Cada año es intenso para la música chilena. En Super 45 tanto desde nuestro programa de radio como en nuestra web, intentamos hacernos cargo de la producción local, que cada vez goza de mayor calidad y profesionalismo, aunque suene a cumplido. Como ya es tradición, además de nuestra lista de mejores discos internacionales, incluimos nuevamente una selección de músicos nacionales. Un listado de 20 títulos, que sin duda a muchos de ustedes les hará eco, porque varios de estos artistas han dado vida al panorama durante esta temporada.

Desde actos como Niños del Cerro, cuyo segundo álbum Lance confirmó todo lo bueno que se dice de ellos y más, hasta pequeñas revoluciones como la de Rosario Alfonso, que desde el sello Uva Robot firmó un Lo primero lo suficientemente sencillo y profundo. Sorpresas como los beats + orgánica de J.J. Pérez, la experimentación de Marcos Meza o el ruido virtuoso de Osorezan, también fueron parte de nuestro playlist, por eso aparecen de alguna forma en este resumen. ¿Y qué hay de los llamados consagrados? Gepe y Javiera Mena también están presentes, en medio de los intentos inaugurales de Yaney y Rubio, que pese a debutar, están lejos de ser proyectos recién llegados. Todos ellos y muchos más, son parte de este catastro.

Como es difícil resumir en pocas líneas el enorme caudal que puede significar la música independiente chilena, diremos que esto es una muestra, tan solo una mirada, que sabemos puede ser incompleta y sesgada. Pero aquí estamos, listos para contarles que estos trabajos son imperdibles y que son parte de un grupo mucho mayor de músicos y gestores, que intentan emocionarnos a través de sus creaciones (Freddy Olguín).

Concepto gráfico: Ed Milla
Implementación: Sebastián Rodillo y César Dubo.

Revisa también los mejores discos internacionales del 2018, partes 1 y 2.

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20. Javiera Mena – Espejo (Sony Music)

Este ha sido un año ajetreado para Javiera Mena. El lanzamiento de un nuevo disco en el que deja el indie para acogerse al alero de Sony Music (Paloma Mami, Ricky Martin, Américo), una gira por España, múltiples shows en Chile y el reconocimiento masivo de su nuevo disco, de seguro están marcando un hito en su carrera. Como es sabido, Javiera Mena se expresa a través del electro pop que ha venido cultivando desde sus inicios. Espejo continúa esta línea pero nos entrega un trabajo más refinado y claro en cuanto a lo que se entiende por pop electrónico. El factor novedoso radica en sus letras, con frases como Yo te pregunto si tú fuiste dentro de ti, ¿Fuiste a tu interior? (“Dentro de ti”), Mena nos interpela con preguntas reflexivas en un intento por contrarrestar la superficialidad del género. Pero la prueba de fuego de este lanzamiento fue el show en vivo. Hace un tiempo escribíamos sobre su presentación del disco en el Teatro Caupolicán, donde nos sorprendió con su desplante vocal, probablemente el talón de Aquiles de Mena durante algunos pasajes de su carrera. Y es que un disco de estas características puede sonar muy bien en formato envasado, pero no tanto en vivo. Espejo, lejos está de ello y en vivo demostró ser una obra de calidad y gran desplante musical, sobretodo en la entonación de Mena. Canciones como “Intuición” y “Espejo” están derechamente enfocados en la pista de baile, con sonidos que tampoco se resisten al boom de beats reggaetoneros que muchos artistas integran en sus trabajos. Pero también, otras como “Escalera” reproducen cuatro minutos de un paisaje sonoro de beats suaves y ascendentes, que, al casi no tener letra, da un respiro a la intensa seguidilla de canciones (Isabel Ogaz).

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19. El Cómodo Silencio De Los Que Hablan Poco – Amanda (Disco Intrépido)

Nuevo sello, nuevo disco, nuevo sonido. Si Run Run, el disco debut de ECSDLQHP – y nuestro favorito nacional el 2016- se hizo notar sin ninguna pizca de anestesia con sus letras y sonidos que te llevan a la pena y nostalgia máxima, Amanda expresa un sentimiento que bien se define en el nombre de su canción “Tristefeliz”. Sin dejar aquella introspección propia del emo, este disco añade un nuevo ingrediente que levanta sutilmente el ánimo: la presencia de beats digitales que ellos mismos reconocen como una influencia del trap y del glitch. Texturas detonadoras de una atmósfera que podría definirse como una primavera gótica, un complemento entre opuestos de vivos colores y oscurísimos negros. Son 31 minutos complejos, que pueden dividirse en una primera y segunda etapa, un primer y segundo estado gradualmente marcado por el tema “Autopoiesis”, que musicaliza la entrevista de algún experto hablando sobre la mente y el afecto (¿cita al disco Viva Chile (1986) de los Electrodomésticos?) , y que da paso a las creaciones más experimentales del disco. Los sonidos oscilantes y contrastantes son protagonistas en su estética, y “Enetra” lo expresa muy acertadamente con sonidos de guitarras acompañadas por punteos y baterías digitalizadas in crescendo que remiten a una luminosidad diáfana, un sonido que raya con lo épico pero contrastado con frases como Ya no voy a poder mirar el cielo infinito que mirábamos los dos. Amanda es un disco más pop, y un poco más amable al oído que Run Run pero no por ello menos emo y triste (Isabel Ogaz).

