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Charlie Cooper aprendió en las grandes ligas. Scott Herren, de Prefuse 73, y Richard Devine, de Schematic, le enseñaron a usar las máquinas a finales de los 90s. A principios de la presente década, Trent Reznor, de Nine Inch Nails, le prestó su estudio por unos meses, con ingenieros y todo incluido. Telefon Tel Aviv, su banda, es una de las puntas de lanza del movimiento IDM (intelligent dance music) y ha ganado alabanzas de la crítica y el público. Cooper se presentó en Santiago el pasado sábado 10 de septiembre en un asombroso concierto junto a Joe Costa y Mark Hellner, en un repleto Cine Normandie.

1996. Mientras en Chile algunos sellos se aseguraban al acaparar los pocos grupos pop que existían, en el exterior sucedían cosas espléndidas a nivel musical. Resulta difícil olvidar un Millions now living will never die, de Tortoise, o el Emperor tomato ketchup, de Stereolab… Pero, algo más allá retenía la atención de jóvenes despiertos: Autechre, LFO, Warp Records y una corriente de música electrónica que no se acercaba ni al dance ni a Kraftwerk. Charlie Cooper estaba entre ellos. Varios años más tarde, su banda, Telefon Tel Aviv, llegaría a estar a la cabeza del movimiento…

Estamos en el Cine Arte Normandie. Son las 6 de la tarde, así que ya todos han probado sonido. “Todos???, se refiere a los tres proyectos que tocarán en un rato más, aquí en Santiago, este 10 de septiembre. L’altra, Marc Hellner, de Pulseprogramming, y por supuesto, Telefon Tel Aviv, además de Javiera Mena y su banda.

Ha sido una semana promocional para Charlie: varias entrevistas en radio, una noche de DJ durante el lanzamiento de la película Play (en la que TTA presta una canción para la banda sonora donde también participan Joe Costa y Hellner en la parte incidental). De hecho, esa canción es el hit con el que TTA se posicionó en algunas radios locales, y que viene girando en la parrilla desde hace un tiempo. Algo tal vez contradictorio, ya que el estilo de Charlie y Joshua Eustis, la otra mitad de Telefon Tel Aviv, supera ampliamente la gama de beats de club propuesta en ese tema. Incluso, ellos hicieron escuela en Chicago, de la mano de próceres de Schematic, como Richard Devine y Scott Herren (Savath and Savalas, Prefuse 73), quienes les enseñaron a usar equipos electrónicos entre el 97 y el 99.

Cooper contesta nuestras preguntas en un perfecto español que le debe a sus raíces hondureñas (aunque nació en Estados Unidos), y cuenta cómo fue haber estado 3 meses en el estudio de Trent Reznor (Nine Inch Nails) en Nueva Orleáns, así como de la desaparecida ciudad en la que Charlie creció y vivió antes de mudarse al estado de Illinois.

—¿Tienen planes futuros luego de Map of what is effortless (Hefty, 2004), su último disco?

—Todavía no, vamos a ver… Con todo lo que pasó (con el huracán Katrina y la destrucción de Nueva Orleáns), nadie sabe del equipo de Josh.

—¿¡Tenían el estudio allá!?
—Sí. Josh ya no ocupaba su departamento en Chicago. No aguantó los fríos inviernos del Norte y se fue a vivir a Los Angeles, y dejó todo su equipo en Nueva Orleáns hace unos seis meses, cuando nos fuimos de gira. Y ahí quedó.

—¿Y ahí guardaban el piano Rhodes y todo?
—Todo. Yo tengo mi equipo propio. Pero él tiene el disco duro, que tiene muchas cosas. Yo también tengo varias, aunque quién sabe lo que perdemos. Todavía no pensamos en eso, en qué perdimos. Eso hasta que lo busquemos y veamos que ya no lo tenemos (se ríe).

—¿Cómo combinan la nostalgia con hits bailables como ‘My week beats your year’?
—Ah. Esa canción es un poco rara. Sí. No sé, para nosotros era una cosa natural en ese álbum, en el que queríamos poner un poco de todo, un poco de electrónica, un poco de música estilo antiguo, cosas nuevas y también… Pues nos faltaba la canción para la fiesta.

—¿Querían acercarse a un público más amplio con este disco?
—Sí, en unas partes sí, en otras partes no.

