Macarena Ovalle entrevista al músico chileno con base en Barcelona Juan Cristóbal Saavedra, cerebro de Equipo, a propósito de su más reciente álbum titulado Simulaciones, lanzado por el sello Clang.

Foto: Michelle Bossy

Es la idea de un viaje, algo incómodo, pero seguramente transformador. Simulaciones, el octavo disco de Juan Cristóbal Saavedra bajo el nombre de Equipo, es el recorrido por un trayecto punzante hacia la sombra de las emociones humanas sin miedo a quedarse y revolcarse en ellas. La exploración sin prejuicios, honesta y desenfadada aseguran un buen final, quizás no alegre, pero seguramente emancipador.

La música en la vida Juan Cristóbal no tiene una entrada formal. Creció en una familia de músicos y melómanos, y desde pequeño tuvo cercanía con los instrumentos musicales. Durante los 90’ participó en Cruela, banda que junto a otras en Santiago, comulgaban con la explosión creativa del noise y el post punk de la época. Por esos años también existía una muy pequeña pero honesta escena de música electrónica, que acercó a personajes como Martin Shopf (Dandy Jack) a su país de origen. En 1998 Saavedra toma un curso de producción de música electrónica con Shopf, que lo ayuda a afirmar su decisión de componer música en solitario y comenzar su propio camino de exploración creativa.

El 2001 se instala en Berlín donde termina de empaparse de música, máquinas y softwares hasta animarse a componer su primer LP bajo el seudónimo de (e.q.u.i.p.o…). Así es como comienza su carrera con varios discos editados por sellos como Pueblo Nuevo, el francés Rodoid y Clang; la musicalización para obras de teatro y proyectos de colaboración con otros artistas que irán transformando su mirada hacia la integración de influencias y constante búsqueda de un sonido propio.

Uno no es una sola cosa, finalmente somos todo lo que hacemos y en el trabajo de Saavedra lo vemos. Como Equipo se define como un cross over de estilos, y hace sentido. En su música no está exclusivamente la intención de enmarcarse en la pista de baile, aunque a veces te encuentres en ella, ni tampoco la de entrar en un viaje introspectivo como única salida. Lo que si está claro, es que se combinan varias ideas que traen un intenso y personal goce en varias vías formales.

Como invitado a la 4ª edición del Festival Mutek Barcelona, ciudad donde reside hace 11 años, Equipo lanzó Simulaciones, trabajo editado por el sello danés Clang, acompañado de las visuales del diseñador Fabián Taranto y la iluminación de Ana Rovira. Luego de eso, y de haber escuchado el disco varias veces, conversamos con él para conocer más detalles de su último trabajo, que con entusiasmo recomendamos escuchar.

En Simulaciones veo un nuevo propósito, una nueva búsqueda hacia emociones más marcadas, narrativas e intensas. En este disco pareciera haber más riesgo, más honestidad y seguramente un resultado más genuino. ¿Cómo fue su proceso creativo?

Simulaciones  comienza a gestarse en Septiembre de 2013, momento en el que publicó Adjetivos. Atravesando Tacto e indiscreción, publicado igualmente por Clang en abril de 2014. Los tres discos forman parte de un momento de transición a nivel personal y sonoro en que la atención está puesta en la cara más oscura de la experiencia humana a diferencia de mis trabajos anteriores en los que la búsqueda era lo trascendental. Si eso es más sincero no lo sé, quizás produce más empatía la vulnerabilidad que la paz interior.

Hay una narrativa casi cinematográfica, pasando por momentos a veces fríos y oscuros a otros melancólicos que recuerdan a Boards of Canada. ¿En qué lugar crees que está este disco?

En la oscuridad, pero no al anochecer, sino entre los sueños y el despertar. Una mezcla de melancolía y hastío; la crudeza de la existencia humana. Un lugar incómodo pero muy familiar.

Los títulos de las canciones van recorriendo estados de una clara transformación personal, como el viaje que describe el dramaturgo con quien trabajas, Roger Bernat. ¿Cómo aparecieron estos nombres y qué lugar ocuparon en el proceso creativo de producción del disco?

Normalmente mi proceso creativo se centra en lo musical hasta el momento que me meto en la mezcla. A partir de ahí comienzo a definir una narrativa del álbum y a consultar mis apuntes que recopilan distintas ideas, conceptos, frases y palabras que me van llamando la atención en el proceso de composición. Entonces comienzo a probar nombres para el álbum de acuerdo a lo que me sugiere el conjunto tracks y defino un concepto. Luego, con el concepto general definido voy dándole nombres a los tracks. En Simulaciones parto de cero evadiendo prejuicios; paso por la confusión y termino con el fin de la especie. Con todo esto más o menos claro hablo con mis colaboradores para realizar el arte, vídeos, puesta en escena, textos, etc.