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18. Osorezan – Osorezan (Kali Yuga Distro)

Registrado en los Estudios Lautaro junto a Victoria Cordero, el debut homónimo de Osorezan culminó un arduo proceso creativo alternado con ensayos y tocatas en vivo, que sirvieron para dar forma a esta instantánea que captura la energía de sus sorprendentes conciertos. A primera escucha puede ser fácil meter a la banda en el saco del post-rock, pero basta poner atención para hallar elementos del noise, del post punk, la composición neoclásica e incluso de la no wave, con referencias que van desde Roberto Bolaño en “Mezcal Los Suicidas” hasta las ideas -vía sample- de John Holloway en “Retratos de la ira”, en una obra envolvente que nos lleva desde la calma a la catarsis final (Pablo Meneses).

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17. Pirámides – Desprender (Chibi Records)

Finalmente aparece el primer disco de esta banda que había logrados buenas críticas en la escena local. A medio camino entre el indie, el hardcore y el postrock, Pirámides deleita con paisajes contemplativos que suceden a súbitos arranques de brutalidad rockera. Sin duda, el álbum de guitarras del año (Boris Orellana).

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16. Against All Logic – 2012-2017 (Other People)

Bajo el alias de Against All Logic, esta entrega de Nicolas Jaar trae pistas que se se quitan el peso de la trayectoria vanguardista del autor para entrar a un terreno más juguetón, más liviano. Las resurrecciones de música soul y funk dispuestas sobre patrones de caja de ritmo son parte de una fórmula house que ya todos conocemos, pero que aquí carga con esa distorsión que retumba y esas progresiones dramáticas tan propias de la mano de Jaar. Estimulante de principio a fin, ocupa un puesto alto en la mejor música de baile que ha dejado este 2018 (Sebastián Rodillo).

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15. Dadalú – Tiempo negro (Sello Cazador)

Ante un mundo que gira a la derecha, las canciones de Tiempo negro llegan precisas para aflorar la angustia y otros dolores internos. Y para lidiar con ello, Dadalú (seudónimo de Daniela Saldías) encuentra en la disciplina musical un nicho para canalizar los bajones y tornarlos en fraseos y bronces que acompañan a la perfección la calidez de una artista demasiado pop para ser rapera y muy rapera para ser pop. En esa brecha se asoma la singularidad inventiva de Daniela, quien entre su ejercicio de escribir una canción por día y su participación en el Gonzervatory, ha tenido un año inquieto e inolvidable (Rodrigo Herbage).

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14. Chini and the Technicians – Arriba es abajo (Uva Robot)

Tras una larga espera desde su EP debut En el fondo todo va bien (Uva Robot, 2015), el proyecto liderado por Chini Ayarza y Roberto González recompensa esa paciencia con un disco muy energético y de alta factura en su desarrollo artístico. Ecos de vocación noventera  (“El otro”, “Ctlqhl”) se mezclan con jugueteos latinos bajo la particular voz de Chini que van armando un sonido que les otorga una identidad inconfundible en tiempos de tanta homogeneidad (Rodrigo Herbage).

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13. Armisticio – Superficial 3 (Quemasucabeza)

¿Es relevante apuntar por anticipado que Matías Soto tiene 21 años y ya tres discos como Armisticio? Probablemente sí para que para que el auditor no quede desprevenido frente a un disco tan logrado como Superficial 3, un sofisticado entramado de samples que pueden referir a los primeros discos de Jens Lekman o The Magnetic Fields, sobre los que Soto va desplegando sus letras cada vez más seguro de sí mismo. Ante esta evolución vertiginosa como compositor y letrista de Armisticio sólo nos cabe la ansiedad por el disco que viene y el que le seguirá. Sin duda, aquí tenemos a uno de los nombres referenciales de la escena local en los años venideros (Cristian Araya Salamanca).

