silent Shout a través de un synth pop muy, pero muy oscuro, crean un mundo de hielo, mundo que posee un ritmo envolvente que atrapa a medida que se le va descubriendo. Es una incursión lenta hacia los espacios helados sin marcha atrás, toda una puesta en escena del tecnopop ochentero en su faceta más sombría, que cita de vez en cuando aquella temática gótica escandinava que tantos frutos ha dado en la escena musical con tendencia dark. Y es que parece imposible que de esas tierras lejanas no salgan obras que transmitan ese frío que cala hasta los huesos, ese clima que mantiene el año en una oscuridad aparentemente interminable y todos esos paisajes de hielos, de bosques nevados, de espacios abiertos y deshabitados. Imaginario nórdico traducido a su vez en una electrónica que puede llegar a ser bizarra; se trata de electropop introspectivo con un fuerte aire futurista que deja perplejo y que invita a seguir su ritmo desabrido e irresistible. Con un disco como este uno casi se cree que “el rock está muerto y el futuro es la electrónica???, como pregonan sus creadores, pero la experiencia de Silent Shout acaba al momento de terminar el disco y los singles, como el que da nombre al álbum, o ‘Like a pen’, que a duras penas se logran impregnar en la mente con las primeras escuchas.

Sin duda es un disco difícil de digerir, aún más que su anterior Deep Cuts (V2, 2003), pues la apuesta esta vez es poder hacer un álbum completo y coherente, más allá de dejar un par de singles rondando por los ranking radiales como fue el caso de ‘Heartbeats’, video dirigido por el artista visual Andreas Nilson, con el cual han seguido trabajando la imagen del grupo a través de los dos nuevos clips y de la estética en sus presentaciones en vivo, una veta que recién este año comenzaron a explorar.

The Knife han sabido mezclar con claridad la tradición kraftwerkiana con los sonidos más vanguardistas y, al mismo tiempo, con el pop. Así mismo han tenido un fino trabajo de líricas a lo largo de su carrera, aún cuando los temas sociales y la crítica política en Silent Shout fue reemplazada por letras más abstractas y poéticas. En cuanto a la voz, por supuesto, estamos frente a una metalización y una serie de efectos sonoros que, al cantar estos dos hermanos, generan un ambiente ambiguo, lleno de ecos y sintetizaciones que forman esa línea quebradiza entre lo mecánico-digital de la electrónica y la plasticidad visual de su propuesta. Sin embargo hubiese sido interesante escuchar más limpia la voz de Karin, que ya había sido dada a conocer por Röyksopp, en su single ‘What else is there?’, y además con una participación fundamental en el video clip promocional de su disco The Understanding (Astralwerks, 2005).

Canciones como ‘Neverland’ o ‘Marble house’ son piezas clave para comprender el juego de contrastes que posee este álbum, un grito silencioso como su mismo nombre indica, que busca llegar a la niebla, a las sombras de la música en su sentido más literal. Un disco genial editado en el propio sello de The Knife (que ha lanzado al mercado nombres como Jenny Wilson, con su debut Love and Youth este mismo año). Muy recomendable.