El 2019 es un año que estará inscrito en la historia a partir de lo sucedido durante las revueltas de octubre. En lo musical, podríamos elucubrar si estos malestares se podían preveer a partir de las publicaciones que han sido parte de la banda sonora de este territorio. Desde S45 hemos sido testigos de como lo político no solo ha teñido el contenido de las letras, sino la forma en que se produce, distribuye y comunica el material sonoro. Siendo la colectividad y la independencia parte fundamental de algunas trincheras de resistencia como lo podrían ser sellos tan disímiles en su sonido como Uva Robot, Discos Pegaos, Narval o Infinito Audio. Siendo justamente esta clase de agentes, los responsables de la mayoría de los discos que hemos destacado, cada uno con sus relatos, estilos y ritmos expresan sus luchas cotidianas (Rodrigo Herbage).

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30. Bronko Yotte – Deli EP (Quemasucabeza)


“Qué importa la posta importa lo que yo creo”, rima Bronko Yotte en “Posta”, primer tema de este trabajo que surgió tras una breve pero provechosa estadía en Nueva York. Durante 15 escasos minutos, el rapero y cantante dice mucho, sobre ritmos sincopados que muestran su cara más moderna. Deli es planteado como una crítica al mundo actual y su obsesión por el éxito y la productividad, como si se tratara de un manifiesto musical en formato breve (Freddy Olguín).

29. Mambo Solo – Santiago Vodou (Mambo Solo)


El debut de la agrupación chileno-haitiana Mambo Solo es una refrescante novedad al panorama musical nacional. Por un lado, y desde un punto de vista estrictamente musical, la de ellos es una propuesta que cruza dos mundos, el del afrobeat con el del electropop, creando una amalgama bailable, sometida al pulso de la caja de ritmos y los sintetizadores. Por otro lado, y desde el punto de vista lírico, abordan el tema de la inmigración como nadie, dando igual protagonismo a los versos en kreyol que a aquellos en español. Una de las grandes sorpresas del año 2019 (Gabriel Pinto).

28. Gameover – Estrella del amanecer EP (Sudamerican)


En estricto rigor, los longevos Gameover nunca se han ido del todo. Si bien ya no tienen la febril actividad de los 90s, cada tanto reaparecen con nuevo material por el simple placer de hacerlo. Sin embargo, ahora existe toda una nueva generación que empieza a revalorizar el vigoroso power pop del cuarteto. Este EP los presenta en un muy buen momento, las canciones siguen manteniendo su simpleza aparente pero contienen una serie de ángulos y recovecos que dan cuenta de su experiencia compositiva. La colaboración con Carnet de Baile en “Fantasmas” abre también una insospechada arista estilística ¿Son Gameover los verdaderos padres del nuevo pop de guitarras? (C. Araya Salamanca)

27. Cómo Asesinar A Felipes – Naturaleza muerta (Koolarrow)


Tras siete discos, la fórmula CAF parece incombustible. Aunque en el último tiempo la mayoría de los integrantes de la banda incursionen en proyectos paralelos, Naturaleza muerta aún suena compacto y propositivo. Sin la premisa autoimpuesta de buscar un disco conceptual y apelando quizá como nunca antes a lo colectivo, el séptimo intento de la banda suena cercano e inspirado en la naturaleza. Un clamor a la naturaleza (humana o no) que en interludios como “Adaptarse, cambiar o desaparecer” nos deja mensajes en clave y llamados al desbloqueo mental. A esto se suman las precisas intervenciones de Camila Moreno, Mapurbe, Chino Moreno y Billy Gould, encargado aquí de los controles (Freddy Olguín).

26. Jonas Sanche – 27 (Knowledge Ent)


27 es probablemente el último gran disco de rap chileno de la década. Un trabajo que tomó mucho tiempo a Jonas Sanche, un hábil MC que vino desde Antofagasta, para dejar su sello en la siempre competitiva escena santiaguina y nacional. En 27 priman los fraseos testimoniales, con beats -provistos por un equipo soñado de productores locales- que pueden apuntar al más clásico hip-hop, sin olvidar las nuevas tendencias en cuanto al rap y la música urbana. “Lloraste en esa plaza sin nadie a tu alrededor. Y supiste que la llave eras tú queriendo actuar mejor”, dice Jonas en “Mi gente real se quedó – MGRSQ”, uno de varios temas que llaman a la reflexión y la reinvención personal, siempre con espacio para la revancha o la crítica (Freddy Olguín).