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12. Winamp – Sputnik mi amor (Sello Cazador)

En su primera exploración del formato canción, WINAMP nos lleva al lado más personal de Martín Pérez-Roa. Es un disco breve de historias cotidianas, en donde la producción destaca sin escatimar recursos. Los puentes que se crean entre las pistas (como por ejemplo entre “Burro” y “El viejo juego de lo nuevo”) evidencian la destreza de Pérez-Roa a la hora de los arreglos, saltando sin problemas entre instrumentos, estilos, técnicas y artistas invitados. Las canciones de Sputnik mi amor van hilándose en una narrativa del conocerse, salir, pololear, terminar y volver, en donde el resultado es una entretenida historia pop de verano (Sebastián Rodillo).

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11. Rosario Alfonso – Lo primero (Uva Robot)

Luego de participar en la gira europea de La Matiné Uva Robot (junto a Diego Lorenzini, Niña Tormenta y Javier Bobbert), Rosario Alfonso retornó a Chile para presentar un disco que tiene su identidad propia a punta de guitarra y voz. Con solemnidad folclórica y las faltas de respeto necesarias para desmarcarse de la trova regular, Rosario entrega canciones buenas de principio a fin (Rodrigo Herbage).

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10. JJ Perez – Mono blanco (Arrhythmia Netlabel)

DJ Pérez. DJ Pere. Pérez Muérez. J.J. Pérez. Muchos alias para el talento de Daniel Pérez, DJ y productor miembro de los -a estas alturas- imprescindibles Mente Sabia Crú. Como el resto de sus compañeros, Pérez corre también por su cuenta con diversas colaboraciones y una gran actividad en directo. Mono blanco, su último acierto utilizando el seudónimo J.J. Pérez, es una reunión de grandes amigos que tienen el hip-hop como punto de encuentro, pero en su natural ejercicio de experimentación logran conectar sin aspavientos con el jazz, la electrónica, la sicodelia, el spoken word y rap más inspirado, en un formato que funde beats e instrumentos orgánicos. Mono blanco es una sorpresa en medio del panorama, un regalo que vale la pena descubrir (Freddy Olguín).

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9. Juan Pablo Cacciuttolo – La Yesera (Infinito Audio)

Mientras la mayoría de la producción electrónica 2018 se inclinó por los ritmos bailables, el músico y arquitecto Juan Pablo Cacciuttolo apostó por navegar a contracorriente con un evocador trabajo de ambient, que tanto bebe del minimalismo como del ruido de las guitarras distorsionadas, inspirado en la época de la expansión ferroviaria y los paisajes cordilleranos de la frontera chileno-argentina. Apoyado por Carlos Reinoso (Aye Aye) en la grabación, José Cerda (Bruxista) en la masterización y Pablo Del Cielo en la gráfica –coincidencia o no, todos oriundos de la Quinta Región– el resultado es una delicia para los sentidos, ideal para dar play e iniciar el viaje (Pablo Meneses).

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8. Marcos Meza – Universo paralelo (Aconcagua Records)

El pianista, arreglista, productor y compositor nacional Marcos Meza viene realizando una carrera solista que con cada disco, se vuelve más interesante. Universo paralelo (Aconcagua Records, 2018) es un disco de música ambiental en donde capas de sintetizadores crean texturas oníricas e inquietantes. De hecho, gran parte de los temas que componen este trabajo remiten a esa idea de estar en otro espacio, distinto al que habitamos. Si en “Deja vu”, esta sensación se produce por una progresión de acordes que se repite una y otra vez (de ahí el nombre), que Meza interviene con pequeños elementos rítmicos; en “Dimensiones del tiempo”, el efecto es causado por un diálogo entre un sintetizador y un theremin, creando un vórtice sonoro que en cada segundo se hace más profundo y complejo. Universo paralelo, no es un disco de hits ni melodías inmediatas, y por lo mismo, es más desafiante de lo que parece (Gabriel Pinto).

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7. Los Días Contados – Aurora (Infinito Audio)


A tres años de Tocaciones (Tuneless Records), Juan Pablo Abalo y Luis Felipe Saavedra reaparecieron a comienzos de año con este EP editado en casete. La atmosférica pieza principal, de casi 12 minutos de duración, se desarrolla a paso lento, integrando diferentes sonoridades que representan la eterna relación entre sombras y luces a la que alude el título. El lado B de la cinta incluye remezclas a cargo de Raw C y Bruxista en donde cada uno se encarga de llevar el tema original a su propio territorio, en un saludable ejercicio creativo que conecta con la única recomendación de los autores: Escúchenlo en la oscuridad (Pablo Meneses).

