La cantautora argentina Rosario Bléfari se presenta hoy en la Sala Master de la Radio Universidad de Chile, una nueva oportunidad para descubrir la multiplicidad de su talento. Su última visita a Chile se enmarca tanto en el cine como en la música, de todo eso y más trata esta entrevista firmada por Patricio Urzúa, realizada telefónicamente un poco antes de su llega a nuestro país.

Rosario Bléfari fue la primera cantante que entrevisté, el 2001, cuando visitó Chile para lanzar Cara, su debut en solitario tras casi una década junto a Suárez. Recuerdo que fue en La Trova y estaba nervioso. Recuerdo que hablamos mucho. Recuerdo que en la mitad de la entrevista se abrió la blusa para darle leche a su hija pequeña. Recuerdo que le pregunté si quería que paráramos la entrevista y me dijo que no, que estaba bien, que siguiéramos conversando. Que ella no tenía la vida tan “compartimentalizada”. Sí, esa fue la palabra que usó.

Quizá porque no tiene la vida dividida en cajoncitos, porque vive más en la totalidad, Rosario Bléfari es una de esas personas que no pueden tener tarjeta de presentación. Porque si tuviera, tendría que decir algo así como cantante-multiinstrumentista-profesora-diseñadora-poetisa-actriz. Porque ha sido todo eso y quizá más cosas.

Este fin de semana presentó su último disco, Privilegio, en el Festival de Cine de Valdivia, donde además estaba contemplada como jurado de la competencia de cortometrajes. Ahí también se exhibió Verano, del chileno José Luis Torres Leiva, donde Rosario actúa.

¿Cómo llegaste a estar en el filme Verano?

Entiendo que desde el principio tenían un personaje para mí, no sé si cuando José Luis la estaba escribiendo. Y me propusieron el papel en octubre del año pasado, viajar a conocer las locaciones, todo, y en enero viajé para hacer la película. El guión era muy cortito, no era uno de esos en el que estaba todo en el papel, imaginé que iba a estar todo en la mirada del director.

La película nació de la intención de recuperar algo de este lugar del verano, de las vacaciones de chico del director, me quedó muy claro desde el primer mail que la atmósfera era todo. Los sonidos, las texturas de las cosas, jugaban en el bosque, aunque el guión no tiene nada que ver, me di cuenta de que lo importante estaba en la filmación, en las texturas.

¿Te sentiste cómoda con esa intimidad?

No fue tanto un asunto de intimidad, me gustó la originalidad de la mirada, mirarlo más bien como algo pictórico, algo de las artes plásticas, más de la imagen que de la historia. Era algo sensorial, visual, sonoro.

Qué es lo que te convence a participar en un proyecto?

Siempre son cosas de amigos, de alguien que me llama, buenas y malas, cosas que hice para foguearme también. Mi carrera es un poco así, dependo mucho de la gente que aprecia lo que hago. No tengo mucho que ver con la industria, se nota que la organización comercial nunca vio en mí un producto para hacer dinero. Pero yo me comprometo más con la gente que aprecia lo que hago, yo sé lo que quieren de mí, que cante, que actúe, y ya con eso voy con paso seguro, ya sé a lo que voy.

Y cuando terminamos la película les pregunté a todos si podía llevarme la imagen de que así era el cine en Chile, y me dijeron que no, que el cine chileno no era para nada así, que esto era un cosa particular, que lo de quedarse en el hotel, filmar en el día, cumplir los horarios, era muy inusual. También me gustó mucho que la productora de Verano también era directora de otros filmes, que estaba trabajando con gente del cine, que todos tenían muy clara su independencia, su posición de autores.

Hablemos de lo que has estado haciendo después de Calendario, tu disco del 2008, ha pasado un tiempo ya.

Sí, bueno, he estado bien ocupada. Acabo de terminar el disco nuevo que se llama Privilegio, hoy me traen las copias a la casa.

Cuéntame todo lo que pasó antes de hoy, entonces.

Pasaron muchos ajustes. Yo quería que Calendario fuera un disco más de banda, más tocado, pero fue grabado más en la casa. Tuve que buscar nuevos músicos y lo grabé así medio desordenado, por las circunstancias accidentales. Ahora me pasa también que tengo una cola de temas, que están esperando y tenía ganas de esperar ese momento en el que yo pudiera manejar todo, que no tuviera que pasar por grabar todo por separado como ocurrió con Misterio relámpago y Estaciones, Y entre ese disco y éste, quería volver a la idea del disco de banda, y necesitaba armar una banda… y tiempo.

