Hubo una vez en que Jolie Holland cantaba sobre cómo su chico estaba enamorado de un tren, y su música era perfecta para ir al ritmo de una locomotora. En su disco anterior, Escondida (Anti, 2004), llegó a pedir morfina para apaciguar el blues, el dolor y sentirse bien. Todo de la mano de canciones infalibles que parecían sacadas de otra época.

Ahora los tiempos han cambiado. Su nuevo álbum, The living and the dead, podría catalogarse como el disco de ruptura en su carrera. Una progresión hacia rumbos que Holland no había tomado antes. Aquí su bella voz es doblada, y hasta triplicada, en un gran regalo para nosotros pues la texana pareciera disfrutar de cada fraseo, expresando un gusto que no se notaba tanto en las anteriores entregas.

En este disco se crean grandes atmósferas góticas de paisajes desolados y tierra seca. “Fox in its hole” se erige como una de las muchas victorias de este cambio de sonido. En “Your big hands” suena un riff de hard rock sobre la tranquila trayectoria vocal de Jolie, un hilo conductor que sigue siendo la razón por la que Holland hechizó una vez y para siempre a Tom Waits, su compañero de sello. Es también la razón por la que “Palmyra” resulta irresistible con su aire rústico y letra llena de convicción: “Me estoy volviendo muy buena para hablar de mis despedidas”.

The Living and the Dead es un tour de force de estilos musicales americanos, que van desde el country y el blues hasta el folk. Y, como detalle, el reparto ensalza nombres ilustres, entre los que se encuentran compañeros de ruta de M.Ward y del propio Mr Waits. Jolie Holland ha sacado un tremendo trabajo y jugado una carta de riesgo. Al parecer, el chico de los trenes la dejó, o mejor dicho, es ella quien ha decidido abandonarlo y seguir adelante.

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