James Mercer puede terminar sus días sin sentir remordimiento alguno por cualquiera de sus actos en vida. Es sin duda uno de los compositores con mayor reconocimiento de la década recién pasada, y su paso por The Shins, esa banda que otrora fuera bandera de aquel movimiento que majadera e ilusamente tildamos de ‘indie’, fue sólo una catapulta a su bien ganada fama.

En sus cinco años de -relativo- silencio, Mercer transforma intencionalmente a The Shins en una pieza de desecho, promulga la idea de su necesidad de componer para el proyecto, pero sus actos demuestran que ya no los necesita: por un lado termina envuelto en esa exitosa ofrenda musical llamada Broken Bells, mientras que por la otra acera del camino se desprende amistosamente, pero sin asco, del resto de sus compañeros.

Lo que ha hecho James Mercer con The Shins da para un análisis que podría generar más de una polémica, pero equivocado o no, estaba consciente de que su crecimiento profesional no podía tener los límites estructurales que la agrupación ya le imponía para sí y, ya liberado, nos termina ofreciendo la cuarta placa bajo el alero de una renovada banda, que incluye talentos como Joe Plummer, baterista de Modest Mouse, Yuki Matthews de Crystal Skulls, más las colaboraciones de Jessica Dobson y Richard Swift.

Port of Morrow es un disco hecho a la medida de su autor, una obra que eleva las pretensiones del mismo con la propuesta más depurada y efectiva de su carrera, deambulando intencional y provocativamente por nuevos patrones musicales, claramente influenciados por la mano de un conocido Greg Kurstin, un referente en la producción de artistas de talla más ‘popular’.

Esta provocación a las bases de su proyecto puede ser acusada de convertirse en un producto digno del ‘mainstream’ e incluso rozando el AOR, pero el receptor no debe dejarse engañar por la trampa que el mismo Mercer coloca, el autor está dispuesto a hacer de The Shins una banda dispar a su antecesora formación, experimenta con la estética que tanto promovió obtener a la hora de despedir a sus ex-compañeros, pero el resultado final sigue siendo el mismo, un elocuente triunfo de un movimiento cada vez más amplio.

“The rifle’s spiral” abre las puertas al nuevo experimento, con un set de bases lleno de matices previamente no explorados que acompañan esas evocadoras y reflexivas líricas que tanto caracterizan al genio de Mercer. Pero no es hasta el segundo tema donde las cosas no decantan a su real consistencia, “Simple song” está concebida para convertirse en un himno difícil de olvidar, con una estructura simple que conjuga eficazmente el verso de sus letras con la expresión de gloria de su música, convirtiéndose sin lugar a dudas en uno de los temas mejor logrados de los últimos años.

Este punto alto es difícil de alcanzar nuevamente en el resto de la producción, pero temas como “Bait and switch” o “September” complacen profundamente por la misma dinámica y porque se es capaz de descubrir ciertos guiños a aquellos sonidos que otrora caracterizaran a The Shins. “For a fool” es una muestra de las agradables líneas musicales siempre bien logradas por Mercer y compañía pero es hasta el final del disco, con el tema que da el nombre a la placa, cuando se encuentra la mayor cercanía al concepto evocado hasta Wincing the night away (2007), matizado acertadamente por un juego vocal que demuestra el grado de libertad que tanto anhelaba explorar.

La leyenda dice que dentro del disco The final cut se escondía la controversial frase “de Roger Waters interpretado por Pink Floyd”. Hoy podemos estar seguros que Port of Morrow escribe con grandes letras “de James Mercer interpretado por The Shins”, pero con la diferencia que hoy nadie dará problema por dicha verdad.

Disponible en Tienda Sonar en formato CD a $ 12.900 y vinilo a $17.900. Tienda Sonar está ubicada en Paseo Las Palmas, local 017, Providencia.