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The For Carnation es la reencarnación de Slint, el grupo de Louisville que tras grabar a fines de 1990 su obra culmine, Spiderland (1991, Touch and Go), se disuelve. Trabajaron ese disco durante tres meses y se dedicaron a crear con mucho esfuerzo uno de los álbumes más sutiles y complejos de la música rock, uno de los primeros en tener al silencio como co-protagonista. La acogida fue nula.

No había público para ellos, sencillamente. Ni quienes compraran Spiderland, ni quienes fueran a sus shows, o de ir, que se entusiasmaran con lo visto en escena. Nada. Por ello, y tras presiones parentales (“¿Para qué malgastas tu tiempo en algo que no funciona????), Brian McMahan (voces y guitarra) y sus amigos abandonan el barco.

El vocalista comienza una vida normal (esposa, trabajo) y abandona la música y la escena de la que formaba parte desde su adolescencia, al tocar junto a David Grubbs (Bastro, Gastr del Sol) en Squirrel Bait, que más tarde mutó en Slint al incorporar a nuevos músicos como el guitarrista David Pajo (más tarde en Tortoise). Sin embargo, tras radicarse en Chicago, Brian McMahan es invitado por Will Oldham para formar una nueva banda que se llamaría Palace Brothers, cuatro años después de que Slint se disolvió.

El efecto bola de nieve de Spiderland ya había comenzado, y por alguna razón el disco se volvió popular y comenzó a vender cada vez más y a hacer notar su influencia en toda una generación de bandas (Mogwai, Rodan, Codeine, June of 44) que reivindicaban su herencia ligada al misterio, a la contención y al ruido liberador.

Es ahí cuando Corey Rusk (dueño de Touch and Go) se acerca a McMahan para editar dos temas que habían quedado inéditos, con el resultante Ep (1994, T&G) de Slint. A la vez, Steve Albini empieza a hacer lobby para que el vocalista, de nuevo en contacto con Pajo y con Britt Walford (batería), grabe material fresco de la banda.

Es ahí donde nace lo que constituirá Promised works (2007, Touch and Go), que recopila ediciones de 1995 y 1996 aparecidas por Matador, bajo el nombre de The For Carnation. Brian McMahan asume que Pajo está demasiado ocupado con Tortoise como para poder compartir su tiempo en Slint, así que se dedica a trabajar sólo el material que tenía proyectado para el tercer álbum del grupo disuelto, y luego lo graba con una banda de sesión.

Dichas canciones toman nueva vida, y la electricidad de Slint se esfuma en ellas. Sólo queda un trabajo muy personal, íntimo y minimalista, como el que se puede apreciar en las tres primeras canciones (“Grace beneath the pines???, “How I beat the devil??? y “Get and stay get march???), editadas en principio bajo el nombre de Fight songs (1995, Matador). De nuevo, pasan desapercibidas por completo, y McMahan tiene algunas dificultades en vivo, ya que la catarsis rítmica y el rock han desaparecido, por lo que le cuesta crear el ambiente apropiado para su música al borde del susurro, especialmente si es viernes por la noche y el público sólo quiere celebrar y beber cerveza.

En Fight songs, se entiende lo que el vocalista canta. Es más, lo hace con melodía, dejando de lado el spoken word característico de Slint. Su lírica se encuentra íntimamente ligada a la tradición de poetas anglosajones como William Blake, John Keats y Edgar Allan Poe, con una lectura poco lineal con frases como: “with crackheads, and assassins, and burnt victims, and millionaire’s sons???, en “Grace beneath the pines???, que hace alusión a su estadía durante dos meses como guardaparques en la región de ??rtico (‘Two months of seals’, canta) y sus recuerdos de la ciudad.

El disco se graba junto a David Pajo (quien comienza a trabajar en la época en su proyecto Aerial M, con una música que se muestra igualmente como la evolución de Slint), Doug McCombs (bajo) y Johnny Herndon (batería), todos de Tortoise. Comienzan muy pronto las sesiones de lo que será el mini Lp Marshmallows (1996, Matador), segunda parte de este Promised works.

Marshmallows cuenta con canciones muy bellas, casi infantiles, como “On the swing??? e “Imyr, marshmallow???. Además, se incluye un obsesivo instrumental que recuerda la cadencia de Slint en su lado más enfermizo ( “I wear the gold???) y otro que cierra el mini lp, “Preparing to receive you???, donde las partes de guitarra y batería se repiten en bucles sin que nada ocurra durante siete minutos. Lo más interesante se encuentra, sin embargo, en “Winter lair??? y en la sombría “Salo??? (que narra escenas como la de una violación: “Ella entierra sus dientes, los ojos hinchados pero brillantes, cuando el próximo cae sobre ella, y patea pero ellos sostienen sus piernas???). Ambas canciones evolucionan lentamente sobre su propia búsqueda incógnita y, en el segundo caso, de desamparo, con xilófonos y un sonido de sónar que se repite.

Promised works es un trabajo tremendamente personal, propio, como una confesión o un cuadro. Esta mirada de autor es la que lo hace único y rescatable frente a las legiones de álbumes de indie rock que se han hecho luego. Apela a lo que Pajo describe como emotividad: si sientes realmente lo que tocas, ello se reflejará en tus canciones. Por ello, el manoseado término postrock se muestra una vez más inoperante aquí, ya que The For Carnation no se acerca ni al rock drogado y atmosférico de Amp o Flying Saucer Attack, ni a las digresiones electrónicas de Tortoise, ni a la avalancha de ruido de Mogwai. Para quienes buscan y ansían un tercer disco de Slint, es bueno anunciarles que éste ya existe, ya existía, y estaba ahí tan escondido como sus antecesores en sus inicios.