El primer disco de una de las figuras más importantes del pop nacional cumple una década. Fuimos tras la historia de un álbum que comenzó a gestarse en tocatas precarias y computadores familiares, para luego impactar en toda una generación. Hace diez años Javiera Mena publicó Esquemas juveniles, uno de los álbumes más redondos y entrañables que recuerde el pop local. Hace cinco, un prestigioso diario europeo la situó a la cabeza de una generación de artistas de vanguardia, destinados a hacer de Chile un paraíso pop. Hace seis meses la artista subía al escenario del Festival de Viña, donde los animadores la presentaron como “una revolucionaria y transgresora del sonido”. Hoy por las calles de Santiago se pueden ver carteles con su rostro que anuncian un show que celebra una década de carrera. Este año ha sorprendido a Javiera Mena con una sumatoria de logros, cuyo origen es el aún disfrutable puñado de canciones presentes en su disco debut. Mucho antes de las luces de neón y la inminencia de otras eras, Javiera era una niña que simplemente hacía canciones con la ayuda de algunos amigos. Las variaciones y cambios de la música chilena a comienzos de los años 2000 ya empezaban a hacerse notorios, con la creciente aparición de artistas entonces etiquetados de emergentes como Manuel García, Gepe, Nano Stern o Fernando Milagros. Por otra parte, aunque no tan lejos, se encontraban los músicos vinculados al sello Quemasucabeza, que desde su primera referencia -el debut homónimo de Congelador lanzado en 1998- no pararían de entregar buenos momentos para la música independiente chilena. Tras la edición de Esquemas juveniles por parte del sello argentino Índice Virgen, fue Quemasucabeza la casa que dio a conocer el disco en Chile, aunque luego Javiera Mena pasaría a formar parte de Unión del Sur, sello y agencia encabezada por ella y el músico Cristián Heyne, encargado de la producción del álbum. Proveniente de una familia exigente en términos académicos -su hermano menor está estudiando un doctorado en la Universidad de Columbia y tiene un primo Subsecretario del Medioambiente- Javiera tuvo que demostrar que la música puede ser abordada con altura de miras, incluso desde el pop, ese género tan dinámico como frívolo o emotivo. “Yo era inteligente pero desde el lado más artístico”, dijo una vez en televisión. En su etapa escolar, no soportaba la rigidez del colegio de monjas en el que estudiaba y se esforzó por obtener mejores notas para que sus padres la cambiaran de escuela, pese a considerarse “del montón”. Javiera quería experimentar otro tipo de enseñanza y evadir “la cosa un poco nazi” de ese método educacional. Muy pronto encontraría en sus primeras canciones una especie de refugio y la manera de entender y describir el mundo. En una temprana escena local donde se podían encontrar bandas como Tobías Alcayota, Termita, Familea Miranda, los citados Congelador o Taller Dejao, no fue raro que Javiera comenzara a hacer alianzas para desarrollar sus primeras composiciones. Sus canciones, en un comienzo naturalmente acústicas y sin mayores aspavientos, dejaban de manifiesto no solo el método austero que supone la música de iniciados, también eran parte de los primeros registros de una generación diversa, fascinada con el inminente auge tecnológico y cada vez más liberada de los miedos y traumas de la dictadura. Una generación capaz de pasar a un siguiente nivel, como diría Javiera, pero que también podía ser reflexiva o nostálgica. Bajo y tarro naranja “Lo que me impactó de entrada fue la claridad que tenía la Javi respecto a lo que quería y cómo quería que eso sonara, siendo bastante chica. A tal punto que, de hecho, no había espacio para improvisar. Uno daba un golpecito distinto y al tiro te miraba como diciendo ‘te caché’. En esa época ella usaba unos acordes bien inusuales en la guitarra acústica, que era su instrumento de entonces. Eso me mató de entrada, lo encontré bien visionario y distinto a lo que entonces se estaba haciendo, como el ‘retorno del rock’ tipo Strokes. También recuerdo tardes y noches escuchando música. Lo pegada que estaba con Cat Power, Violeta Parra, Burt Bacharach y los Carpenters. Y cómo con Walter le mostrábamos otras cosas. Y viceversa”. El que habla es Arturo Figueroa, uno de los fundadores de Super 45 y también músico en Termita y Las Naves. El “Walter” que menciona es Walter Roblero, bajista de Congelador y también líder del proyecto Las Mairinas. Ambos acompañaron a Javiera Mena en algunos de sus primeros shows, que al mismo tiempo darían paso a sus primeros registros, difundidos a través de Internet circa 2003. Aunque Javiera parecía tenerlo todo claro desde el principio, los orígenes fueron más bien precarios y algo románticos. Para la percusión, Arturo Figueroa tomaba prestado un tarro naranja que “El Tofi” (perro de Javiera) usaba para tomar agua. “Lo poníamos al revés y sonaba bastante bien, como un cajón peruano. Una vez fuimos los tres a la casa del Gepe y ensayamos con él en batería (yo me quedé en la guitarra), pero la Javiera no se convenció. En ese momento quería hacer algo más minimal y la tocada de él no calzaba, en ese tiempo, con esa idea”, señala Figueroa, que por ese entonces presentaba Alas (2002) de Termita. Walter Roblero, en tanto, recuerda esta etapa inaugural de Javiera como un anuncio de sus futuros aciertos: “La conocí en una tocata, creo que fue en el Teatro Novedades, por ahí por el 2000. No lo recuerdo bien, pero debe haber sido en su último año de colegio. Se me acercó e inmediatamente comenzó a hablarme sobre su música. Sin escuchar ninguna canción todavía, me impresionó la convicción