Charlie escucha de todo. Para su disco más reciente, Telefon Tel Aviv usó una orquesta de más de treinta músicos e incluyó varios pasajes de cuerdas. “Nos gusta mucho la música clásica???, acota. “También todo lo que es música ‘arte de sonido’ y la música hindú, con notas sostenidas. No son notas rápidas, son más bien lentas, y la música de Steve Reich, que tienen notas largas, así, y otras que son rápidas.??? TTA podría seguir con este experimento de cuerdas a futuro, y Charlie no descarta la opción de un coro.

—¿Es más entretenida la sección rítmica cuando tocas en vivo?
—Hay más que hacer. Lo puedes cortar más, puedes usar más efectos, es más divertido porque tocar con laptop es bien aburrido. Aunque use Ableton Live, me gusta más tocar, mil veces. Creo que para la audiencia es lo mismo (se ríe). Cuando fuimos de gira a Europa se sorprendieron al vernos tocar con banda. Yo soy americano. Vengo de raíces punk y rock, y para mí es mejor. Hay algunos que sí son buenos con laptop: Kevin Drumm, Fennesz, Autechre…

—¡Punk rock! ¿Te gustaban Jesus Lizard, Rodan, Sebadoh?

—Sí, todavía me gustan. Sebadoh… Estaba hablando de Sebadoh el otro día con unos muchachos aquí, acerca del Lollapalooza. Ahí, hace años ya, vi a Sebadoh por primera vez. Al día siguiente fui a comprar todos los discos de Sebadoh que encontré. Todavía me gustan. Escucho Dinosaur Jr. A mí me gusta la música rock. A Josh le gustan cosas más tranquilas. Yo no hago esa frontera entre música no electrónica y electrónica; no escucho sólo esto último. De hecho, a lo mejor por eso los que hacen música electrónica son tan aburridos (se ríe).

—Hay grupos que vienen del rock, como Notwist, quienes luego se unieron a Lali Puna…
—Sí, son amigos míos. Cuando escuché Shrink (Duophonic, 1998), en ese tiempo me pareció la síntesis perfecta y que la cosa iba para allá, entre rock y electrónica. En ese tiempo, la cosa era muy purista. Había cosas como el house, por un lado, o Schematic, Pole, o como Boards of Canada, por el otro, pero sabíamos que esto se iba a acabar. Se veía ridículo. Cada vez buscando golpear más fuerte en una pared: cada vez más fuerte, cada vez más beats y más beats y más beats: más complicado. Llega a un punto de ridiculez en que ya no es música, es una cosa que esta semana sale algo que es lo mejor, y la próxima otra cosa que es aún mejor. Es como Joe Satriani y Steve Vai, música que deja de ser música. Ahora, hay muchos electrónicos que tienen banda: Mouse on Mars o To Rococo Rot, que ya llevan tiempo haciendo esto.

—En Chicago, ¿te han gustado grupos que están “del otro lado de la frontera???, como vendría a ser el sonido post rock y post punk de Touch and Go y Quarterstick, aparte de lo electrónico? ¿Shipping News, June of 44?

—De June of 44, que ya no existen, me encantaba el disco Four great points (Quarterstick, 1998). Shipping News pasó ahora, hace poco, por Chicago. Tenía muchas ganas de verlos, pero cuando fui a comprar mi entrada ya estaba sold out… Siempre hay muchas cosas. Chicago es una ciudad en la que nunca te aburres. Siempre hay algo, bandas, conciertos. A veces no sabes qué hacer de tanta oferta de panoramas que hay. Hay mucho, tanto que hacer. En Nueva Orleáns era distinto.

—Tocaron una sola vez allá como Telefon Tel Aviv…
—Dos veces. La primera vez que íbamos a tocar fue el 11-9. Era la primera vez que íbamos a tocar, de hecho.

—¿Ése septiembre 11?
—Sí, y suspendieron el evento. Ése día debía salir Fahrenheit fair enough (Hefty, 2001), nuestro primer disco. Era nuestro estreno mundial como Telefon Tel Aviv. Y no pasó. El disco salió el 18.

Josh, el otro integrante del dúo, viene del rock industrial. A Charlie le gustaba este estilo, aunque nunca tocó en ninguna formación de aquella escena. Uno de los primeros encargos que recibió Telefon Tel Aviv vino de manos del grupo de Trent Reznor, Nine Inch Nails. Ellos remezclaron el tema ‘Things fall apart’, durante el año 2000. Pero Charlie asegura que Reznor es más que industrial, ya que esa corriente murió y él sigue haciendo música. Hay un estilo, pero también hay personas que sobrepasan largamente las etiquetas.

—¿Escuchabas The downward spiral (TVT, 1994) en esa época?
—Ése es uno de mis álbumes favoritos; ahora lo escucho y siempre descubro algo nuevo. Es muy bueno. Pero es de rock, y tiene varias formas, no sólo industrial. Tiene cosas muy tranquilas, como ‘A warm place’.

