Las bandas deben evolucionar. Experimentar nuevos sonidos, aventurarse, explorar apuestas, pues es parte del desarrollo esperado. Y hablaría un poco mal sonar en todos los discos iguales (aunque ejemplos sobren). Sin embargo hay discos que en la trayectoria de una banda son puntales y que definen el estilo que más le acomoda. Discos que podrían dar cuenta de una esencia. Y en el caso de Yo La Tengo esa pasa por un estilo susurrante, delicado y mágico con arrebatos sónicos repentinos combinados con melodías pop simples y cariñosas. En lo personal creo que la banda de Hoboken, desde And then nothing turned itself inside-out (Matador, 2000) que no se arrimaba a ese sonido en forma tan notoria como en esta decimotercera entrega.

Tal como la carátula, se refugian bajo este frondoso follaje que bien les asienta. Por eso, más que los discos anteriores más experimentales, Fade es considerado un álbum para fans. Canciones candorosas e introspectivas a veces, rítmicas y joviales en otras, que suenan nítidas bajo la prolijidad de John McEntire en la producción. Se nota la mano.

Con el privilegio del formato acústico alcanzan esa intimidad con el auditor en un territorio en que se desenvuelven con prestancia y dominio. Por cierto que también presentan reminiscencias a su obra cumbre I can hear the heart beating as one (Matador, 1997). Empezando con la partida ‘Ohm’, con una rica percusión y todo el trío cantando, guitarras muy “indies” y en aumento rítmico que la hacen una maravilla de canción. Y de ahí en más una excelente colección de temas que pasan por el pop sesentero (‘It’s that enough’), el sonido groovy (‘Well you better’), el lo-fi puro (‘Paddle forward’) y una segunda parte del disco que privilegia un ambiente más reposado y de ensueño, con ingredientes del folk (‘I’ll be around”, ‘Cornelia and Jane’) y la balada “(‘Stupid things’, ‘Two trains) que forman el tronco de este trabajo magnifico que nos trae silenciosamente al trío de regreso dando muestras de su gran talento. Sin aspavientos y sostenidos en su calidad se imponen en la vorágine de producciones rimbombantes e insulsas. Simplemente una vez terminado de oírlo deja una sensación de gratitud y satisfacción por haber digerido con placer un gran bocado sonoro. Desde ya favorito a las lista de recuentos del año.