Uwe Schmidt regresa a Chile con su proyecto electrónico y tropical Señor Coconut. Aquí habla sobre los sinsabores de proclamarse pionero, sobre el club actual y su definición de un buen show.

Desde El gran baile (1997), Señor Coconut incursionó tempranamente en la música electrónica con tendencia a lo latino. El sabor tropical que el multifacético Uwe Schmidt imprimió en sus creaciones con el alias Señor Coconut, aún suena vigente y puede convivir con la amplia escena de electrónica que hoy toma prestado de fuentes y sonidos locales, para luego impactar en la pista de baile. En la previa de su presentación en Sonidos Latinos, evento que cierra el Red Bull Music Festival Santiago, este domingo 28 de octubre en el Parque Fluvial Renato Poblete, Schmidt cuenta detalles del presente de Señor Coconut, donde actúa como un director de orquesta premunido de laptop.

—Se sabe que Señor Coconut es una de las referencias en materia de sonido electrolatino. ¿Te consideras una especie de pionero?

—Tengo una visión particular de los pioneros. Hay muchos ejemplos de artistas, no solo en la música, que han hecho cosas que yo llamaría no exactamente pionero, pero, única. Por ejemplo Sun Ra. Si ves su biografía, siempre ha hecho cosas muy a su modo, siempre en su mundo. Todas sus ideas son muy particulares, propias. Nunca ha copiado nada ni se ha acoplado a nada. En los años 50 o 60 él básicamente inventó el free jazz, pero por una volada muy particular de él, a partir de una idea muy esotérica. Afortunadamente gente como Miles Davis y otros, lo copiaron, y en los 70 derepente nació el free jazz. Años después de que él lo habría inventado. Solo porque habían copiado a Sun Ra, después en los 80 se decía que él era pionero del free jazz. Realmente nunca lo fue, el pionero es como una falsa retro causalidad de algo. Si nadie te copia, nadie es pionero de nada. Entonces auto proclamarse pionero, no lo encuentro muy real.

—De todas maneras algo de crédito tienes…

—Sí porque he hecho algo. Pero todo lo que hago, especialmente Señor Coconut, siempre ha sido una operación muy individualista quizá. Estaba muy seguro siempre, sobre todo cuando hice los primeros dos álbumes, que no iba a pasar nada con esta música. Yo la quería hacer porque la tenía en mi cabeza, no porque podría tener alguna importancia, o uno podría ser pionero, o inventar algo. Eso estaba como muy en segundo o tercer plano de mi operación. Yo quería hacerlo porque quería hacerlo. Eso ha pasado con muchos artistas, que mucho tiempo después han tenido fama con algo que en el momento mismo no era factible, no funcionaba. Señor Coconut era un poco así. El primer disco lo lancé en mi sello, estaba independiente, pero toda la gente que trabajaba conmigo no me entendía. Me decían ¿qué vas a hacer con esto? En el segundo disco, El baile alemán, yo estaba súper seguro que nadie lo iba a entender ni pescar. Hasta que derepente explotó. Me sorprendió mucho, estaba muy poco preparado para eso. Entonces obviamente a través de esta evolución gatilló hartas cosas y preparó terreno para otros. Proclamarse pionero, no sé, no me nace. Porque he hecho muchas cosas en paralelo a Señor Coconut, que se han quedado en otro plano.

—Entre todas esas cosas, ya que tu discografía es muy amplia, también tienes cosas que decir, por ejemplo, en el ámbito del glitch…

