Si con su debut Gemini (2010) ya mostraron lo interesante que eran con un sonido casero y nostálgico, con Nocturne se van en plan de pulir su propuesta volviéndose más amplia en instrumentalización aunque sin perder el toque de ensueño que los baña.

Jack Tatum es  el maestro de ceremonias que lo cubre casi todo, desde la composición de todos los temas, pasando por la ejecución de todos los instrumentos (exceptuando la percusión) y hasta diseñando la carátula. Por tanto, la banda es sólo el marco en vivo para sus creaciones. Este empoderamiento había dado como resultado en Gemini el volcamiento de sus tensiones por compatibilizar con el fin de sus estudios universitarios.

Ahora, ha podido dedicar el tiempo necesario para elaborar prolijamente los temas que componen Nocturne. Y tal vez la expresividad de estos se plasma con mayor facilidad, corriendo el velo de la intimidad inicial para mostrarnos un espacio cálido y emotivo. A rasgos generales el nivel de producción es de un trabajo de precisión y enfocado más en el todo que en partes o temas específicos. Armonías elaboradas, arreglos, percusiones, sonidos reverberados, distorsiones, con un Tatum que se atreve más en la interpretación vocal, son elementos que van sumando para hacer de Nocturne un disco de los buenos que ha entregado este año.

Las tandas nocturnas a las que se volcó a trabajar entregan esto que se puede disfrutar sin agotar. Un precioso dream pop, como las artísticas carátulas que tiene, que arranca con “Shadow” , tema lánguido y con fino arreglo de cuerdas.  “Nocturne” marca con el uso de sintetizadores un panorama más jovial y a modo de representatividad del nuevo ánimo es elegido como primer single.

“Only heather” viene a ser uno de los temas que parecen resumir mejor sus características con uso de percusiones y sintetizadores que remiten en algo a My Bloody Valentine. Aunque no sé, algo me huele de un gustillo por Dinosaur Jr. al escuchar “Disappear always”, con buen remache final.

“Paradise”, más bailable, con retazos de sonido New Order, puede ser un buen indicador hacia dónde dirigir sus pasos a futuro y ganar más adeptos. De los mejores temas que trae. “The blue dress” es un ejercicio a lo The Cure desde su arranque guitarrero, pero se queda en eso y no evoluciona mucho. “Rheya” en ese sentido cierra mejor ya no como imitación sino como homenaje  através de un ambientación ad hoc.

Wild Nothing ya han construido una base con dos álbumes y es de esperar la obra maestra que pueden dar a futuro. Si antes fue el turno de The Pains of Being Pure at Heart, buena hora es para que Wild Nothing tomen la posta en la senda que recorren varias bandas de revival C86 y estilo de mediados de los ’80.

Disponible en Tienda Sonar en formato CD a $12.900 y vinilo $16.900. Tienda Sonar está ubicada en Paseo Las Palmas, local 017, Providencia.