Lo que marca todo el disco Misterio relámpago, es el momento en el que empiezo a tocar con Javier Marta, un ex alumno mío. Sabes, la guitarra en una banda marca demasiado la personalidad de la banda, y yo necesitaba algo más firme, me hizo falta otra guitarra, empecé a buscar, y este chico me muestra un caset en el que había grabado unas improvisaciones instrumentales, y me puse los audífonos en la calle, e inmediatamente reaccioné a su forma de tocar la guitarra, muy rítmica, nada de arpegios ni nada, por un lado con mucha precisión y fuerza, pero con otro con mucha delicadeza, para poder cantar. Es difícil conciliar la guitarra con la voz, sobre todo con la voz de una mujer, y no es de machismo, pero las bandas de rock con voces de mujeres son complicadas.

Y pasó el tiempo, un día ya dejamos de ser la profesora y el alumno, éramos compañeros de banda, intercambiamos algunas canciones, muy por internet, muy a la distancia, empezamos a dialogar. Y este disco es ese disco, ese diálogo a distancia, que se parece a lo que pasaba un poco con Suárez, en que la mayoría de los temas eran míos, pero había varios que eran trabajos conjuntos, en el que Fabio me pasaba algo y yo lo pulía. En Privilegio hay temas míos, suyos y nuestros.

¿Y cómo quedó todo al final?

Privilegio es bastante rockero, está muy relacionado con la película Verano, de hecho la última canción se llama así. Y la tapa del disco es un fotograma de la película.

¿Desde cuándo esa cercanía tuya con Chile?

Desde siempre. El momento en el que fuimos con Galope, de Suárez, fue nuestra primera vez allá y fue clave, fue algo así como una hermandad total. Es más, la foto que hay dentro del arte de Galope es en el auditorio de la Universidad donde tocamos, en Santiago. Un amigo nos llevó, y había varias bandas amigas que coincidieron ahí. Y el video documental que hizo director de fotografía, que ha pasado tanto tiempo que ahora es famoso, Cenando con Suárez, la mitad del documental es en Chile.

Hubo un período en que fuimos recién después de la separación de Suárez. Estaba tocando Cara, que era un disco difícil de tocar porque no había sido pensado para eso, igual que Calendario. Y después pasaron mil cosas, tocó el terremoto, después íbamos a ir y también algo pasó, siempre de un lado o de otro pasaba algo que impedía todo. La película rompió esa maldición.

¿Y eso de ser jurado de cortometrajes en el Festival de Cine de Valdivia?

Me encanta. Acá voy siempre al Bafici, pero siempre envidio a los que están invitados de otro país… y míralos a ellos, los que van sólo a ver películas, me daba una envidia. Y parece que alguien me escuchó. Así que tocamos en Validvia, Verano cierra el Festival, y después tocamos en Santiago. Y no es fácil ir, agradezco mucho las ganas de la gente que nos lleva. ¿Me das un segundo? Voy a mirar la tarta, que la tengo en el horno.

De nuevo lo inesperado. De nuevo la falta de compartimentos. Rosario deja el teléfono encima de alguna mesa. Se oyen a lo lejos los ruidos de la cocina. Rosario regresa al teléfono.

Cuando viniste a Chile a principios de año, hablamos unos minutos tras tu presentación en el Estudio Elefante y recuerdo que te pregunté cómo conciliabas tus múltiples quehaceres. No sé si me equivoco, pero respondiste que al final, escribir poesía, grabar discos o actuar eran algo así como armas de una misma personalidad, herramientas con las que dabas a conocer tu punto de vista con soportes distintos.

Sí, sí, me acuerdo, está perfecto, es así.

¿Hay algo que no hayas hecho, que nunca hayas explorado y te arrepientas?

Y, no sé de las artes, me pasa que me encanta el baile, por ejemplo, me gusta la danza, el movimiento, y lo integro todo lo que puedo en la música. Cuando toco con la banda eléctrica de ahora para mí es la libertad total del movimiento, con la voz, y siempre me habría gustado hacer algo que parta exclusivamente del movimiento… y bueno, la limitación es como el deporte, el entrenamiento, Cualquiera tiene ganas de jugar a la pelota, pero hacer una jugada como Messi, no puede cualquiera. Estar en un estado total del manejo del cuerpo, estar ahí, no lo tiene cualquiera.

La otra vez le dije a una amiga que me da pena no aprovechar todas las posibilidades del cuerpo humano. Cómo uno se pierde las posibilidades del cuerpo en la vida, por ejemplo lo que siente un trapecista, estar suspendido en el aire entre un trapecio y otro… y nunca lo voy a sentir. Me da una lástima enorme. El cuerpo está listo para todo.

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