Comienza el segundo semestre y es una buena oportunidad para hacer un pequeño recuento de lo que hemos escuchado este año, que a juzgar por los álbumes reseñados más abajo, no ha estado nada de mal. Aquí van los mejores 15 discos en lo que va del año, según el criterio de nuestros atentos colaboradores.

 

1. Lotus Plaza – Spooky action at a distance (Kranky)

De alguna manera, Lotus Plaza es a Lockett Pundt lo que Atlas Sound a Bradford Cox. O sea, los proyectos paralelos de la banda estadounidense Deerhunter. Si bien ninguno iguala el nivel de esta última, son trabajos, por lo menos, interesantes. De ahí la probabilidad que un auditor atento que escuche por primera vez a Lotus Plaza y no sepa de esta conexión, se ponga suspicaz ante la similitud de su sonido con el de la banda nodriza.

Y esto es natural debido a que en ambos proyectos el tratamiento de las guitarras es la marca de la casa: trabajados (y simples) arpegios y riffs, feedbacks impecablemente elaborados e infatigables loops se combinan para crear borrosos y canábicos pasajes en los cuales el shoegaze y la sicodelia se funden todo el tiempo. Las baterías acompañan, y se concentran en seguir un patrón definido que servirá para acentuar el carácter hipnótico de Lotus Plaza.  Sigue leyendo… (Claudio Salas)

2. The Walkmen – Heaven (Fat Possum)

The Walkmen ya no son la misma banda de hace 10 años atrás: lo que se escucha en Heaven es el síntoma de un proceso continuo de maduración, donde el quinteto se asoma más calmo. Sus canciones suenan más sólidas y contundentes; sus letras parecen más enfocadas en retratar el amor (y los múltiples problemas asociados a éste), desde la cotidianidad y no desde la desesperanza. Probablemente, Leithauser y compañía han llegado a facturar su disco más maduro. Un disco que, parafraseando su título, los lleva a sentirse al menos en este instante, en el cielo. (Gabriel Pinto)

3. Beach House – Bloom (Sub Pop)

Con el peso mediático que obtuvieron con su anterior álbum Teen dream (Sub Pop, 2010), costaba esfuerzo siquiera nivelar con lo nuevo que harían. Pero aunque la mayoría de las críticas de la prensa consideran que no lo sobrepasa, Bloom se presenta como una obra sólida, con canciones de excelente factura y que los sigue encumbrando en las esferas musicales.

Las opiniones coinciden en que es un disco más etéreo, con el aderezo de sintetizadores y la voz prístina e imponente de una Victoria Legrand que ya se puede equiparar a la categoría  de otras heroínas del dream pop como Trish Keenan (Broadcast) y Emma Pollock (The Delgados). Sigue leyendo… (Rodrigo Salinas)

4. Django Django – Django Django (Because)

Las principales características de este primer LP se perciben desde “Hail bop”: fondo electrónico, guitarra con sonido pre-año 67, dos o tres voces armonizando las canciones, y ruiditos electrónicos que se cruzan por los parlantes todo el tiempo, sazonando el disco entero. “Default”, el primer single, con una guitarra salida del rock & roll de fines de los años ’50 y como si C3PO y R2-D2 estuvieran en las voces, debe ser uno de los singles más divertidos y disfrutables del último tiempo. “Waveforms”, el segundo single, confirma los elementos antes descritos, y “Life’s a beach” podría estar perfectamente en un soundtrack de Tarantino.

En suma, un disco pop entretenido, sorprendente, que renueva la fauna de bandas que aparecen cada día, se anota con un buen disco, algo difícil en una época de mp3s, y que le otorga a Django Django el paso a las primeras ligas. Sigue leyendo… (Claudio Salas)

5. Chromatics – Kill for love (Italians Do it Better)

Después de un silencio de cinco años, Chromatics reaparece con  Kill for love, disco que funciona perfectamente como un lado B del soundtrack de Drive, película en la que Chromatics colaboró con Tick of the clock“.

La influencia de Nicolas Winding Refn es evidente. Son 80 minutos de dreamy e italo pop, dos rasgos de Italians Do it Better y de la genialidad de Johnny Jewel. (Andrea Faúndez)

6. Lambchop – Mr. M (City Slang)

Según Kurt Wagner (voz, guitarra y corazón de Lambchop), este álbum surge de la necesidad de editar un último trabajo que quedó postergado cuando decidió cambiar la guitarra por los pinceles. Pinceles que ahora tiñen de blanco y negro una sesión de cámara sesentera con Sinatra y Bacharach como influencias principales, y donde las composiciones rinden homenaje no sólo a Vic Chesnutt, sino que también a una época mejor.

La idea fue de Mark Nevers (Ex-miembro del combo y ahora productor e ingeniero), quien define el sonido que buscaba para los últimos textos de Wagner como “psycho-Sinatra”. Sigue leyendo… (Enrique Moraga)

7. Dexys – One day I’m going to soar (BMG)

Hay dos lugares donde se insiste -majaderamente, por cierto- en situar a Dexys y a su líder, Kevin Rowland: el baúl de los one hit wonders (por “Come on Eileen”) y el saco de los músicos que autosabotearon sus carreras. Después de escuchar este disco, el primero del grupo en 27 años, semejante diagnóstico se va directo a la basura: he aquí el regreso glorioso de la temporada.