y fe que tenía en lo que hacía. Al poco tiempo nos juntamos para que nos mostrara sus canciones, y aprovechamos de grabar en casa de Arturo, que tenía un porta estudio. Sus canciones de esa época eran como borradores, pero borradores que ya presagiaban una genialidad”. “Al poco nos transformamos en su banda”, dice Roblero, que alcanzó a estar cerca de un año y medio o dos junto a Javiera. Más tarde se incorporarían Michu Schmidt, Gepe y otros músicos. Esta etapa, que el músico define estilísticamente como “un extraño tipo de folk”, quedaría en parte registrada en Primeras composiciones 2000-2003 (2012), disco que reúne la mayoría de las canciones que Javiera compuso en la previa de Esquemas juveniles, y que al ponerles atención, ayudan a comprender el lado más ligado al folk de su debut. “Fue una etapa en la que sentí que estaba aprendiendo mucho, especialmente considerando que siempre he sido un amateur. Porque pese a estar iniciándose en el asunto, Javiera siempre sabía lo que quería y se empeñaba en lograrlo, lo cual era un desafío para uno como músico”, dice Roblero. Y en cuanto a las inquietudes de Javiera tras estos primeros ejercicios, comenta: “Posteriormente comenzó a interesarse por otro tipo de sonidos y otros métodos de trabajo; la electrónica y la música de baile, por lo que era obvio que tenía que tomar otros rumbos, apelar a diferentes tipos de formatos para crear y actuar, vincularse con más personas, procesos muy necesarios para su búsqueda. En cierta forma, creo que soy parte, junto a varios otros músicos, de la prehistoria de la Mena. Estoy muy orgulloso de aquello, porque además fueron épocas muy felices en el que compartimos mucha música y momentos memorables de amistad”. El músico y productor Pablo Muñoz, mitad del dúo De Janeiros, también sería parte de esta prehistoria. Fue él quien registró las primeras grabaciones de esta formación, que no tardarían en difundirse de mano en mano y de computador en computador. “Tengo entendido que hubo otras grabaciones anteriores a las que realicé yo, que hizo el mismo Walter. Cuando yo me puse a trabajar con Javiera ellos ya llevaban un tiempo juntos y de hecho yo lo primero que escuché de Javiera eran esas grabaciones que habían registrado ellos. Aunque han pasado como 15 años y no tengo claro cuando fue cada cosa, tengo el mejor de los recuerdos de esa época. Como eran otros tiempos, cuesta imaginarse ahora un proceso de producción musical sin la inmediatez de la Internet y la capacidad de los softwares y herramientas que existen en la actualidad. Era todo mucho más lento, menos planificado, se manejaban otros plazos, otros conceptos”, comenta. Al igual que el resto de los implicados, Muñoz, que con el tiempo participaría como autor, ingeniero o productor de muchos proyectos relacionados con el pop chileno, reconoce que su inclusión en esta etapa fue importante para su recorrido en la música: “Sin duda haber participado de esas grabaciones, sobre todo pensando que eran al inicio tanto de la carrera de Javiera como de mi formación como ingeniero en sonido, fue fundamental para todo lo que hice después. Y esto lo digo tanto profesional como personalmente. Conocí gente, aprendí de música, del oficio, hice amigos, generé lazos con gente y un montón de experiencias que me acompañan en mi trabajo y en mi vida hasta hoy”. Gepe (Daniel Riveros), que igualmente acompañó a Javiera en los primeros años, considera el periodo de grabación de Esquemas juveniles como el cierre de una etapa que habría empezado hace un lustro atrás aproximadamente, cuando comenzó a conocer a la artista. “En ella yo veía por primera vez a algún chileno pensando de una manera súper segura, en términos musicales. A ella no le daba miedo escuchar música pop, pura y llana. Al mismo tiempo escuchaba Stereolab, Aphex Twin; o Bacharach, Violeta Parra. Incluso más allá del disco, el recuerdo que tengo es que cuando ensayábamos, cuando formé parte de su banda, por ahí por el año 2003-2004, más de la mitad del ensayo se ocupaba en hablar, o en escuchar música. Y siempre lo que decía la Javiera era con mucha seguridad. Podía decir, por ejemplo: ‘Bacharach es bacán por esto, por esta parte’, y buscaba esa parte específica en el CD para escucharla. Eso lo encontraba muy bonito, muy inspirador. Eso nunca se me olvidó, y es por lo menos para mí, la mayor herencia de la Javiera. Yo encontré un lugar ahí para construir, porque me da la impresión que yo era también de esas personas que escuchaban un poco de todo, pero no me sentía tan seguro como la Javiera de eso, o por lo menos no lo podía exteriorizar con tanta facilidad”, explica el músico, que un año antes del debut de Mena haría lo propio con Gepinto, otra gran referencia del pop chileno. No lo analices “Me empecé a juntar con gente ya como más experimentada en la música”, dice Javiera en una de las entrevistas presentes en el documental Al unísono (2007), obra de los realizadores Rosario González y Pablo Muñoz, refiriéndose a la etapa previa a la salida de su esperado debut oficial. Sus incursiones en el “show business”, como ella dice irónicamente en la película, llegarían también tras sus ejercicios junto a Francisca Villela en el fugaz dúo Prissa, también llamado Televisa. Antes de la salida de Esquemas juveniles, la cantante ya había estrenado “Sol de invierno”, soñado dúo con Gepe presente en el compilado Panorama neutral (Quemasucabeza, 2005) y “Cámara lenta”, incluida en el soundtrack de la película Se arrienda (2005), de Alberto Fuguet. Estos adelantos, además de presentaciones junto a los internacionales L’altra y Entre Ríos, insinuaban que uno de los secretos