25. Dania Neko – Vértigo (Tómate)


Según la rapera y cantante santiaguina Dania Neko, en Vértigo ha dejado varios mensajes ocultos, para que el oyente lleve a cabo un camino de crecimiento personal. Canciones que eluden el formato convencional del hip-hop, para abrazar sin complejos a las nuevas formas de la música urbana, utilizando sintetizadores y también instrumentos orgánicos. En Vértigo la artista propone un tipo de canción que no deja de ser libertaria, como ya insinuó en su anterior Depura (2015), pero que esta vez va más allá en cuanto al sonido, la voz y el mensaje (Freddy Olguín).

24. Isla del Sol – Ultimo domingo (Sultán)


El fin de año nos trajo el debut de este proyecto liderado por Carlos Doerr, gurú sónico que ha apoyado un sin fin de proyectos. Último domingo es un debut lleno de melancolía con letras en cámara lenta y ambientes sombríos que se apoyan en una delicada base electrónica, explosiones psicodelicas y toques jazzy. Isla del Sol retoma la tradición introspectiva de Shogún, el slowcore noventero y el romanticismo “spiritualizado” de Mazzy Star (Boris Orellana).

23. Solar – Tiempo (Autoedición)


El efecto colateral más inesperado de la reunión de la formación original de Solar por la celebración de las dos décadas de su debut Play, fue que el grupo se reencontró con unas ganas de tocar perdidas hace muchos años atrás que alcanzaron incluso para encerrarse en el estudio con el infaltable Barry Sage. Tiempo no alcanza los 40 minutos pero es muy coherente en la evolución musical del ahora sexteto. Dónde los deja en el actual panorama musical chileno es difícil de decir, porque nuestra escena no está acostumbrada a que este tipo de bandas se prolonguen en el tiempo (C. Araya Salamanca).

22. Meridiano de Zurich – Saudade (LeRockPsicophonique)


Han pasado 26 años desde los míticos artículos de post rock en las revistas inglesas New Musical Express y Melody Maker y, lo que en un comienzo era innovación, terminó siendo un fórmula. La vertiente más sónica es la que se ha alejado del legado progresivo y desde allí es que los Meridiano fijan sus coordenadas desde el 2012. Saudade es su mejor trabajo ya que logran equilibrar su talento instrumental, su potencia en vivo y expresar un sentimiento de nostalgia a lo largo de 50 intensos minutos (Boris Orellana).

21. Premium Banana – Réplica Perfecta (Autoedición)


Premium Banana es el proyecto personal de Antonio Herrera, el co-productor detrás de proyectos como Lizz, Pasaje y IARAHEI. En Réplica perfecta -lanzando oficialmente durante 2019- Herrera explora las múltiples aristas de la música electrónica: paisajes sonoros inquietantes (“Twin Peaks”, junto a Juan El Medio); electroclash ruidista (“Todo el mundo”); ambient inspirado en Aphex Twin (“Frágil”) y varios otros más. Pecando de ambicioso, pero no por ello de poco contundente, Réplica perfecta es una invitación a descubrir algo nuevo (Gabriel Pinto).

20. Maifersoni – Monstrws (Fisura)


La música del chileno Enrique Elgueta -el hombre tras Maifersoni- se ha caracterizado por la creación de texturas de cierto tenor lúdico, cruzado por géneros tan disímiles como el pop psicodélico, la indietrónica y el post-rock. Sin embargo, en Monstrws Maifersoni ha dejado esa luminosidad sónica que había desarrollado con anterioridad, para esta vez usar líneas melódicas más densas, programaciones de pulsos inquietantes y voces de ultratumba, las cuales permean todo el disco. Haciendo eco de la monstruosa realidad nacional, Maifersoni entrega un disco oscuro y reflexivo, ad-hoc a los tiempos que corren (Gabriel Pinto).

