A casi cuatro años de su anterior visita a Santiago, justamente en el Festival Primavera Fauna 2014, la banda escocesa vuelve en mayo como el plato fuerte de la versión otoñal del evento. Acá recordamos su trayectoria y analizamos porqué su show es un imperdible.

Harta agua ha pasado bajo el puente desde que Stuart Braithwaithe (voz, guitarra) y Dominic Aitchison echaron a andar la banda en 1994 junto al baterista Martin Bulloch, con la expresa intención de hacer música de guitarras “en serio”, ya que en esa época sentían que la esencia del rock (así, a secas) se perdía entre revivals varios y las sensaciones de la temporada.

La elección de su nombre llegó al recordar el nombre de la criatura que aparece en la película “Gremlins” (Joe Dante, 1984) y descubrir que significa “espíritu maligno” en cantonés. Según Stuart, “en realidad no tiene un significado importante y siempre intentamos conseguir uno mejor, pero al igual que muchas otras cosas, no lo logramos.” Por lo mismo, quedan desde ya advertidos: Tampoco intenten encontrar significados ocultos en los títulos de la banda. Martin Bulloch se encargó de destrozar el mito hace unos años: “En realidad lo pasamos muy mal cuando debemos darle título a un tema o a un álbum. Por lo general, terminamos escogiendo algún juego de palabras o alguna broma interna. No existe una ‘filosofía Mogwai’”.

Inspirados por ilustres como Slint, My Bloody Valentine, Sonic Youth o The God Machine, graban una serie de singles en 1996 y 1997, donde dejan claras sus intenciones: Temas instrumentales que huyen de las estructuras tradicionales, conducidos por guitarras que van acumulando tensión hasta explotar en un clímax de distorsión que poco a poco los devuelven al punto de partida. Al poco tiempo, la formación se amplía con la llegada del guitarrista John Cummings y del baterista Brendan O’Hare (Teenage Fanclub), quien –cuenta la leyenda- fue expulsado por no mantener silencio durante un concierto de Arab Strap, colegas de Glasgow con quienes Mogwai entablaron una relación de amistad y admiración casi reverencial.

La edición del fundamental Young Team (Chemikal Underground, 1997) – debut cuya grabación no estuvo libre de problemas y discusiones con un equipo técnico que no acababa de entender su forma de hacer música- fue el punto cero de una carrera que los elevó como nuevos baluartes del post rock, pese a que la banda jamás se sintió cómoda con la etiqueta: “Creo que eso no tiene nada que ver lo que hacemos. Para nosotros, post rock es lo que haces después de un concierto, como tomar una cerveza con tus amigos”.

Uno de esos amigos resultó ser Barry Burns, coterráneo de Glasgow que se unió a la banda antes de la grabación de Come On Die Young (Chemikal Underground, 1999), registrado en Estados Unidos junto al productor Dave Fridmann. La entrada de Burns fue por motivos bastante prácticos: “Lo aceptamos porque domina varios instrumentos y además cuenta muy buenos chistes”, recordaba Braithwaithe, lo más parecido a un líder que podemos encontrar en Mogwai.

A partir de ese momento, la paleta sonora del grupo se amplió, y sus característicos desarrollos instrumentales con guitarras atronadoras y tensos crescendos comenzaron a convivir con sutiles arreglos electrónicos, como quedó demostrado en Rock Action (Southpaw, 2001) o Happy Songs For Happy People (Rock Action, 2003). Siempre en busca de nuevas formas de equilibrar energía y sutlieza, también nos entregaron obras que apostaban por un sonido más orgánico: Ahí quedan el tremendo Mr. Beast (Rock Action, 2006) o The Hawk Is Hawling (Rock Action, 2008), su primer disco totalmente instrumental en años.

En paralelo a su discografía “oficial”, los escoceses no le han hecho asco a componer bandas sonoras para películas, documentales o series (Zidane: A 21st Century Portrait, de 2006, Les Revenants, de 2013, los más recientes Atomic de 2016 o Before The Flood, éste junto a Nine Inch Nails y Atticus Ross), como tampoco a dejarse remezclar por manos ajenas, saludable práctica iniciada en 1998 con el imprescindible Kicking A Dead Pig (Eye Q Records) -en donde su material más temprano fue remodelado por gente como Hood, Arab Strap, Kid Loco o The Third Eye Foundation- y continuaron en 2012 con A Wretched Virile Lore, volumen con revisiones del material de Hardcore Will Never Die, But You Will (Rock Action, 2011) a cargo de nombres como Tim Hecker, Robert Hampson o Justin K Broadrick.

La evolución de la banda ha seguido adelante, retomando los arreglos electrónicos desde Rave Tapes (Rock Action, 2014) hasta llegar al más reciente Every Country’s Sun (Rock Action, 2017), que los muestra nuevamente equilibrando la presencia de sintetizadores y secuencias con el ruido de las guitarras distorsionadas, sin que el resultado final suene demasiado indefinido. Puede que esta sonoridad ya no sea del agrado de los fans que los siguen desde los primeros días, pero es en directo donde la banda sigue demostrando que su esencia se mantiene intacta, y es por eso que la cita del próximo sábado 12 de mayo en Espacio Riesco se hace totalmente imperdible, pese a que la banda llegará sin dos de sus integrantes históricos: El guitarrista John Cummings se retiró en 2015 para iniciar una carrera solista, y el batero Martin Bulloch, aquejado por problemas de salud, debió descartar su participación en la actual gira hasta nuevo aviso. En su reemplazo figura actualmente la baterista Cat Myers, del dúo Honeyblood; además, desde 2016 se presentan como invitados en vivo los músicos Alex Mackay (guitarras, sintetizadores, percusión) y el ex- Long Fin Killie Luke Sutherland, quien aporta voces, percusiones y violín a las inquietantes atmósferas del grupo. ¿No es acaso una gran oportunidad para escuchar los clásicos y el nuevo material de los escoceses?

Festival Fauna Otoño
Sábado 12 de mayo 2018
Espacio Riesco
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