mejor guardados del indie nacional estaba por dar un gran salto. ¿Qué hacía tan especial la propuesta de Javiera, muy pronto reunida en Esquemas juveniles? Elementos como su corta edad (23 años), obsesión por las canciones de radiofórmula; al mismo tiempo la coartada indie y el talento en la composición, fueron algunos de los atractivos de un disco debut que con precisos 10 temas funcionaría como un preciado artefacto pop, todo bajo la atenta mirada de Cristián Heyne, uno de los artífices de la obra. El músico de Shogún y Christianes desde hace algunos años tenía a Javiera en su radar. “Yo recuerdo que la Javiera llegó a mi estudio, la primera vez, en los tiempos en que… andaba con Walter [Roblero] justamente, buscando cómo avanzar con su producción. Eso fue el año 2001 cuando yo estaba haciendo la banda sonora de Los debutantes de Andrés Waissbluth. La Javiera me pasó unos demos en esa época y yo se los mostré a Andrés y él me dijo que no la veía en la producción de la película. Así partió la cosa. De ahí yo quedé con el antecedente de que ella existía y vi que su nombre iba creciendo, en lo que eran los shows de esa época”, explica Heyne. Además de mostrarse en tocatas más o menos importantes, los temas de Javiera comenzarían a tener rotación en ese terreno siempre en expansión llamado Internet, mientras que ella concretaba las conexiones necesarias para dar el primer golpe. El propio Heyne escucharía el demo de “Al siguiente nivel” en “un blog o en alguna parte”, y de inmediato se interesaría en producirla: “Como que me gustó al tiro. Martín [Pérez-Cueto] de Game Over me dio su contacto por messenger, le escribí y nos juntamos. Fuimos a mi estudio y creo que hablamos del amor o algo así y nos dedicamos a comer los chocolates que estaban en el refrigerador. Así partió eso”. Junto a las canciones de cariz acústico que guardaba de su primera etapa, Javiera tenía una serie de temas más electrónicos, que comenzó a trabajar con el músico y productor Gabriel Vigliensoni, conocido por participar en bandas como Lucybell, Electrodomésticos y Los Mismos. Vigliensoni avanzaría en los temas electrónicos de la artista, mientras Heyne le propuso producir la parte más acústica de lo que pronto sería Esquemas juveniles. “Entonces nos juntamos en mi estudio e hicimos versiones con teclado, un teclado de ella, un casiotone. Las grabamos, hicimos versiones de cuatro canciones, que no estaban en la parte electrónica del disco. Y esas partieron de cero. La más memorable de esas es ‘Sol de invierno’, que por ahí está filtrada, y que le pusimos un autotune para cachar como sonaba más afinada. Y quedó con el autotune súper agressor y solo piano eléctrico”, dice Heyne, que luego le diría a Javiera que además trajera a su estudio los temas que había empezado con Vigliensoni. “Entonces se trajo todas las pistas a mi estudio y empezamos a producir el disco entero ahí. La parte electrónica no fue mucho lo que le hicimos, fue más que nada cambiar tonos de algunas cosas, cambiar la altura de algunos bajos, grabar las voces, hacer algunos arreglos. Al final hubo otra canción, ‘Está en tus manos’, que también la grabamos en mi estudio de cero. Bueno y después mezclar el disco fue súper largo, porque en la medida que lo mezclábamos íbamos encontrando cosas que faltaban”, agrega. “Esas canciones yo venía componiéndolas desde mucho antes del 2006, recopilan un poco mis trabajos. Hay algunas canciones que las compuse para la universidad, mientras estudiaba composición, entonces yo tenía más o menos claro para dónde iban. Hay canciones que si bien tienen un trato de mezcla, de engrandecimiento junto a Heyne, especialmente la parte más electrónica, yo las traía desde mi Fruityloops, que era el programa de PC que yo usaba en esa época. De hecho ahí estuvimos paseando todas las cosas desde mi PC al estudio, ahí grabamos las voces bien y vino toda esa inyección más profesional”, comenta Javiera, que reconoce en estas canciones una especie de recopilación de “muchas etapas de una temprana juventud”. Busco el color “Creo que hubo una canción en particular que tuvo un apuro especial. Fue ‘Sol de invierno’ creo, no estoy seguro. Pero esa la armamos antes y ahí usamos una lógica de batería acústica, pero programada, pero en general todas las canciones fueron armándose de a poco y con una lógica de tratar de grabar baterías de verdad. Todo que sonara lo más de verdad posible sin que fuera de verdad. Digamos que en esa época mi estudio era un lugar donde se grababan discos como la banda sonora de Fuguet, que hice ahí. Habíamos grabado muchas canciones, habíamos hecho unos discos pop así como de Luis Jara o Pali. No era precisamente un estudio amateur. Teníamos dos salas de Protools, estaba bien equipado. Entonces teníamos la posibilidad de grabar más o menos bien casi todo lo que grabamos”, explica Heyne, insistiendo que en el proceso se intentó conservar cierta moral indie. Esa premisa se vería reflejada en el espíritu colaborativo del disco, en cuyos créditos se puede ver a Gepe, encargado de la batería en “Cámara lenta”, además de hacer dúo con Javiera en “Sol de invierno”. Matías Radic, amigo y compañero de Javiera en la Escuela Moderna, tocó la batería en “Al unísono”, mientras que Gabriel Vigliensoni aparece en el teclado de “Perlas”. Sofía Oportot (Lulú Jam, Quierostar), en tanto, fue responsable de la letra de “Como siempre soné” y Diego Morales, DJ y productor conocido también por su trabajo en la banda Fredi Michel, mezcló el track final “Perlas” y pronto se convertiría en miembro estable de la banda de Mena. “Desde un principio fue un honor y una sorpresa que la Javiera