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Consolers of the Lonely es el segundo disco del proyecto dirigido por el dúo creativo Jack White–Brendan Benson quienes, tras Broken Boy Soldiers , retoman su sociedad para entregar un disco que brilla en todo lo que le faltaba a su antecesor para hacerlo.

Siguiendo el camino planteado por su primer álbum, Consolers of the Lonely es, sin embargo, mucho más que una secuela del debut de los norteamericanos. Muchas de las dudas que dejaba su primera entrega se disipan con este disco, si bien por momentos pareciera pedir a gritos la comparación con The White Stripes, debido a las cercanías del sonido con algunas sonoridades del dúo (especialmente del disco Elephant). Pero bueno, tal vez sea inevitable; después de todo es Jack White el que lleva la batuta en ambos. Sea como sea, ahí donde Consolers of the Lonely más siente el peso de Jack White es donde mejor funciona como disco.

Con un sonido más cercano al rock clásico que al power pop, con canciones que coquetean con muchas influencias y que resaltan, sobre todo, por su capacidad de enganchar desde la primera oída, este disco es bastante mejor que su predecesor. Las buenas canciones son mejores, y de las regulares no hay muchas. Y es que Jack White no estaba para menos. En este disco aparecen White y su grupo tomando a sus grandes referentes y mezclándolos en una juguera que va de lo bucólico (como en “Old Enough”, en la que el sonido folk de Led Zeppelin se encuentra con los nuevos padrinos de White, Mick Jagger y cía.) a lo derechamente rockero (“Salute Your Salution”), pasando por momentos que incluso aparecen como una reinterpretación esquizoide de The Who (“These Stones Will Shout”).

Más notables todavía son los puntos en que The Raconteurs se estiran al máximo: “You Don’t Understand Me”, que parece una canción que hubiera escrito Elton John si hubiera nacido en Detroit y se llamara Jack White, mientras que “The Switch and The Spur” es como una versión sonora del spaghetti western.

Notables son, también, los momentos en que el sonido de The Raconteurs se hace totalmente ingenuo. Así ocurre en canciones como la rocanrolera “Hold Up”. Es en este tipo de cortes en los que la banda da una verdadera lección de cómo hacer buen rock, valiéndose de fórmulas clásicas, pero sin repetir y, sobre todo, sin aburrir. Dicho de otra forma: The Raconteurs no quiere imitar, pero tampoco quiere hacer el vano ejercicio del anacronismo.

Dicen algunos que llega el momento en que un creador llega a su madurez. Yo prefiero pensar que la madurez aparece intermitentemente en la carrera de los buenos compositores. Si esto es así, en este disco encontramos uno de esos momentos para la carrera de White. Haciéndose plenamente cargo de la anticipación que generaba este disco, The Raconteurs apuesta por lo seguro: guitarras pesadas, guiños a lo clásico y, sobre todo, muy buenas canciones.

Por lo demás, la dupla White-Benson por momentos se hace casi intolerablemente buena, como sucede en toda la primera mitad del disco, y se hace notar en varios pasajes de la segunda mitad. Así ocurre, por ejemplo, en “Many Shades of Black”.

En fin, en este disco está presente la genialidad de White, pero está sobre todo presente la intención de los cuatro Raconteurs (White, Benson, Keeler y Lawrence) de tomar sus influencias, hacerlas convivir y sacar partido de ello. El olor a sur, casi redneck, que impregna todo el disco, el pesado blues de “Top Yourself”, el hammond de “Rich Kid Blues”, en fin… . Todo el disco es un gran homenaje al pasado, pero que no por eso pierde novedad y, sobre todo, honestidad.