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El 4 de marzo del 2006, el pop independiente nacional sufrió una de sus más sensibles pérdidas: la separación de Les Ondes Martenot. El desgaste de los ensayos y los roces propios de sostener una banda de nueve integrantes fueron los detonantes para el quiebre de los herederos nacionales más lúcidos del pop melancólico de Belle and Sebastian y Camera Obscura. Un multitudinario show en La Batuta marcó el cierre de su primera etapa, antes de que sus integrantes se dispersaran por disímiles proyectos como Golden Baba, Zemanova y Harmónica.

Un año y medio después, la vocalista y guitarrista Alejandra Vaca confirma vía telefónica lo que era un secreto a voces: la banda anuncia su regreso con seis de sus nueve integrantes originales (a Vaca se suman la violinista Erica Díaz, los guitarristas Juan Pablo Benavides, Claudio Garretón y Rodrigo Hoyos y el baterista Víctor Fernández; abandonaron el barco el trompetista Cristián Pinto y los cellistas Francisca Morales y Alejandro Soto). “Estamos ensayando desde la semana pasada”, cuenta. “Tenemos temas de la primera época que nunca alcanzamos a grabar. A diferencia del pasado, ahora queremos hacerlo todo a ritmo tortuga. Ningún apuro, ningún festival, ni nada que probarle a nadie. Relajados y haciendo canciones bonitas no más”.

En su breve carrera Les Ondes Martenot sumó varios hitos: un disco debut homónimo repleto de melodías luminosas y optimistas que calificó entre lo mejor del circuito local el año 2004; el primer lugar en el Concurso de Nuevos Grupos de Super 45 y su presentación en el festival de música independiente Pulso en junio del mismo año. “Nos separamos porque no lo estábamos pasando bien. Existían diferencias de tiempo, de horarios, de prioridades y de formas de ver la vida. Ahora volvemos sin cello ni trompeta, con lo cual perdemos un poco el sonido, pero superamos el ‘overload’ de gente, que era un cacho. Costaba mucho ponerse de acuerdo hasta en las cosas más chicas”.

¿Cómo empezó a fraguarse la idea de volver a tocar juntos?
Llegó un punto donde nos echábamos de menos. Aunque muchos tuvieron sus proyectos personales, cada uno por sí solo nunca iba a ser tan bueno como Martenot. Encontramos que todo era demasiado lindo como para botarlo. En mayo nos juntamos en un asado y limamos asperezas.

Sobre un posible nuevo disco, Vaca aún no se atreve a poner plazos. “Hay que reconfigurar la cabeza, no componer más para cellos y armonizar diferente. No tengo idea como irá a sonar todo porque, personalmente, no escuché música durante todo el 2006 y no tengo ninguna influencia en la cabeza”.

¿Tan así fue?
En serio. A mí me dio tanta pena que no siguiera Martenot que no escuché nada en un año. No tengo idea de la música que existe ahora, estoy eternamente perdida. Para que entiendas, mi último disco de amor fue Let’s Get Out Of This Country y no encuentro nada mejor hasta ahora.

En estos meses de ausencia, ¿hay algún proyecto independiente chileno que te haya llamado la atencion?
No me gusta nada, soy lo más gruñona que hay. Escuché a Teleradio Donoso y no me pareció tan terrible. Y siempre me ha gustado Gameover, por una cosa de amor de amigos.

Les Ondes Martenot fue siempre visto como un grupo outsider, incluso, dentro de la misma esfera independiente. ¿Esta vuelta implica subir las pretenciones? ¿Enrolarse en algún sello, por ejemplo?
Espero que funcione por el principio básico de tocar juntos por placer y, si sale bien, pasen cosas choris. Nunca me voy a acostumbrar a eso de que Martenot sea considerada por algunos una “banda de culto”. Las canciones de nosotros fueron hechas súper humildemente en guitarras de palo, casi como antídoto al ravotril. Por eso todo me parece muy raro. Para mí de culto es Brian Wilson, no la Ale Vaca (risas).