me invitara a formar parte de su banda, ya que yo no era un músico intérprete propiamente tal. Había tocado guitarra y batería en bandas punk y después empecé a hacer música electrónica experimental por mi cuenta en cintas y luego en computador. Pero terminé siendo bajista en su banda. Recuerdo un día que me invitó a su casa y me mostró solo con la guitarra los nuevos temas. ‘Esquemas juveniles ‘, ‘Cámara lenta’ y ‘Sol de invierno’ fueron parte de ese mini concierto privado. Se me pusieron los pelos de punta. Y ahí me pidió si quería tocar con ella. Yo acepté de inmediato. Estaba muy contento”, cuenta Morales, también conocido como Diegors, que en 2003 había lanzado su disco debut El dub de los pobres, a través de Luna, sello dirigido por Cristián Heyne y Ottavio Berbakow. “Entonces de cierta forma se dio natural que me pidieran mezclar ‘Perlas’. No participé en su creación, más bien aporté ciertas texturas, capas de sonidos, que era lo que hacía en ese entonces. Después vino la música dance, el techno, el house y yo me fui más por ese lado. Sin embargo, posteriormente pudimos trabajar juntos en la versión house de ‘Hambre (La comida es lo primero la moral viene después)’, el cover de la canción ‘Ausencia’ de Violeta Parra, las primeras programaciones del hit ‘Hasta la verdad’ del siguiente disco Mena y arreglos para versiones en vivo. Todas colaboraciones que me dejaron muy contento porque reflejan esa búsqueda y ese momento. Para mí Javiera es la artista pop de hoy que más respeto y admiro y me llena de satisfacción haber aportado mi granito de arena en este disco”. Las inquietudes musicales y por cierto la amistad fue una constante en estos años que músicos como Diego Morales describen como “formativos”. Las “ganas de experimentar, mezclar pop, folclor con música electrónica”, quedan de manifiesto en las canciones de Esquemas juveniles, por fin publicadas en agosto de 2006 por la disquera argentina Índice Virgen, todo un hito en un momento particularmente sensible para los sellos discográficos tradicionales. Mena, en cambio, encontraba su gran oportunidad para impactar en Chile y a la vez internacionalizar su carrera. Conseguir el apoyo de un sello extranjero y aparecer en medios trasandinos, sería crucial para la artista y lo que representaba, frente al escaso interés de la prensa y la industria chilena. La relación de Mena con el sello Índice Virgen se iniciaría en 2002, cuando Sebastián Carreras, director de la discográfica y miembro de la banda Entre Ríos, vino a tocar a Santiago, en un show donde Javiera ofició de telonera. “Al fin de su concierto fui a su camarín, me presenté y ahí empezó la relación artística de Javiera con nuestro sello”, hace memoria Carreras, agregando que el disco demoró bastante en terminarse: “Fueron años de aprendizaje, aprender a vivir, aprender a tocar, aprender a trabajar en la música. Evidentemente todo el tiempo transcurrido entre la grabación, su finalización y luego la edición, no fue tiempo perdido. Y creo que ahí es donde radica la diferencia entre un sello independiente y una multinacional, porque ¿quién te espera cuatro años para publicar tu disco debut? Con Índice Virgen intentábamos dar salida a la música pop de autor cantada en español, que por aquellos años y creo que ahora menos aún, no tenía asidero para el mainstream en Latinoamérica”. De acuerdo al crítico musical David Ponce, si bien hace diez años o más existía un buen número de tocatas, incluso festivales y una producción discográfica importante, Esquemas juveniles impactó en el panorama por su sonido pop elaborado y una producción más desarrollada. “Hasta entonces había discos chilenos de rock independiente, de rap independiente, de metal, de cueca, de música electrónica, de diversos géneros, pero lo menos frecuente era hacer un disco de pop independiente y que funcionara como tal. No es solo un mérito técnico, creo, sino musical también. Bastaba escuchar el disco casero de Javiera Mena del 2003 para adivinar que si encontraba a un coproductor adecuado, su música iba a aparecer con toda naturalidad en un disco y en la radio por qué no”, señala Ponce. El nivel de producción de Esquemas juveniles, donde Mena además de tocar todos los bajos se encargó de las programaciones, piano, percusiones, casi todas las guitarras (salvo “Cámara lenta”, que lleva la firma de Heyne) y sintetizadores, estaba dado en gran medida por el grado de trabajo en estudio de las canciones. “Cámara lenta”, uno de los himnos del disco, por ejemplo, fue según Heyne uno de los tracks que requirió mayor producción: “Tuvo mucho trabajo porque empezamos a desarrollar una idea que tenía la Javiera, inspirada en los Carpenters o en Burt Bacharach. Eran las armonías, empezamos a poner armonías por todos lados. Está llena de armonías, de hecho alguna vez cuando hicimos los stems para tocar en vivo, yo escuchaba las armonías, que están puestas por todos lados, son muy graciosas. Porque son armonías que están hechas de una manera súper silvestre y entretenida”. En cuanto a las baladas, uno de los puntos altos del disco, Javiera opina que requirieron mayor preparación y horas de estudio, además confirma algunos de sus gustos musicales en ese entonces: “Yo quería sonar como Carpenters, en mi estilo claramente y con las posibilidades que teníamos. Tenía más o menos claro para dónde iba la cosa, en ese momento tenía mucha influencia de la movida indietrónica, como le llamaban en esa época, del pop también. Sin tapujos yo quería marcar mis influencias de Whigfield, de Ace of Base, de esas bandas que yo escuchaba en los ’90. Entonces yo quería hacer eso, por un lado mostrar