The Walkmen cambió. No fue de un día para otro y tampoco con estridencias, porque su rasgo característico -esa frustración neurótica de tener veintitantos y preguntarse con angustia de qué se trata todo mientras el resto sigue conversando plácido en el bar-, y que en su momento dio para expiaciones rockeras notables de la talla del omnipresente single de “The rat,??? no podía desligarse de su vulnerabilidad. Este es un cambio que mantiene la base, pero que viene rodeado de reflexiones, procesos internos duros y de encontrar (¡por fin!) lo que estaban buscando.

You&Me, el quinto disco de la banda, es tanto un álbum de amor como de empezar a sentirse cómodo y lanzarse a ver nuevas opciones. Por eso este trabajo puede mirarse como la unión de dos puntos: del lugar incierto en que estaban post Bows and arrows (Record Collection, 2004) hasta llegar a ser lo que querían ser. Con su voz a lo Dylan recargada y potenciada al máximo, Hamilton Leithauser hace tan evidente en “Red moon??? lo mucho que esperó para encontrar a su polola que no queda más que emocionarse con él junto con las trompetas tristonas de fondo que lo acompañan en esta nueva versión de sí mismo. Atrás queda esa furia de guitarra de garage y su voz como de ultratumba y aparece un Leithhauser más delicado y tanto más confiado.

Canciones como el blues blanco de los años ‘50 que es “Canadian girl???o la inspirada en los sonidos fronterizos tex-mex de “I lost you??? hablan de una banda que busca explorar más estilos, a pesar del registro limitado que les dan sus capacidades de ejecución. De a poco, The Walkmen parece haber dejado el subterráneo y haberse ido de vacaciones (“Donde está la playa???) a tener aventuras (“Long time ahead???) y en la pasada a enamorarse (“If only it where true???). Cosas que todos han hecho antes, pero que en ellos parecen producto de un esfuerzo sincero por sobreponerse y mirar en otras direcciones. El aura sombría de las guitarras de Paul Maroon se mantiene, pero la alegría anémica que traduce Leithauser se contagia, para dejar una sonrisa en el rostro a quien los escuchó tan distintos hace unos años.

El resultado es un disco bonito, trabajado, pero algo aburrido. Y quizá no podría ser de otra forma: el relato de cómo uno superó eso invisible que parecía angustiar la vida entera no suele ser muy entretenido y tampoco muy variado. Por eso es un disco que crece de a poco y que requiere paciencia, pero que termina por premiar a los estoicos y estoicas: escuchar a The Walkmen enamorados y contentos emociona.