Noticias como éstas son las que uno no desearía recibir al momento de empezar el día, ni mucho menos la semana. Scott Walker, uno de los músicos más respetados, influyentes e iconoclastas de las últimas décadas, dejó este mundo el lunes 25 de marzo a los 76 años, rodeado del misterio que buscó dar siempre a su existencia, según el comunicado oficial publicado por el sello 4AD.

Nacido en 1943 como Noel Scott Engel en Hamilton (Ohio, Estados Unidos), su infancia estuvo marcada por los constantes cambios de residencia que implicaba el trabajo de geólogo de su padre. Hijo único, aprendió a disfrutar esa soledad para dar rienda suelta a su imaginación y a su temprana afición por las artes, especialmente la música. Talento precoz, a fines de los 50s participó en series televisivas como The Eddie Fisher Show y Fabian, conducido por el ídolo adolescente Frankie Avalon. Sus ganas de aprender lo llevaron a dominar en poco tiempo el bajo eléctrico, y en 1959 ya oficiaba como músico de sesión en Los Angeles (California). Seis años más tarde, se unió a John Maus y Gary Leeds para formar The Walker Brothers, tomando la voz principal gracias a su imponente barítono.

A instancias de Gary Leeds, quien había girado por Inglaterra como músico de acompañamiento, el trío decidió cruzar el charco para instalarse en Londres, donde su popularidad comenzó a crecer una vez que el productor Johnny Franz junto a los arreglistas Ivor Raymonde y Ray Guest se encargaron de remozarles el sonido. Siempre con las producciones de Phil Spector como modelo a seguir, The Walker Brothers lanzaron un single exitoso tras otro, contenidos en discos como Introducing The Walker Brothers (Smash, 1965), Take it easy with The Walker Brothers (Phillips, 1965), Portrait (Phillips, 1966) o Images (1967): Ahí quedan joyas del melodrama pop como “Make it easy on yourself” (original de Bacharach & David), “The sun ain’t gonna shine anymore”, “My ship is coming” o “(Baby) You don’t have to tell me”. De hecho, su fama llegó a tal nivel que su club de fans oficial llegó a tener en un momento más inscritos que los de The Beatles o The Rolling Stones. Pero esta sobreexposición no iba con Scott, quien prefería la soledad de su hogar, donde podía disfrutar de los discos de Jacques Brel o las películas de Passolini, alejado de los flashes de las cámaras y los chillidos eufóricos.

La llegada de la psicodelia, con una nueva estética y sonidos nunca antes oídos, no le sentó bien a la propuesta del trío, que decidió separarse en 1967. Scott, por su parte, inició una carrera solista de la mano del sello Phillips con cuatro discos editados entre 1967 y 1969, titulados simplemente Scott, Scott 2, Scott 3 y Scott 4, donde mezclaba versiones con temas propios que dejaban de manifiesto su madurez compositiva, alejado del ídolo para quinceañeras que había sido hasta hace muy poco. Por exigencias contractuales, durante la primera mitad de los 70s grabó una serie de LPs con menos inspiración de la habitual, cuyas reediciones jamás fueron autorizadas. En 1975, liberado de Phillips, reformó a The Walker Brothers, sacando tres álbumes que volvieron a ponerlos en la mirada pública, hasta que en 1978 cada uno volvió a tomar su propio camino.

En ese momento comenzó el autoexilio personal de Scott Walker, que se rompió periódicamente con discos de sorprendentes atmósferas surrealistas como Climate of hunter (Virgin, 1983), Tilt (Fontana, 1995; reeditado en 1997 por Drag City), The drift (4AD, 2006), Bisch Bosch (4AD, 2012) o Soused (4AD, 2014) su colaboración con el grupo de drone metal Sunn O))). También se permitió realizar trabajos orquestales por encargo como And who shall go to the ball? And what shall go to the ball? (4AD, 2007), producir a Pulp (We love life, 2001) y colaborar en bandas sonoras de películas como Pola X (Barclay, 1999), dirigida por Leos Carax, o The childhood of a leader (4AD, 2016), dirigida por Brady Corbet.

En 2006 pudimos develar algo del misterio que rodeaba a este hombre gracias al documental Scott Walker: 30 century man, producido por el desaparecido David Bowie. El filme, que nos permitió ver registros exclusivos de las sesiones de grabación de The drift, junto con declaraciones del hombre en persona, incluyó testimonios –recopilados durante diez años- de gente como Jarvis Cocker, Brian Eno, Damon Albarn, Marc Almond, Alison Goldfrapp, Johnny Marr, Dot Allison, Ute Lemper, los integrantes de Radiohead, Simon Raymonde y el mismo Bowie, fan confeso que llegó a versionar la canción “Nite flights” en el disco Black tie white noise (Savage/Arista, 1993). Estrenado en el Festival de Cine de Londres el 31 de octubre de 2006, se convirtió en uno de los documentales más exitosos de ese año, con motivos más que justificados, que hacen necesario volver a verlo cada cierto tiempo.

Durante sus últimos años, quizás sabiendo que el fin estaba cerca, Walker fue dejando de lado su aversión a las entrevistas. En una charla con The Guardian, declaró en 2018: “Escribo música para mí mismo, pero también para los demás. Simplemente, aún no la han descubierto.” Consultado sobre si la gente llegaría a conocer su obra, soltó una carcajada para rematar: “Lo harán, sí. Estaré bajo tierra, pero lo harán”. Cuánta razón tenías, Scott. Buen viaje, y gracias por tanto. Descansa en paz.