—Sí, ahora estoy remasterizando mi catálogo, entero, entonces tengo que pasar por estas etapas. Y derepente escucho algo que había hecho en el 94, que encuentro glitch. Luego veo como el timeline, y el glitch vendría mucho después. Después los sellos con los que trabajaba en ese momento, que popularizaron el glitch, absorbieron un poco como me dirigía sobre él, porque era conveniente. No solo yo, había muchos artistas o colegas músicos, que en paralelo hacían cosas muy parecidas, que uno ahora podría decir que eran free glitch, o inventaron el glitch, o no sé qué cosa, pero era una cosa que estaba como en el aire. Yo estoy muy de acuerdo con Jung, que decía eso de “más que decir yo tengo una idea, uno tendría que decir la idea me tiene a mí”. Muchas veces no sé porqué uno hace lo que hace, y de dónde viene la idea, de dónde viene la constelación también. Si hablas del glitch, por ejemplo, uno claramente es parte de una constelación, que va un poco más allá de uno mismo, ahí hay varias sincronías. Y si uno ahí termina como precursor de algo o no, no lo encuentro una pregunta tan interesante.

—En tu faceta como Señor Coconut generalmente se te identifica como “director de orquesta” o “cerebro”. ¿Te acomodan estas etiquetas?

—Creo que mi rol lo he elegido muy concientemente, lo que estoy haciendo y cómo lo estoy haciendo. De alguna manera sí me siento como un director de orquesta. Lo que estoy haciendo en el escenario es eso, básicamente, yo soy el conductor de alguna manera. Pero otro tipo de conductor, porque la fusión estoy haciendo es distinta a la tradicional, entonces sí estoy operando las bases de las composiciones. Estoy tomando muchas decisiones en vivo, y tengo que interactuar mucho con los músicos, estar atento, dar órdenes a veces. Estar atento básicamente. A veces corregir cosas, acortar o alargar, tomar decisiones. Entonces sí se podría comparar eso con el rol tradicional del conductor, es un poco eso. Solo que no estoy de frente con un palito así, sino que estoy atrás con un computador. El núcleo de Señor Coconut es muy simple, es música electrónica, música latina. Cuando salió El baile alemán (2000), los sellos me decían que para promocionar la música, llevara un laptop y listo. Y yo dije que no, de ninguna manera. Yo quería hacer algo que no conocía, quería tocar con músicos. Entonces había que básicamente inventar el cómo. Porque creo que antes no existió, nadie tocaba con una banda, con otros músicos, estilo big band con bases de programación.

—Señor Coconut cesó actividades en 2011. Este año han vuelto y han tenido varios shows con gran repercusión. ¿Has disfrutado esta suerte de regreso?

—Tenía ganas de volver en algún momento a trabajar solo, hacer otro tipo de música y abrir otra visión. También habíamos tocado como 10 años en esta constelación y había encontrado suficiente. Quería hacer más como música electrónica universal diría, me había aburrido un poco, no sé, había como un gran cambio en mi vida, perdí un poco el interés en hacer música que tiene que ver con lenguajes locales. Quería hacer algo musicalmente más universal y quería volver a estar solo en el escenario y todas esas cosas. Pero en estos últimos 8 años, igual había mucho interés. Yo viajo harto y de repente estoy en un lugar X y suena Señor Coconut en un ascensor, en un restorán. O la gente a veces no sabía que yo era el Señor Coconut y derepente alguien les cuenta. Eso ha pasado con gente muy diversa, con gente joven o no tan joven, de distintos mundos. Eso gatilló un poco el decir, “la gente lo quiere, porqué no volver, intentar tocar”. Ahí les dije al team que me gustaría volver, pero no con las dinámicas antiguas que teníamos, de hace 10 años, no quería volver a lo mismo, quería probar cómo podría ser y luego tomarlo con tranquilidad.

—¿Qué opinión te merece la música de club actual?

