Aparecido en junio de 2001.

Nada más efectivo que una historia de redención emocional en el propio barrio para soportar la medianía de semana. Esta es la escena: el 50% de las veces divertido Zach Braff (Scrubs) en su debut como director y protagonista, espera en una consulta médica, hundido en el agradable sopor del cóctel de medicamentos que ingiere diariamente. Hasta que la vida/guión lo acerca a esa adorablemente extraña vecina (aquella que, por alguna extraña razón, ni tú ni yo tenemos) que, entre bizarrería y bizarrería le presta sus audífonos para escuchar una canción que te puede cambiar la vida.

¿Exageración? Probablemente. A menos que se trate de “New slang” y la interpreten los parcialmente conocidos The Shins. Esto es 2004, la vecina no vive en tu barrio porque es Natalie Portman, Braff se anota con una buena de las películas del año con Garden State y, si no la conocías, te aprovecha de presentar una de las pocas melodías modifica-existencias que uno se atrevería a reconocer sin enrojecer. Claro, para algunos será “Breaking the law” y para otros “Blowin’ in the wind”. A Portman dale ésta: “Gold teeth and a curse for this town were all in my mouth/Only, I don’t know how they got out, dear/Turn me back into the pet that I was when we met/I was happier then with no mind-set”. Decir “bonito”, es quedar corto.

No es que tampoco les lloviese abundancia a The Shins posterior a este homenaje de almas sensibles hollywoodenses, pero fue el espaldarazo definitivo a una carrera iniciada 6 años antes con el muy destacable EP Nature Beers a Vacuum (escuchar esa lección de buen pop que es “Those bold city girls”) y que tenía como continuación dos discos ya a esa altura: el que reseñamos de 2001 y una continuación a toda regla llamada Chutes Too Narrow (Sub Pop, 2003). Poco comparable con el parcial fiasco de Flake Music, anterior proyecto del compositor, guitarrista, vocalista (y, como van las cosas, probablemente único miembro a futuro) de The Shins, James Mercer.

Demasiados rastros de Pavement y poca personalidad propia en un EP y un disco, hoy recordados más bien por su continuación melódica. Porque el potencial armónico que se vislumbraba entre las fracturas melódicas de la banda madre tuvieron mejor resultado cuando Mercer junto con su compañero, el bajista Neal Langford (el primero en descansar en paz, musicalmente hablando), decidieron transformar su proyecto paralelo de pop soleado en una banda propiamente tal. La incorporación paulatina de Dave Hernandez en la guitarra, Jesse Sandoval en la batería y Marty Crandall en teclados conformaron la alineación (aunque para el 2009 sólo se mantiene el primero de ellos). Las canciones harían el resto.

Esto era, más o menos, lo que escuchaba Braff entre olas de Ravotril: “And if you’d took to me like/A gull takes to the wind/Well, I’d jumped from my tree/And I’d danced like the kind of the eyesores/And the rest of our lives would be farewell”. Una letra hecha en el momento en el Mercer quería, según propia confesión, dejar todo: trabajo, ciudad, novia y lo que estuviese alrededor. A riesgo de perder de vista en el conjunto, es “New slang” y su ciclo melódico espléndida y sutilmente desarrollado, donde se puede de mejor manera de entender Oh, Inverted World, un conjunto de canciones con mínimos toques en su producción (pequeñas sutilezas lisérgicas, pero nada que desviase la vista de las canciones) y la vista puesta 30 años atrás en The Byrds o Donovan.

En el debut de The Shins se combinan las melodías complejas marca de la casa como “Know your onion!” o “Your algebra” (más bien un recuerdo de Pavement o Guided by Voices que un mero trasvasije de las influencias sesenteras) con arreglos de toques psicodélicos (no es difícil pensar en Love en las iniciales “Caring is creepy” y “One by one all day”) y una sensibilidad indie dispuesta a evitar los clichés hippies escondidos peligrosamente tras la puerta. Ante tanta apropiación pasada de ácido, es más factible oir los ecos de Syd Barrett en “Weird divide” o de los 13th Floor Elevators en “Girl on the wing”, que en cualquier sucedáneo de los buenos esfuerzos del sello Elephant 6.

Chutes Too Narrow, paralelo al reconocimiento público de “New slang” (hasta ese prestigioso medio llamado Super 45, los entrevistó en la época), reafirmó a la banda como la nueva sensación indie junto a contemporáneos y amigos como Modest Mouse y Death Cab for Cutie. El número 2 del ranking Bilboard alcanzado en el lanzamiento de Wincing the Night Away (Sub Pop, 2007), no sólo hablaba de lo extraña que se volvía la industria post-Napster, sino que del alcance masivo de melodías intrincadas, pero adhesivas como “Turn on me” o la maravillosa “Phantom limb”. Nada mal para una canción basada en una patología mental propia de la amputación de un órgano. Aunque nada extraño para un grupo que nombra un disco a partir de una frase de Karl Marx. Y que, sin tantas dificultades, compone canciones que cambian vidas.

MP3: The Shins – “Know your onion!”

VIDEO: The Shins – “New slang”
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