—Johnny Cash hizo una versión de ‘Hurt’…
—Sí, y el video pegó muy duro. Mostraba las manos artríticas de Johnny Cash: algo muy triste. Una buena canción es una buena canción… (Charlie empieza a tararearla).

—Hablando de buenas canciones, ¿se van a demorar tanto en grabar las nuevas? Me comentabas que algunas de Map demoraron más de seis meses en estar listas…
—Sí, bueno, pasamos un año por disco, dejándolo listo. Ahí arrendamos una casa en la que vivimos juntos. Luego nos vamos de gira. Entonces llega un punto en que cada uno necesita su tiempo y hacemos una pausa. Nos dedicamos a otros proyectos. Luego, nos extrañamos, nos llamamos por teléfono, empezamos a entusiasmarnos de nuevo con grabar algo juntos. Somos muy amigos, nos animamos y ahí partimos de nuevo. Eso. Pero hasta el momento, no sé.

En este momento, Telefon Tel Aviv se está dando un break. Están libres, tanto como grupo como con el sello. Charlie cuenta que es probable que el próximo disco salga por Hefty, aunque nada los amarra. A ese sello de electrónica de Chicago el dúo envió su primer demo. Habían pensado en Thrill Jockey u otros, que tenían a artistas como Tortoise e Isotope 217, o las representaciones para Mouse on Mars en Estados Unidos, bastante afines todos ellos, en cierta medida, a la propuesta de Telefon. Pero para Cooper, la hora de gloria de esos sellos fue entonces, a fines de los 90, y Hefty, con propuestas como Savath and Savalas (Scott Herren de Prefuse 73) y Slicker (John Hughes), tenía mucha más posibilidades a futuro.

—¿John Hughes no los acompañó en la gira, como Slicker?
—No, menos ahora que tiene una niña. Él casi nunca toca en vivo. Es muy tranquilo, muy de casa. Nosotros somos los que salimos tanto (se ríe).

—¿Qué tal la relación con Marc Hellner (Pulseprogramming) y Joe Costa (L’altra)?
—Muy bien. Salgo de mi trabajo y voy a ver a Marc, en Chicago. Todos hemos trabajado con la misma gente, son un poco nuestros sponsors, ya que nos dan trabajo a todos (se ríe). Se trata de Terry, un señor que tiene clubes, bares y restaurantes en la ciudad. Hasta le dio trabajo a un amigo que venía de Nueva Orleans y que se había quedado con lo puesto. Es una muy buena persona este caballero, que nos ayuda a montar nuestros shows en sus clubes y eso. Por eso somos todos amigos, por el trabajo donde Terry.

—¿Todos tienen trabajos de día?
—Sí, es que en EE.UU. no se puede. En Europa tal vez puedes vivir sólo de la música. El gobierno les da becas a los músicos. Para nosotros es difícil. Pasamos un año entero grabando y dedicándonos exclusivamente al disco. Entonces, al final de este período, quedamos más pobres. Pero ¿quién sabe? Para allá vamos, tratando de hacer sólo música.

Un elemento frecuente en la música de TTA, que muchas veces les da esas sentidas notas de nostalgia a su música, es el piano Rhodes. Charlie explica que le encanta, tanto a él como a Josh. “Te sientas a tocar un piano Rhodes y no sé… Es lo mejor, me encanta, no sé a qué se debe. Me encanta escribir en el Rhodes. Yo no soy un virtuoso, pero en el Rhodes siento que todo suena bien.??? Éste es uno de los pocos elementos comunes entre los temas de TTA. Cuando tocan en formato grupo, Cooper toma, generalmente, el bajo y los ritmos a su cargo.

—¿Cómo editan su música?
—Usamos pro-tools. Los detalles. Por eso toma tanto tiempo hacer los temas, porque cortamos mucho los ritmos; de ahí que se escuchen tantos breaks. Cortamos todo el audio. Pedacito por pedacito y los unimos. Hay otros que ponen como 100 samples, lo tiran a una juguera de Mac y listo: sale un ritmo, pero suena muy diferente a cuando lo construyes. Nosotros no: hacemos todo nosotros mismos.

—Ustedes construyen cada quiebre, un trabajo enorme…
—Es como hacer animación. Yo hago como 15 segundos, y luego Josh 15 segundos más. Sonamos parecido y no se nota el cambio de mano. La mayoría del tiempo, la base es una guitarra o un Rhodes. Luego agregamos los beats y finalmente diseñamos los arreglos.