19. Gianluca – Yin Yang (Quemasucabeza)


Precedido por una serie de mixtapes y singles, Yin yang es el estreno en grande de Gianluca, santiaguino vinculado al trap y la música urbana. Las canciones de este volumen otorgan sofisticación al espíritu lo-fi del joven autor del himno underground “Siempre triste”, que desde el comienzo ha promovido austeridad en cuanto al sonido. En Yin yang, Gianluca demuestra que no le teme al pop o a las bifurcaciones del género urbano, defendiendo la idea de que sus propósitos van más allá de las etiquetas y los lugares comunes. Colaboraciones de Javiera Mena, Pablo Chill-E o Gepe, otorgan mayor realce a las historias de Gianluca, que ya desde la inaugural “Desapegarme” advierte: “Soy emocional pero frío como un Adderal” (Freddy Olguín).

18. Alejandro Zahler – Kassa (Autoedición)


Al igual que en su primer disco homónimo del 2015, Kassa es un álbum que no parece circunscrito a ninguna de las tendencias en boga de la música electrónica en curso. Algunas referencias a la escuela instrumental de Chicago de los años 90s, la electrónica ambient de fines de los 70s y principios de los 80s pero también varios pasajes donde nos adentramos en la música incidental contemporánea. La evocación de un pasado reconstruido a partir de recuerdos ajenos transportan al auditor hacia un estado de serenidad y abstracción que hacen de este álbum, uno de las recomendaciones del semestre (C. Araya Salamanca.).

17. Águilas Paralelas – Centinela (Tierradefuego)


El álbum debut de José Dal Pozo y Marcelo Filippi se planta con una pierna en la pista de baile y la otra en la sala de estar de la casa: Centinela nos ofrece una mezcla bien balanceada de house, pop techno y experimentación, con especial cuidado en el tratamiento de las texturas, los samples y la construcción de ritmos. Ensamblado de tal manera que cada elemento interactúa con los demás sin sobreponerse al resto, Centinela es una grata sorpresa que funciona tan bien a través de un par de audífonos como en una reunión de amigos (Pablo Meneses).

16. Fantasna – Sentimientos encontrados (Pirotecnia)


Luego de girar durante el pasado año por Europa y Asia, junto con iniciar el 2019 presentándose en Lollapalooza Chile, Sebastián Mella se despacha este EP que deja en evidencia su gran momento creativo. Con una fascinante mezcla de house y ambient, unida a las colaboraciones de Alex June, VNZO y el arte de portada de Javier Toro Blum, Sentimientos encontrados es uno de los discos de electrónica nacional más finos y seductores que escucharás este año. Altamente recomendado (Pablo Meneses).

15. Milton James – Pretemporada (Umami Discos)


Tras el fin de Dënver y la promesa de que seguiría haciendo música en solitario, Milton James Mahan volvió a mitad del año con dos EPs que exploraron algunas ideas que tímidamente había abordado en el pasado. Estas ideas exploratorias se concretaron con mayor fuerza en Pretemporada, un trabajo de once canciones en el que Mahan canaliza todas sus inquietudes: arreglos instrumentales maximalistas (la demoledora “Tanta devastación” junto a La Bien Querida); el gusto por la wall-of-sound (“El sol se esconde”) y los coqueteos con el disco y el funk (“XXX”). Aunque por momentos es algo irregular, lo que queda claro con Pretemporada es que a Mahan, inspiración e ideas le quedan para rato (Gabriel Pinto).

14. Andrea Paz – Cruz dimensional (Discos Pato Carlos)


Cruz dimensional es un hito para la DJ/productora Andrea Paz, insigne gestora del club under local. Aunque se trata de su debut en largo, el disco contiene la experiencia de más de una década al servicio de la electrónica, en un ejercicio que irradia techno y house del más árido, por medio de extensos tracks, capaces de producir un trance. Con la asistencia de la leyenda Atom TM en labores de mezcla y masterización, Cruz dimensional también puede sonar reivindicativo, porque también otorga visibilidad a la labor y compromiso de su autora, vinculada por años a proyectos como Club Sauna, Recreo o Discos Pato Carlos (Freddy Olguín).

