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A pesar de su carácter de culto y de la trayectoria de su mentor, habrán algunos que tal vez no conozcan a Trembling Blue Stars, otros que sólo los ubicarán por algunas referencias y, por supuesto, algunos que se habrán encantado con las melancólicas composiciones de su más que entrañable discografía. Valga una breve reseña histórica de todas formas. Bobby Wratten, su líder, fue miembro fundador de Field Mice, grupo que a comienzos de los noventa hacían un cruce entre pop y electrónica. Su reputación los llevó a ser considerados emblema de Sarah Records. Una vez finiquitado el sello, Wratten formó parte de Northern Picture Library y desde 1995 encabeza el proyecto que nos compete, que a la fecha ya cuentan con seis discos editados, que tienen como marca aquel dream pop melancólico de bandas como Slowdive, Galaxie 500, Mazzy Star, Cocteau Twins, The Cure o New Order, grupos con quienes se les ha asimilado, guardando las proporciones.

The Last Holy Writer es su nuevo trabajo, que en doce temas despliega una interesante paleta de estilos que asoman con brillos propios. Desde el pop melódico, el sonido shoegaze, la nostalgia del new wave o la sencillez del indie, surgen temas compuestos con recursos sonoros electrónicos, arreglos acústicos, coros, líneas de bajo, percusión y experimentaciones que van conformando una rica propuesta musical que, de seguro, agradará de entrada a quienes no los han oído.

Hace unos meses atrás la banda optó por no volver a tocar en vivo y recluirse en los estudios para componer y grabar este álbum. Bendita decisión, porque les ha resultado de perillas. La solidez en la ejecución ya está funciona como maquinita hace rato, cosa que confirman una vez más. Wratten canta acompañado de Beth Arzy (de Aberdeen) y Daniela Neuhäuser (de Malory), haciendo la contraposición entre la voz forjada por la melancolía y la suavidad de ellas. Aquello resume en buena parte el espíritu que inunda este disco. Ya desde la portada existe ese contraste, entre lúgubre y luminoso, tan sacro como el vitral de mosaico que aparece en ella.

‘By false lights’ abre con misterio y sutileza, lo que hace pensar de inmediato en el parecido a Piano Magic, con quienes es posible emparentarlos, aunque con menos dosis de oscuridad. Le sigue ‘Idyllwild’ que es de una delicadeza y preciosura tremenda, un regalo de canción. Los temas con bases electrónicas con tono de desidia le suceden; ‘Sacred music’, ‘This once was an island’, ‘The coldest sky’. El reposo después de un día duro.

Lo experimental viene con la instrumental ‘Schnee Gletscher Glas’. El pop prístino de ‘November starlings’ o la pacífica armonía de ‘Say goodbye to the sea’ son también muestra de cómo, tema a tema, nos entregan momentos de buen gusto. Especial mención para el cierre del álbum con ‘A statue to Wilde’, un ensueño en la voz de Beth Arzy dentro de la mejor tradición del dream pop. Desde la sencillez compositiva y la pureza en la interpretación han logrado un espléndido resultado final que no deja indiferente. Y se agradece que dentro de tanta sobreproducción musical imperante en la industria para captar a la primera, haya momentos de calma y distensión como los que nos ofrecen los Trembling Blue Stars. El goce de oír un buen disco.