El productor ecuatoriano lanza hoy su segundo álbum “Siku”, en el que sigue explorando una electrónica que reúne lo ancestral y lo contemporáneo.

Combinar beats, instrumentos de origen andino e identidad sudamericana, han sido desde el comienzo algunas de las tareas y obsesiones del productor ecuatoriano Nicola Cruz. Su proyecto ha llegado a diversas partes del mundo, especialmente tras la publicación de su disco debut Prender el alma (2015), un viaje por diversos motivos andinos, fundidos con secuencias y tratamientos electrónicos, que siempre intentan tomar nuevos rumbos o remitir a diversos paisajes.

En su flamante Siku, titulado simbólicamente como el instrumento andino de viento que se divide en dos partes, representando la dualidad de las cosas y la naturaleza, Cruz hace un guiño a rituales ancestrales y nos da una valiosa pista sobre el carácter de su nuevo álbum: aquí -más que nunca quizá- se pretende lograr un equilibrio entre lo electrónico y lo orgánico.

En este nuevo trabajo, que antes de su publicación contaba con adelantos como “Siete” o “Arka”, Cruz prescinde de los samples, a ratos también de los beats, para ir en la búsqueda de una remozada imaginería. Esteban Valdivia, Minük y Marcio Pinto, son algunos invitados en esta nueva aventura, publicada por ZZK Records.

—Se nota que Siku es un disco muy colectivo y lleno de matices. ¿Cuál crees que son las diferencias con tu anterior Prender el alma?

—Quizá la diferencia principal es que Siku no se queda solo en el universo andino, si bien su nombre alude a esto. La intención detrás de Siku es una conexión colaborativa entre muchos músicos los cuales admiro. Nos hemos aliado en componer un viaje un tanto más amplio, aprovechando la gran cantidad de kilómetros recorridos desde que salió Prender el alma. Muchas de esas nuevas regiones fueron de gran inspiración para componer este disco.

—En temas como “Voz de las montañas”, dejas de lado los beats para lograr una atmósfera basada en voces. ¿Crees que lograste un buen balance entre lo orgánico y lo electrónico?

—Pienso que sí, sin pretenderlo tal vez. Me gusta ser muy expresivo con mi música, Siku tiene bastante grabación y cero samples, mientras mi primer disco el sample jugaba un papel más importante. Esto crea diferentes planos, hay bastante vida en estas grabaciones.

—Puede sonar reduccionista pero: ¿Crees que hay un mensaje o varios mensajes presentes en este nuevo disco?

—Varios, son historias e intenciones bastante diferentes cada una. Muchas veces me enfoco en recrear una atmósfera en particular, como por ejemplo el sentimiento de estar en ciertos bosques de Japón, cómo se siente observar nuevas especies por primera vez en esa parte del planeta. O puede ser algo más puntual, como intentar expresar la mística del número siete en música a través del sitar.