estas baladas íntimas que te trasladaban a los ’70, a Carol King, y por otro lado estas secuencias, programaciones que yo traía desde mi Fruityloops, que luego trabajamos en el estudio”. Tantas canciones buenas no son casualidad Quizá la fórmula de Javiera, basada en sus afinidades por artistas como Erasure, Burt Bacharach o el dúo The Carpenters, pero también en la efervescencia pop de luminarias como Madonna y la tradición indie tanto local como extranjera, dieron como resultado una serie de temas luminosos, que además incorporaban un uso del lenguaje basado en elipsis constantes, por poco alejados de la cháchara emocional pero al mismo tiempo ingenuos y evidentemente juveniles. “Era pop innato, incluso si ella lo había bosquejado en computadores caseros o guitarras de palo. La música ya estaba imaginada, que es lo más valioso: había que producirla y grabarla. Y además está el hecho de que fue editado por un sello extranjero, en este caso Índice Virgen, de los argentinos Entre Ríos, que fue algo llamativo en ese momento. Cuando los medios aquí en Chile no estaban al tanto de Javiera Mena ni de ninguno de los músicos o grupos del mismo circuito, era una buena prueba conseguir el interés de un sello en otro país, un gesto de autogestión frente al desinterés de la industria local”, comenta David Ponce. La música ya estaba imaginada, probada en vivo o compartida en sesiones con amigos, que como hemos visto, de alguna forma colaboraron para que el álbum tuviera un cierre integral. Sofía Oportot, que vio a Javiera por primera vez cuando Mena interpretaba las canciones de su etapa más acústica, estrecha amiga también de Francisca Villela (con quien cantaba en el proyecto de performance Canción de Amor Desea Verle), fue una de las que aportaron también en el disco, concretamente a través de la letra de “Como siempre soné”, uno de los cortes más emotivos de la placa. Sofía recuerda: “Javiera cachaba mucho de música, ella es como muy abierta en cuanto a referentes, muy desprejuiciada en lo musical, entonces maneja una gran cantidad de música, es muy curiosa. Nos abrió a nosotros, que éramos incluso más grandes que ella, un montón de nuevos grupos, de nuevas fiestas, de nueva gente que no conocíamos. Y se formó un grupo de gente muy amante de la música, que fue fundamental para seguir desarrollando gustos musicales, canciones nuevas y todo eso”. Durante la época en que preparaba las canciones de su debut, Javiera ayudó a Sofía Oportot a componer algunas canciones que en el futuro formarían parte de Enciérrame/Vacía (2011), primer disco de la también Lulú Jam y QuieroStar. Ese sería el origen de “Como siempré soné”, el único tema de Esquemas juveniles que no está escrito por Mena, sin contar el cover “Yo no te pido la luna”, por cierto. “Ella me ayudó con varios de esos temas, fue como el embrión de canciones como ‘Entender’, ‘Enciérrame’, ‘Dame un tiempo’ o ‘Vacía’. En todos esos temas ella empezó a ayudarme y en ese mismo momento en que hacíamos las canciones para mi disco, apareció este tema, que ella tenía la base y esbozada como con un tecladito la melodía vocal. Me la pasó a mí para que yo inventara la letra. En ese momento no estaba 100% claro si la canción iba a quedar para mí o para ella, por eso fue muy bonito que finalmente se incluyera en el disco de ella. Entonces yo inventé la letra y se la pasé, ahí ella la trabajó y quedó para su disco. A mí me encantó como quedó el arreglo, como quedó con la voz de ella y todo. Creo que es muy única también porque es como una historia de amor, de encuentro y todo. Y también puse énfasis y creo que quedó muy acertado, en que alude a cosas muy cotidianas, eso de ‘déjame ir hasta tu casa a dejarte’ o ‘en las calles que estabas caminando’, tiene muchas referencias a cosas que no son metafóricas, que son súper concretas de la vida. Yo creo que por ahí la gente se identifica mucho, porque es como un gran tema de amor con una potencia muy de la vida real”, dice Oportot. La letra de “Como siempre soñé” de alguna forma escapaba al tono más etéreo de otras canciones de Esquemas juveniles como “Casan” o “Está en tus manos”, donde las letras pueden tener múltiples interpretaciones. La canción escrita por Oportot, en cambio, parece apelar a lo cotidiano y sus versos son certeros a la hora de abordar la temática amorosa. “Todo eso se refleja, quedó bien plasmado y para mí es un honor ver desde este año para atrás, como toda la carrera de la Javiera, haberla visto partir y darme cuenta que su carrera creció y creció. Y que ella también ha hecho mucho en cuanto a trabajar, desde esa libertad que es como un gusto muy amplio, un derribar prejuicios, un pasearse por diferentes estilos. Me siento muy de acuerdo con esa manera de ver la música, en ese sentido. Y también es bonito ver como todos los referentes de música que bailamos juntas, que vacilamos en ese tiempo, que iban desde Erlend Øye, Kings of Convenience, hasta cosas como Whigfield o Locomía. Ella siempre fue muy abierta y pensaba que las canciones tenían un valor de por sí, más allá de lo mainstream o indies que fueran”, señala Sofía. Las figuras presentes en las letras de Javiera, que según Gepe dependen de cierto “grado de abstracción y al mismo tiempo de sensación concreta”, se transformarían en el sello de la cantante, y según el propio Gepe, son parte del gran aporte de la artista a la escena: “En Esquemas juveniles todas las frases de los versos terminan en punto suspensivo, no sé si se entiende. Como que no cierra la frase, por lo tanto queda abierta, y la sensación que queda es como un aire. Pero al mismo tiempo la imagen es súper concreta. Si