Desde pequeño has estado muy cerca de la música, con varios proyectos musicales. ¿Cómo nace tu interés por hacer música electrónica?

Es una combinación de motivos. Lo que primero que me llamó la atención fue la posibilidad de hacer música solo, mi sueño era tener un porta estudio para plasmar mis ideas, luego estas podían ser interpretadas por una banda aunque normalmente lo que he trabajado como solista se ha quedado en este formato. Al mismo tiempo vinieron mis estudios de sonido que junto a la llegada a Chile de la música Techno de mediados de los 90s potenciaron mi enfoque en la estética electrónica. Más tarde vendrían mis primeras aventuras Ambient; luego la electrónica inteligente, las fiestas, mi partida a Berlin y mi primer disco solista.

El nombre Equipo da la sensación de una vuelta teórica sobre soportes y formatos que te hubieran llevado a nombrar tu proyecto. ¿Qué hay de eso?

En el momento en que le puse el nombre al proyecto (1999) comenzaba a darle un toque electrónico o experimental a mis composiciones solistas pero no contaba con mucho equipamiento, muchas cosas prestadas y pocas propias. Desde la ironía de ser una persona autosuficiente y de la falta de recursos técnicos nace el nombre, que en ese entonces y hasta mi primer disco se escribía (…e.q.u.i.p.o…),
riéndome de las condiciones humanas y técnicas del proyecto.

Con respecto a los formatos, creo que el pecar de fetichista muchas veces nos aleja de lo que realmente importa; la música. Cada formato corresponde a una época y no vale la pena quedarse en discusiones inertes, hace rato que estamos en la era digital y el estar escuchando vinilos en reproductores de gama baja nos da como resultado una peor escucha que el Mp3 con monitores de gama media. El ser humano es reacio a los cambios y la moda en este caso no colabora. En su momento se decía que el CD sonaba “muy digital” con respecto al sonido análogo del vinilo o el cassette. Estudios recientes demuestran lo contrario; ¡el CD suena mejor que el vinilo! Dentro de este escenario creo que la discusión debe
apuntar a la calidad de los archivos digitales. Claramente el Mp3 no es el formato ideal porque se pierde mucha información pero desde el punto de vista práctico resulta bastante más cómodo que un pedazo de vinilo que se rompe o ralla con solo mirarlo. Bajo mi punto de vista la primera preocupación es que el nuevo standard digital sea un archivo de 24 Bits/44.1Khz en vez del actual; 16 Bits/44.1Khz.

Has tenido proyectos asociados al video para presentaciones en directo, ¿qué importancia le das al directo?

Durante años he estado intentando encontrar el equilibrio entre lo que logro en el estudio y como lo presento en vivo. El constante trabajo en las artes escénicas ha fortalecido mi comprensión en lo que se refiere al montaje de un Show. Con Simulaciones creo haber llegado a un punto que me parece acorde a los tiempos; visuales, iluminación y efectos visuales que construyen una atmósfera que refuerza la estética y contenido musical.

No vives en Chile hace muchos años, pero aún así vienes y has tocadoen algunos locales, ¿qué piensas de los espacios para tocar, los sellos, la creatividad; en definitiva tu mirada sobre lo que sería la “escena de la música electrónica en Chile”.

Creo que a nivel de creación Chile es un país que históricamente ha estado a la vanguardia en lo que se refiere a la música electrónica dentro de Latinoamérica, primero con la experimentación dentro del marco de la música docta y más tarde el desarrollo que se ha generado a partir del intercambio con productores hijos de exiliados chilenos principalmente en Europa. Estas condiciones bastante
especiales para la zona han hecho fructífera la creatividad dentro de esta área, dando como resultado una explosión de producción con un sello bien marcado que tiene que ver con la sensibilidad de los creadores chilenos y lo que nuestros seudocompatriotas nos han aportado.

A nivel de locales y eventos eso si creo que el tema está bastante verde, no quizás en comparación a nuestros vecinos sino a donde deberíamos apuntar, un verdadero marco cultural que valorice y potencie a los creadores nacionales sobre la base del respeto y el entendimiento del aporte que estos hacen al desarrollo de la identidad nacional.