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6. Chicarica – Dale mami (Sello Cazador)

Luego de varios prometedores singles lanzados en 2016 y 2017, Chicarica volvió este año con su primer EP. En Dale mami, la instrumentación cede protagonismo para crear un colchón sobre el cual se posa cómodamente la voz de Lorena Pulgar, quien no abandona su tono casi maternal (incluso en el cuento de terror “Saico”, lo que lo hace aún más espeluznante). Son 15 minutos de precisión técnica y detalles que satisfacen, pero que a su vez despiertan la apetencia por una futura entrega de Chicarica en larga duración (Sebastián Rodillo).

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5. Cadenasso – Guni (Cápsula Discos)

Los álbumes solistas de Felipe Cadenasso son mucho más que objetos para guardar junto a la discografía de Matorral. Sofisticadas, pero con sutiles detalles de espontaneidad, las canciones del músico juegan a las escondidas verbales, en medio de una serie de percusiones, trompetas, guitarras y teclados que adornan el conjunto. “Si tú insistes en seguir en la canción así a escondidas. Sinceramente esta es la soledad”, dice en la inaugural “Altamar”, en uno de los varios acertijos que entrega Guni, un disco luminoso pese a su afán por permanecer apenas visible, con suerte apegado al formato de música popular al que nos tienen acostumbrados muchos artistas, bastante más preocupados de la contingencia y los likes (Freddy Olguín).

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4. Rubio – Pez (Jungla Music)

Es muy interesante recordar la evolución sonora de Fran Straube para entender cómo este proyecto personal se fue haciendo espacio entre Fármacos y Miss Garrison, dos de los proyectos donde ella tenía papeles importantes. La vida de Rubio comenzó como un sonido etéreo y espectral que lentamente se fue acercando a la rítmica latina (bass music/reggaeton) que ha dotado de matices a este debut. Quizás es el proyecto con más potencial dentro del pop electrónico actual, donde las texturas y los ritmos conjugan un debut redondo (Boris Orellana).

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3. Yaney – 1992 (VACACI-O-NES)

Tal como Rubio, Yaney también es una idea que se inició entre proyectos grupales para finalmente estallar a fines de este año. En el caso de la floridana, sobreviviente de la generación pop de guitarras del 2016, los primeros esbozos de sus canciones en solitario fueron asomando tímidamente en presentaciones grupales. Desde ahí surgieron las composiciones de este debut honesto y lleno de emotividad. Apoyada en su guitarra, Yaney presenta canciones de un pop sofisticado, influenciadas por el indie noventero pero que se da tiempo también para los paisajismos sonoros (Boris Orellana).

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2. Gepe – Folclor imaginario (Quemasucabeza)

En sus inicios a Gepe casi siempre se le colgó -erróneamente- el cartel de ser un seguidor más de la tradición folclórica de Violeta Parra y Víctor Jara. Si bien tenía algo de esa crudeza y sensibilidad, su formato de canción se expandió rápidamente, al igual que su búsqueda y exploración de géneros musicales. Eso hasta este año en que volvió a explorar ese folclore que nunca abandonó del todo con este álbum dedicado a Margot Loyola. Canciones entrañables elegidas desde el trabajo de una de las recopiladoras más importantes de Chile. Cuando Daniel Riveros reconecta con si mismo, nosotros lo hacemos con él (Macarena Lavín).

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1. Niños Del Cerro – Lance (Quemasucabeza)

El 2018 fue un año extremadamente tenso para la música nacional. Tras los innumerables problemas que surgieron en la escena del “pop de guitarras”, muchas bandas desaparecieron, algunos sellos quedaron a medio camino y todas aquellas reflexiones eruditas que giraron en torno a ella, se desplomaron de un momento a otro. En ese contexto, la pista de aterrizaje para el segundo disco de Niños del Cerro, tras el estupendo Nonato Coo (Piloto, 2015), se veía lejana y cubierta de niebla. Por suerte, Simón Campusano y compañía, tenían claro que la única manera de salir adelante, era tomando el toro por las astas: cambiaron de sello, salieron de gira, tomaron un descanso merecido y, más importante aún, se replantearon su sonido. Lance (Quemasucabeza, 2018), es un disco que dejó de un lado esa admiración por Mac DeMarco y Wild Nothing, y con Taller Dejao y Animal Collective como principales puntos de referencia, entregaron un trabajo que solo puede definirse como una “patada sonora”: con el pulso de la batería como principal protagonista, Lance es un disco vitalista y energético, que llama a aceptar los miedos y conflictos de la juventud de la mano de otros. Sin quererlo, los de La Florida entregan un disco con un sentido de comunidad único, entendiendo que esta es la única manera de afrontar un Chile cuyo futuro se ve cada día más oscuro (Gabriel Pinto).

Revisa también los mejores discos internacionales del 2018, partes 1 y 2.