Elegancia soul, olfato pop y existencialismo aproblemado son los ingredientes de esta colección de canciones afectadas y que afectan. Si es por quejarse de lleno, acá lo único que se echa de menos son los apellidos Midnight y Runners. (Andrés Panes)

8. Laurel Halo – Quarantine (Hyperdub)

La constante contracultura que se encarga de mover el ciclo eterno de renovación del pop, ha tenido en artistas recientes como Oneohtrix Point Never, Actress y How To Dress Well, algunos ejemplos de gente que quiere añadir algo nuevo al rodamiento desde el frente electrónico. Laurel Halo ha sido también parte de este grupo y finalmente entrega Quarantine, su primer e intenso larga duración vía el sello Hyperdub.

La espera valió la pena porque lo de esta chica de Michigan es realmente un disco especial, una suerte de nuevo y renovado soundtrack para la ciencia ficción. La distopía ya nos consumió, pero Halo –aún así a costa de máquinas- nos da un respiro con un sonido orgánico y profundo, misteriosamente bello a la vez que denso y que se propone como un acompañamiento imprescindible para nuevas exploraciones íntimas. (José Luis Báez)

9. The Magnetic Fields – Love at the bottom of the sea (Merge)

En el caso de Love at the bottom of the sea cualquier mal presagio se disipa más temprano que tarde; estamos, a no dudarlo, frente a un producto concebido y ejecutado de forma sublime.

Lo primero que viene a mi cabeza cuando el álbum ha llegado a su fin es la respuesta de Michael Stipe a la tibia recepción que Up tuvo al ser publicado en 1998: “si este disco lo hubiera grabado un trío desconocido, la gente lo celebraría a gritos, desnuda, en la calle”. Sigue leyendo… (Cristián Opazo)

10. Japandroids – Celebration rock (Polyvinyl)

Tras considerar, por segunda vez, disolverse y abortar misión, el dúo de Vancouver se encerró en el mismo estudio y con el mismo ingeniero (Jesse Gander) del excelente Post-nothing.

En su segundo disco, los canadienses siguen cargándole la mano a las distorsiones de guitarra y las baterías frenéticas, pero hilando cada vez más fino en la mezcla de voces y en las letras. Tres ejes temáticos atraviesan el álbum: fuego, noche y adolescencia; todos tan fugaces y extinguibles como amenaza ser la vida de este tándem canadiense. Hay que disfrutarlo mientras dure. (Andrés Panes)

11. El-P – Cancer for cure (Fat Possum)

El cáncer de la sociedad moderna se traduce en individualismo e indiferencia. Y Jaime Meline, El-P para los amigos, es un rapero que lo tiene claro. Su tercer disco, es tanto un alegato contra la sociedad en crisis como un sentido homenaje al fallecido Camu Tao, su amigo y colaborador en Def Jux, sello que tuvo que congelar debido a los problemas de financiamiento.

Ahora en Fat Possum, etiqueta indie por excelencia que sólo este año ha editado sendos nuevos trabajos de Spiritualized y The Walkmen, El-P ha dejado de lado el trabajo administrativo y ha vuelto a lo suyo: las rimas y la producción descabellada. Sigue leyendo… (Freddy Olguín)

12. Actress – R.I.P. (Honest Jon’s)

R.I.P es el tercer disco de estudio de Actress, seudónimo del productor inglés Darren Cunningham y que apela esta vez, a diferencia de los trabajos anteriores, a ampliar su alcance apelando al interés tanto a los que gustan de la electrónica bailable como a los que disfrutan de la electrónica ambiente.

La analogía del suburbio y su club nocturno parece ser una buena forma de entender un trabajo con un sonido nocturno, callejero, a veces sofocante, hiperactivo y también calmo por diferentes tramos, similar a una noche de parranda estival. Sigue leyendo… (José Luis Báez)

13. Beachwood Sparks – The tarnished gold (Sub Pop)

Tan inesperado como agradecido es el retorno de Beachwood Sparks tras una década de silencio. Chris Gunst y Brent Rademaker retoman el trabajo justo donde lo dejaron despachando trece canciones que parecen suspendidas en el tiempo y en el espacio.

The tarnished gold sigue así una tradición de más de cuatro décadas (el “pop cósmico” de Gram Parsons et al) y se hace grande donde importa: las composiciones. No hay novedad, es cierto, pero Beachwood Sparks no está llamado a romper los límites del pop sino que a profundizar sus raíces y hacerlo eterno. (Cristián Araya)

14. Caveman – CoCo beware (Magic Man!)

En tan sólo dos años, este quinteto de Brooklyn ha debutado con un LP repleto de atmósferas y guitarras efectistas, que se superponen a la delicada voz de Mathew Iwanusa. No debemos dejar pasar la base rítmica de cadencia casi jazz, con percusiones finas que aportan el ritmo justo a las texturas. (Boris Orellana)

15. Daughn Gibson – All hell (White Denim)

Daughn Gibson tiene toda la estampa del tipo rudo. Con un pasado stoner-metal y de profesión camionero, este aficionado de la música country tiene la capacidad de  evocar a Glenn Danzig, Johnny Cash y Nick Cave.

Transita entre la soledad y bizarra sinuosidad de caminos e historias que se mezclan con la tormenta de un amor perdido y la polvareda de la ruta. Un recorrido por parajes electrónicos, oscuros y de indiscutible belleza. (Andrea Faúndez)