—Es una gran pregunta porque no existe “la música del club”. Creo que la música electrónica se ha dividio en muchas ramas en los últimos 30 años. Lo que el mundo popular considera la música electrónica y el club lo encuentro fomísimo. Si alguien me hubiese dicho hace 30 años atrás cuando empecé a hacer música, que eso iba a ser el futuro, hubiese dicho no gracias, hago otra cosa. Pero ha sido como un movimiento paralelo a lo que hace uno. Todo nació de un momento y luego se divorció, se separó, y uno siempre tiene que elegir lo que uno quiere y el resto es un poco basura encuentro. La música electrónica popular, y más aún la híper popular, IDM y todas esas cosas, tienen nada que ver con mi interés. Afortunadamente el mundo es suficientemente diverso, para que existan mundos que sí tienen que ver con mi búsqueda. Hay mucha música club que es mucho más underground y hay mucho desarrollo también, de cosas nuevas, de experimentos. El underground es menos visible quizá para el mundo, eso es súper interesante. Porque no solo la música ha cambiado, o la tecnología. Estos submundos refinados, que de repente me puedo encontrar con suerte, son realmente futuristas, no tienen que ver con el club popular, con la pista de baile VIP, el DJ grande, y todas esas cosas. Todo eso es una chulería que no tiene nada que ver con el futuro.

—¿Dónde te sitúas?

—Me veo mucho más vinculado con lo industrial o el punk, que con el disco, por ejemplo. Esos son mis dos mundos un poco. Cuando empecé a hacer música electrónica, el techno o el acid, tenía mucho más que ver con esa actidud. Era como áspero, un poco más oscuro, más existencialista de alguna manera, jaja. No me interesó el disco, y la música electrónica de ahora, la popular, para mí es como disco, como la música disco de los años 70, con otro sonido. Pero es la misma cosa. El mismo club, la misma gente, las mismas drogas, es como todo igual. Pero con una superficie más nítida, más comercial aún. Este mundo se pegó al mío, uno está percibido en el mismo ambiente. “Ah tú haces música electrónica, este es tu mundo”. Y la verdad es que no, no tengo nada que ver con eso. Pero como hay muchos puntos en común, uno está percibido en ese mismo mundo. Pero realmente no me veo ahí y no creo que tenga que tener una opinión. A veces me pregunto qué tengo que ver con esto. Entiendo que usamos las mismas máquinas, pero realmente no. Hay un submundo de la música electrónica que encuentro increíble, porque es un avance enorme en comparación con 30 años atrás, en lo tecnológico y en la cabeza de la gente. Y está este otro mundo, que es como el parásito comercial, que está como en paralelo. Más frívolo y superficial, menos interesante.

—Hay mucha gente que quiere volver a verte en Chile como Señor Coconut. ¿Piensas en las expectativas?

—Sé que hay harta gente que quiere volver a ver a Señor Coconut, también los músicos y la banda quiere volver. Hay muy buena memoria de los shows que presentamos acá. En general con todas las tocatas mías, trato de no tener expectativas. Con Señor Coconut hemos tocado en casi todos los posibles shows, en todo tipo de eventos, varias constelaciones de seres humanos y lugares. Mi idea de estar en un escenario, trato de reducirlo a lo puro musical. Tiene que funcionar musicalmente, todo el resto da lo mismo. Si la gente lo conoce, es una sorpresa, o es nuevo, todo eso no puede ser parte de la expectativa. No me puedo parar en un escenario y decir “soy el Señor Coconut, la gente lo va a pasar bien”. Yo me subo al escenario y quiero tocar bien. Cada vez que toco en un escenario es como el mismo momento, estoy acá y estamos tocando algo, tratamos de hacerlo funcionar, entre nosotros y luego en algún momento se va a comunicar con el público. Eso es como la situación ideal. No trato de pensar mucho dónde va a ser o con quién. Luego depende mucho del público, uno puede tener un show ideal, pero si el público no quiere y si algo no funciona, no funciona. Eso es una cosa del momento, es como la magia de la música en vivo. Es el momento. Y el resto es preparación, como casi saber tocarlo, saber ejecutar bien es como un training, no te asegura nada.

Señor Coconut se presenta este domingo en Sonidos Latinos en Parque Fluvial Renato Poblete, en el marco del RBMSTGO, junto a BaianaSystem, Plastilina Mosh y Pedropiedra. Consigue tickets aquí.