—Hay que tener oído para escuchar la guitarra…
—Hay mucho ahí que casi no se escucha. Es música para audífonos, sabes. Aprendimos eso de Nine Inch Nails, porque, cuando fuimos a trabajar con ellos, nos quedamos ahí unos meses, porque Trent Reznor nos dijo que ésa era nuestra casa. Así que vivimos ahí. Él vivía en Nueva Orleáns, ahora justo había vendido todo, por suerte, para volver a Los Angeles. Vivió cinco años en Nueva Orleans. Cuando llegamos, estaban ensayando para la gira de The fragile (TVT, 1999), que recién acababan de sacar. Él nos dijo: “Quédense aquí el tiempo que quieran, pueden intentar todas las remezclas que necesiten, ahí tienen a mis ingenieros para que les enseñen los equipos???. Nos quedamos ahí esos meses y todas las canciones de ellos tenían como 100 pistas grabadas que sonaban simultáneamente, de cosas que nunca escuchabas. Ése es el sonido de Nine Inch Nails. Ése es el secreto. Es denso, muy denso. En la época me parecía absurdo y pensaba: ¿por qué lo hacen? Ahora, con el tiempo, lo he entendido mucho mejor.

—¿En qué sentido me decías que piensan los discos como películas?

—Sí. Nuestra idea es tener una especie de concepto preconcebido y trabajar en torno a él. Al mismo tiempo, buscamos hacer discos que suenen como una totalidad, de principio a fin, y no como una colección de temas sueltos. Un poco como Thriller, de Michael Jackson, que es un disco así. No es que sonemos como Thriller, pero me gusta mucho ese disco (hay un sólo tema que no). Me gusta cómo sube y baja, esa atmósfera que logra crear en 45 minutos. Yo no puedo escuchar más música que eso: 45 minutos. Te puedes sentar y disfrutar el disco. Cada disco va a ser una idea.

—La primera canción de Map of what is effortless me recuerda mucho otro gran tema que abre un disco con campanas y luego una explosión de cuerdas. Se trata del Disintegration, de The Cure, otra obra íntegra, aunque hay que tener estómago para escucharlo de principio a fin…
—Es uno de mis favoritos. Me encanta ese disco. Cuando estaba en el octavo grado, era todo lo que escuchaba. Eso, Violator (Depeche Mode) y Pretty hate machine (Nine Inch Nails). Sólo eso pasaba por mi tocadiscos.

Las voces son una característica nueva en la música de TTA. Lindsay Anderson, de L’altra, y Damon Aaron dieron su aporte en textos y canto para Map of what is effortless. Esta experiencia resultó muy bien. Pero las dificultades de ambos vocalistas, ambos padre y madre recientemente (por separado, claro), y la pérdida de control sobre las letras ha hecho que el dúo reconsidere la propuesta. Lo que sí, estudian incorporar un baterista amigo de Charlie.

En Chile –y en el extranjero, también– la canción ‘My week beats your year’ ha sido el hit radial de la banda, dándolos a conocer antes de su concierto en el Normandie, aunque este tema no sea tan representativo de sus canciones. El disco, triple platino en EE.UU., es más soul. Scott Herren, de Prefuse 73, es un fan. Él estuvo a punto de venir a Chile. “Sería un golazo???, afirma Charlie. “Él es muy bueno???.

—¿Se sienten un poco como Kurt Cobain y ‘Smells like teen spirit’ con este single?
—Es un chiste. Cristián, de Super 45, me molesta y me dice: “Es el hit???, y empieza a tararearla. Yo estoy por lo mismo, estoy con ustedes, ya no más (se ríe). Eso es lo otro: cuando estuvimos en Mutek conocimos a varios chilenos, y no los he visto aquí: Ricardo Villalobos, Luciano… Agarramos muy buena onda y en ese festival la fiesta fue total. Era divertido. Nos consideraban distintos, sabes, porque tenemos una banda, y ellos eran Djs que pinchaban discos.

Charlie produjo el disco Marriages, lo más reciente de Marc de Pulseprogramming. Le aconsejó usar guitarras, bajo y batería, orientarlo más hacia el rock que el último de Pulse, Tulsa for one second, que también produjo. Respecto a Marc, dice que es un genio, y que fue un placer trabajar con él y con gente como Johnny Herndon, de Tortoise, en el álbum que sale ahora en octubre por Peacefrog.

Joe, de L’altra, comenta que Marc, Charlie y él están ensayando como trío, el formato que presentaron en el Normandie, y que están buscando un nombre.