lees el verso completo, te arma una imagen realmente bella. Eso para mí es lo más grande que tiene la Javiera”. Esto va más allá Y si de derribar prejuicios se trata, el debut de Mena también tenía cosas por decir. Abordar tempranamente -explícita o implícitamente- temas con frecuencia elusivos para los medios o la música popular como la homosexualidad, para Javiera nunca fue un problema y lo demostraba en videos como “Esquemas juveniles” o en declaraciones de prensa, donde hablaba naturalmente de su lesbianismo, sintonizando desde el principio con la comunidad LGBT. No fue el único paradigma que el disco ayudaría a derribar. Varios músicos pop coinciden en que álbumes como Gepinto (2005) de Gepe o Esquemas juveniles, son obras que colaboraron a eliminar los prejuicios que parte del público y la industria tenían en relación a la música pop, a ratos entendida como frívola o desechable. Según Pamela Sepúlveda, conocida en el mundo del pop local como Fakuta, antes de la salida de Esquemas juveniles ya florecía una escena subterránea con un “un nivel de experimentalidad muy genuino”, que podía cambiar el panorama musical chileno. “Pero sin duda que la aparición del Esquemas juveniles fue a mi percepción casi como un manifiesto, un punto en que comienza una nueva era de hacer canciones pop. Antes de esta era, todos en Chile insistían en el rock, el rock era respetable, tenía toda la credibilidad, así que creo que nuestra generación (o con mis amigos más cercanos, la verdad) guardaba un pequeño resentimiento con esa idea, la que nos hizo abanderarnos mucho más por el pop. Pero el pop que nosotros podíamos hacer con nuestras herramientas caseras y nuestra información, la que podíamos adquirir desde este rincón del mundo. Javiera es la primera en eso, la reina en esto de hacer canciones a su pinta, con su propio lenguaje y su ejemplo me motivó mucho a seguir este oficio de las canciones y de ser compositora mujer. Y sin duda influenció a muchos otros músicos que han salido desde entonces”, opina Fakuta. El mismo año de la salida de Esquema juveniles, el sello Neurotyka, una de las discográficas independientes que apostaron en esa época por la escena pop/electrónica chilena, publicaba el compilado Neurotyka 2999, volumen 1. El disco incluía tracks de JuliaRose, La Golden Acapulco, Namm y Dënver. Formado por Mariana Montenegro y Milton Mahan, Dënver con el tiempo se convertirían en uno de los referentes más recurrentes del pop local y al igual que Javiera, fueron citados por el diario El País como parte del “paraíso del pop” salido de nuestras fronteras. En relación al debut de Javiera Mena, al igual que Fakuta Mariana Montenegro lo considera una doble motivación: musical y de género. Además dice: “Creo que claramente fue un incentivo para que los músicos se motivaran a hacer sus proyectos pop, esto porque igual yo encuentro que en los ’90 había harto terror al pop, estaba mal visto. Por ejemplo podemos ver lo que les pasó a las Supernova, yo me enteré más grande, que por hacer canciones pop la gente las trataba súper mal por eso, lo cual es muy injusto y estúpido”. En el plano internacional, 2006 fue el año de artistas como Cat Power, una de las referencias ineludibles para Javiera Mena. Chan Marshall ese año lanzó su recordado The greatest, disco que compitió en calidad con placas como Ys de Joanna Newsom, Silent shout de The Knife o So this is goodbye de Junior Boys, todos con algún tipo acercamiento al pop. En nuestro país, Esquemas juveniles sería la revelación de una joven artista, pero también aplica como uno de los hitos de la incipiente escena independiente local, que desde entonces clamaba por convertirse en industria. Rodrigo Santis, director del sello Quemasucabeza, cree que el disco marcó un precedente para otros artistas similares. “Ya con una década de perspectiva se puede apreciar más claramente que fue un álbum muy importante. Para nosotros como sello fue parte de un triunvirato de discos fundamentales en nuestra historia: el compilado Panorama neutral, donde venía Javiera, Gepe y varios más; luego el Gepinto que fue el primer disco de un artista ‘indie’ en dar un salto hacia terrenos más populares; y luego llegó Esquemas juveniles, para fortalecer esos primeros pasos que se estaban dando a nivel industria”, señala. Cristián Heyne coincide en el carácter pionero del álbum, al mismo tiempo comenta algunos de sus propósitos: “Fue un disco que nunca fue tan pensado para ser pop. Pero yo nunca en lo personal lo pensé para que fracasara, sabía que ese disco cuando saliera iba a ser como súper revelador para un montón de gente porque no se parecía a nada de lo que estaba sonando en esa época. Y cuando uno dice ‘no se parece a nada’ no tiene que ver con el sonido, tiene que ver con lo que representa el disco en cuanto a su entorno. Una chica compositora, de 23 años, entrando en el mundo de la música, en independencia. Que componía, hacía sus arreglos, sus letras, y de la manera tan elegante como lo hacía la Javiera en ese disco, tan lúcida, yo creo que no existía en ese momento. Por otro lado, fue hecho desde el indie, desde una moral indie, pero con recursos que hacían que no sonora tan mal”. Rodrigo Santis agrega: “Sin duda fue un referente, tanto nacional como internacionalmente de lo que se estaba haciendo en Chile en materia musical. Gente de México, de España, de Japón incluso, se nos acercaba para licenciar ese material”. En cuanto a las proyecciones y alcances de discos como Gepinto y Esquemas juveniles, dos emblemas de la música pop nacional, Gepe es bastante cauto a la hora de hacer un primer análisis: “De alguna manera sí