13. Planetario – Zeta (ZiLLA)


En sus comienzos, Planetario tomaban su sonido de las mismas influencias del dream pop ochentero que sus compañeros de generación. Sin embargo, un trabajo más mesurado y pausado ha permitido que, tras algunos cambios en su formación, potencie un sonido de guitarras con clara orientación a la épica de estadio (Coldplay, The Cure). No es extraño imaginarse en un futuro cercano al público corear potenciales himnos como “Caramelo” y “Adolescencia” (Boris Orellana).

12. Narval Orquesta – Incentro (Narval)


Hay pocas agrupaciones locales que elaboren creaciones tan ambiciosas y sencillas como Narval Orquesta. Incentro, segundo lanzamiento, explora terrenos en una clave muy distinta a Aventuras de otoños tardíos, pequeñas iluminaciones y laaa lalala (Narval, 2017), con un registro de free jazz y experimentación a base de un sencillo encuadre que navega entre la calma y la intensidad colectiva (Rodrigo Herbage).

11. IIOII – Hacia donde va el agua (ISLA)


Desde hace algunos años atrás, el dúo IIOII (Nicolás Alvarado y Gio Foschino) se ha hecho notar en la escena electrónica nacional por una propuesta que aúna la música ambient con aquella de filo más bailable. El primer largo de Foschino y Alvarado, Hacia donde va el agua (ISLA, 2019), llega a buen puerto precisamente por encontrar el equilibrio entre ambos polos, entrelazando paisajes sonoros y contemplativos (“Ambar”, “El sueño de Luis”) con piezas que, a 120 beats por minuto, invitan mover el cuerpo y dejarse llevar por el ritmo (“Se asoma el mar”, “Cuando la calle”) (Gabriel Pinto).

10. Asunción – El paisaje interior (ETCS)


El proyecto solista de Cristián Sánchez (el diablo es un magnifico, La Golden Acapulco) toma como base las investigaciones de la compositora Pauline Oliveros y sus conceptos de “meditaciones sónicas” y “escucha profunda” para entregar tres piezas instrumentales llenas de envolventes texturas electrónicas y ritmos pulsantes que remiten al trance y a la contemplación de ese paisaje mencionado en el título. Un necesario refugio para ejercitar la calma, sobre todo en tiempos de contingencia social (Pablo Meneses).

9. Patio Solar – Club de magia EP (Autoedición)


La banda floridana volvió con un EP que recupera el pop melancólico de su álbum debut. La química de una nueva formación aporta frescura a las composiciones de Claudio “Zaguán” y una producción más detallista les dotó de nuevos matices que van ampliando su paleta sónica (Boris Orellana).

8. Las Brumas – Umbral (Sultán)


Umbral es un nombre acertado para describir este disco: mínima cantidad de luz que se puede detectar en medio de la oscuridad. Yanara Zarhi nos abre su universo íntimo a través de sus composiciones y sonidos sincopados que evocan guitarreos folklóricos, esta vez mediante arpegios eléctricos que se despliegan expresivamente en temas como “Arrebato”. “Quiero todo lo que no merezco, lo quiero todo igual” se entona en “Negro fantasma” como un manifiesto de su obra que se entrelaza en simples líneas de guitarra, boceteando algunos rasgos del más oscuro math-rock. Son 29 minutos de una declaración musical que nos deja a la espera de una prometedora propuesta nacional (Isabel Ogaz).

7. Medio Hermano – XO (Beast)


De melodías suaves y simples, XO es un disco atravesado por el sonido sintético a cargo del productor Martín Pérez Roa (Merci Merci). Según Juan Fernando ‘Mico’ Rubilar, la intención de integrar relatos comunes y personales en canciones como “WSP”, fue para lograr un nivel de intimidad más profundo, tal como en la música de Frank Ocean. A diferencia de Lucha libre (2016), este disco se alza como una experimentación pop pero emocional en sus letras y melodías, donde hay espacio para la poesía y política: “Voy a hacer el bien siguiendo el camino del mal” (Isabel Ogaz).

