A veces pareciera contraproducente averiguar las influencias de ciertos músicos. En el caso de los ingleses Weird Dreams, difícilmente podría esperarse que de su fascinación por The Beach Boys, T.Rex, Broadcast, y una adolescencia metal y hardcore surgiera un disco como Choreography.

Pero he ahí viene el gran valor de la miríada de bandas, músicas y sonidos que pululan hoy en día. Y de ahí Weird Dreams, un mejunje ecléctico irresistible que tiene como coordenadas de acción la rockera melancolía de los Beatles de Revolver, Big Star, los primeros R.E.M., The La’s, The Shins, y por sobre todo, los estadounidenses Real Estate.

Luego de tantísimos cambios, Weird Dreams terminó acomodándose a ser un dúo más guitarrista y bajo rotativos. Doran Edwards, es el frontman y quien controla música y artwork, y Craig Bowers, el batero.

Choreography se terminó de grabar a fines de agosto 2011, siendo Rory Attwell, productor de moda londinense, quien las hizo de ingeniero. Estamos ante un disco que es una clara indicación de cómo han avanzado desde su formación en julio del 2010, lo cual puede notarse en ese deseo por sonar minimal, lo cual no es simplemente hacer canciones y arreglos sencillos, pues implica mucho trabajo.

A pesar de que las canciones pertenecen a distintos EPs, Choreography no deja de ser un trabajo unitario, cruzado una estética sonora que rememora escenas colegiales y la nostalgia que trae la inocencia perdida. Quizás esa atmósfera adolescente los hace sonar enfermizos un minuto, y hermosos al siguiente. Otro dato que ayuda a contextualizar el rollo de los británicos, es que Choreography es una especie de homenaje a la madre de Edwards, profesora de baile a quien éste de pequeño veía haciendo clases, generándole una constante sensación de ingravidez, y de gente que se dejaba caer en los brazos de otras gentes.

Las suyas son canciones pop como sueños extraños, obnubiladas por David Lynch, edulcoradas en sutiles melodías. El comienzo es urgente y casi eufórico con “Vague hotel”, pero ya en la segunda canción, “Hurt so bad” comienza a desgranarse la melancolía que se adivinaba en la anterior. El riff de guitarra de “Faceless” destaca a la primera oída, así como “Little girls”, la joya de la corona. ‘Holding nails’, “666.66” y “Suburban coated creatures” completan lo mejor de esta entrega.

Un primer disco decente. Veremos qué nos depara el segundo, prueba de fuego para muchas bandas como Weird Dreams, que perecen en el intento.