abrió un espacio, pero bastante underground. Son dos discos importantes, yo diría históricamente hablando, pero no fueron dos discos que hayan sido súper conocidos o que hayan tocado mucho en la radio. Quizá ahora el Esquemas juveniles lo ponen harto, pero en su tiempo no lo hicieron. El Gepinto nunca sonó en la radio aunque tampoco estaba hecho para eso. Creo que son dos primeros indicios de una nueva sensación, de una generación, que después se fue completando con otros discos de otros artistas, que empezaron a abrir el espacio. Yo creo que como dos primeros ejercicios está increíble”. Además, Gepe opina que tanto él como Javiera tienen aún fichas que mover, mucha música que componer: “Por el lado como de proyección yo siento que, y me atrevo a hablar por ella también, creo que no hemos llegado a ningún lugar muy concreto todavía, creo que nos falta mucho todavía. Esquemas juveniles para mí son muchas cosas hechas por primera vez. Y como primer antecedente funciona bastante bien, pero falta mucha agua que pase por el río todavía. Siento que todavía no se ha hecho el primer disco de esa generación nueva. Bueno nosotros ya estamos un poco más viejos, pero nos queda demasiado por hacer. Por lo mismo todavía no nos sentimos dignos de ver el documental Al unísono. Porque para mí por lo menos, yo creo que para la Javiera también, ha pasado muy poco tiempo, porque queda mucho tiempo”. Diego Morales también es prudente al pensar en el impacto de Esquemas juveniles y otros referentes de la escena independiente: “Me cuesta mirar desde afuera que tanto se renovó la escena y soy más bien escéptico cuando se habla de los nuevos ‘fenómenos’ del pop. Pero lo que sí puedo decir es que existía en esos años una noción de que uno tenía todo al alcance. Gracias a los computadores en el hogar, los softwares para hacer música y la Internet principalmente. No sentíamos limitaciones para crear. Fue una mini revolución”. Lo hago coincidir Temas inolvidables como “Sol de invierno”, balada que precisamente reúne a a Javiera y Gepe, acaso resume la mística del álbum y funcionan casi de manera premonitoria, en una muestra de “las canciones buenas” que ya existían y en un anuncio de las que estaban por venir. Otros cortes como “Al siguiente nivel”, con un mensaje igualmente evocador, pueden convivir perfectamente con “Casan”, que recuerda el lado musicalmente más austero de Javiera, mientras que el cover de “Yo no te pido la luna”, que muchos al comienzo identificaron como un track más bien anecdótico, ha soportado muy bien el paso del tiempo y funciona de manera efectiva en los shows. Junto a las baladas “carpenterianas”, también se encuentran las percusiones bailables de “Cuando hablamos”, que Javiera dice haber producido en el computador Compaq Presario que estaba en su casa: “Yo estaba ahí programando y con toda la casa dando vueltas, se metía mi perro, mi hermano. Esquemas juveniles es un disco que además le tengo cariño porque lo compuse en una casa de familia, yo todavía vivía con mis papás cuando compuse varias canciones. De repente estaba componiendo “Sol de invierno” en la noche, por ejemplo, y mi mamá me gritaba Oye Javiera, estamos durmiendo”. ¿Es el disco Esquemas juveniles el trabajo más importante de Javiera Mena? La propia artista comenta: “Es como el puntapié inicial, usando una comparación futbolera. Es decir aquí estoy, este es mi disco, este es mi arte. No solamente la propuesta musical, también estaba la portada de Alejandro Ros, con muchas caras mías, eso llamó mucho la atención también. Entonces la importancia que tiene es la que puede tener un primer enamoramiento, es esta cosa de marcar un comienzo de mi etapa discográfica, eso por un lado. Por otro, también creo que el sonido y la forma en que están armadas las canciones, esta cosa inocente que puede tener, que luego va fluyendo hacia otros lados en discos posteriores. Esta cosa de no planear mucho, de simplemente la música por la música, creo que mirándolo en retrospectiva, es muy importante para mí y sí, es muy especial y muy potente, por ser ese comienzo. No sé si es lo más importante de mi carrera, pero sí lo corono como el primer disco, y el primer disco siempre tiene, al menos en mi caso, esa cosa mágica de empezar”. *** A mi lado todos van ¿Qué hace tan especial a Esquemas juveniles? Para terminar, algunos de nuestros entrevistados entregan su opinión del contexto del álbum o nos cuentan cuáles son sus canciones favoritas. Walter Roblero (Congelador, Las Mairinas): Por una parte, revitalizó la canción y, por otro lado le dio seguridad a todos los que vinieron después de ella. En ese sentido, creo que el tema “Al siguiente nivel” resulta profético, es una declaración de principios en la que les está diciendo “no tengan miedo, por aquí es el camino”. No se equivocó. Es muy loco, siempre tuvo esa sabiduría y esa convicción; no sé de dónde la sacó. Pablo Muñoz (De Janeiros, Gargales): Del Esquemas juveniles me gusta especialmente ese encuentro que se produce entre la Javiera más intuitiva con el uso de bases que es más parecido a cómo la conocemos hoy. El uso de acordes con séptimas en esas baladas poperas más Carpenters como “Cámara lenta” o “Está en tus manos” o la misma “Esquemas juveniles”, pasando por esos himnos electropop como “Al siguiente nivel” o “Cuando hablamos”. Aunque sin duda mis canciones preferidas son “Casan” y “Como siempre soñé”. David Ponce (crítico musical): Me gusta mucho el disco. Mis favoritas son nueve de las diez: “Como siempre soñé” por lo luminoso de la melodía y los acordes, “Está en tus manos” por lo emocionante de la melodía y los acordes, “Esquemas juveniles”, “Sol de invierno” y “Cámara lenta” por ese énfasis en el piano que tienen los arreglos además de la melodía y los acordes como en las anteriores; “Cuando hablamos”, por lo estimulante de la base rítmica en combinación con la melodía y la armonía; “Al siguiente nivel” por lo bien logrado de ese sonido electrónico que remitía al tecnopop de los años ’80; “Casan”, por el eco de la Javiera Mena inicial que se oye en esa canción, y “Perlas”, porque la mezcla es distinta a todas las demás del disco. Sofía Oportot (QuieroStar, Lulú Jam): Me parece un súper buen disco debut, me encanta esa libertad que tiene con las baladas. Me encanta la canción “Sol de invierno”, la encuentro ultra bien lograda y “Yo no te pido la luna” es un gran cover y marcador de una generación. “Sol de invierno” aparece en la introducción de una película que protagonicé que se llama Las niñas. Entonces esa canción me marca mucho, porque empieza la película y empieza a sonar la canción, entonces se forma una unión muy linda, entre como conocí a la Javiera y cómo estaba planteado en esa escena de la película. Y bueno obviamente la canción que hicimos juntas “Como siempre soñé” me encanta, me emociona mucho cuando algunos fans de la Javiera me dicen que es su canción favorita del disco. De hecho una niña me dijo: “Oye, esa canción sale de fondo en el video de matrimonio que tuve con mi chico”. Es muy lindo ver que le llega tanto a la gente, que es muy importante para alguna gente, es muy bonito saberlo. Cristián Heyne (Shogún, Electrodomésticos, productor de Esquemas juveniles): Me gustan varias canciones por muchas razones. Pero creo que la que me sigue emocionando más, es lo primero que escuché de la Javiera de esa época: “Al siguiente nivel”. Fue la canción que escuché en demo antes de volver a conocerla. Aunque también me encanta como suena “Esquemas juveniles”, por ejemplo. Me gusta como suena “Cámara lenta”. También me gusta lo emo de “Está en tus manos”. Me gusta la orientación indie-acústica que tiene “Casan”, porque es algo que podría estar en Primeras composiciones, pero abordado de una manera mucho más pro en su grabación y conservando la gracia que tenía. “Sol de invierno” es un clásico instantáneo, siempre fue un clásico instantáneo, era muy bonita esa versión original, desde antes que se grabara. Mariana Montenegro (Dënver): Claramente Esquemas juveniles sirvió para que la gente se sacara los prejuicios con el pop, fue una motivación. Y también creo que fue una motivación en cuanto a género. Yo igual creo que hizo que las mujeres quisieran más componer y ser dueñas de sus proyectos musicales. El pop de este disco es muy bueno, porque tiene mucho de la música AM y también de electro pop. Es buena esa mezcla. Mi canción favorita es “Como siempre soñé”. Gepe: Esquemas juveniles para mí es importantísimo, en términos de que nunca nadie había hecho ni grabado canciones de esa manera, con esa libertad. Muchas reglas o estructuras de esos temas responden a estructuras de otras canciones de manera súper clara. Burt Bacharach está ahí más presente que nunca, más que en cualquier otro disco de la Javiera. Me da la impresión que es el único disco chileno que tiene eso. Esa manera de hacer soul, súper simple, con letras muy sentidas. Con un grado de abstracción en la letra, y al mismo tiempo de sensación concreta súper extraña, un mix muy especial. Mi canción favorita creo que es “Cuando hablamos”, me parece que la letra es increíble. Sobre todo el final de la canción me encanta, es lo que yo pienso que podría ser un pop progresivo, hecho por primera vez en Chile. Yo creo que “hecho por primera vez”, es el calificativo que tiene casi todo este disco, y en general la carrera de la Javiera, creo que nadie se ha atrevido a hacer las cosas de esa manera. También me encanta la letra de “Al unísono”. Sebastián Carreras (Entre Ríos, Índice Virgen): “Sol de invierno” sin dudas es mi favorita, es una de esas canciones indestructibles, la he oído en muchas versiones previas mientras Javiera grababa Esquemas juveniles. Y el disco en su totalidad claramente es un clásico, lo bueno es que fue madurando con el tiempo, y eso le permitió a Javiera crecer sin tener que cargar con un debut de éxito inmediato. Fakuta: Me gusta el disco, puede ser el que más haya disfrutado de ella, aunque me gustan todos. Me gusta en especial el sonido que tiene, su manera de componer siempre con los “acordes buenos”, esos que te hacen sentir melancolía sin parar y que te abrazan el corazón, a lo Burt Bacharach. Me gusta también su manera de cantar en el disco, su voz muy aterciopelada y en el mismo tono de la calidez de todas las canciones. Es de esos discos perfectos y que lo asocio a una época muy bonita, cuando me hice un montón de amigos musicales y nos juntábamos todos a cantar las canciones, a cambiarle las letras por lo que parecía que escuchábamos, etc. Me encanta “Como siempre soñé” y “Cámara lenta”. Javiera Mena: En Esquemas juveniles es difícil elegir una canción favorita, todas son mis regalonas. Sobre todo por el momento en el que estaba cuando las escribí, tengo varios recuerdos. Pero yo creo que a “Cuando hablamos” le tengo un cariño especial, porque justo cuando yo estaba haciendo la parte final, me informaron que había fallecido un amigo que se llamaba Vinicio Montalvo. Él hacía música electrónica en ese tiempo, tenía una banda que se llamaba El Grupo Musical y habíamos empezado carrera. Siento que él se metió un poco en la canción. Entonces todas las canciones son regalonas, pero “Cuando hablamos” tiene esta cosa especial, por estar como impregnada del fallecimiento de un amigo.