6. Sentinela del Norte – Parte del paisaje (Discos Pegaos)


La carrera musical de Sentinela del Norte (Diego Vergara) siempre ha estado en constante evolución. Si en sus primero rapeos junto a Colectivo Etéreo, evocaba un fuerte sentimiento post adolescente y bajo su alias Tonossepia, desarrolló una producción que fue de la bossa nova a la indietrónica; en esta nueva encarnación recoge lo mejor de sus vidas anteriores. Parte del paisaje (Discos Pegaos), es un disco en el que Vergara recoge las inquietudes que rodean a los mayores de 30 (el llegar con lo justo a fin de mes, la ansiedad que producen las nuevas tecnologías y sobre todo, la soledad) enmarcadas en un sólido trabajo de producción que destaca tanto por lo heterogéneo – con citas a géneros tan disímiles como el house y el folk – como por lo complejo (Gabriel Pinto).

5. Simón Campusano – Brillo (Quemasucabeza)


Lo primero que uno se puede preguntar es en que podría diferenciarse el primer disco solista de Simón Campusano de su banda, Niños del Cerro. La verdad es que Brillo muestra una dosis mayor de riesgo: están canciones pop marca de la casa pero con un manejo heredado de la psicodelia de los últimos 20 años (dígase MGMT, Flaming Lips, Animal Collective). Si bien algo de esta experimentación psicotrópica sí aparece en ciertos momentos de Lance, segundo disco de Niños del Cerro, lo que se escucha en Brillo es creatividad desbordante, donde cada canción tiene elementos que ganan protagonismo de un momento a otro sin que tener que someterse al formato canción. Sin duda un álbum en solitario que compite codo a codo con los trabajos de su banda madre (Boris Orellana).

4. Diego Lorenzini – De algo hay que morir (Uva Robot)


La discografía en solitario del talquino Diego Lorenzini presume de un sentido del humor anómalo dentro de la escena musical chilena. Ingenioso e irónico por partes iguales, cada canción compuesta por Lorenzini está atravesada por éste. Su tercer largo no es la excepción. En las 17 canciones de ¿post-folk? que forman parte de este nuevo trabajo, Lorenzini invita a reflexionar sobre las formas de amor contemporáneas (“Spoiler”, “Billete de luca”); la manera en que vemos el arte hoy en día (“Me voy a Valparaíso”, con Erlend Oye) y la idiosincracía nacional (“Pony”). Su mejor trabajo a la fecha (Gabriel Pinto).

3. Las Mairinas – Los retoños (Fisura)


Si en los trabajos anteriores de Las Mairinas, estos no rehuían en ningún momento de texturas abrasivas y densas, la participación del músico electrónico Juan Pablo Cacciuttolo en el tratamiento sonoro de este disco, ha añadido un nuevo barniz con la incorporación de elementos cercanos al dub y el ambient. Este giro es especialmente patente en los cortes “Las cloacas del pensamiento” y “Repressione e civilta”, los cuales no solo referencian a la Grace Jones más cadenciosa y oscura; sino que apuntan sus dardos de manera explicita al auge del fascismo en Chile. Con Los retoños, Las Mairinas entregan un disco que ofrece una visión musical, creativa y política que se aleja del status quo musical chileno e invita a su escucha con calma y espíritu crítico. Algo que, hoy por hoy, hace mucha falta (Gabriel Pinto).

2. Felics – Bosque sagrado (Independiente)


El debut del músico, productor y sonidista Félix Encina es una certera muestra de pop de dormitorio, con cierta obsesión por lo análogo y guiños a la música de los ochenta. El de La Cisterna además de componer canciones con buena llegada y textos introspectivos, apela a una ética de trabajo donde es responsable de casi todo: los temas, la mezcla, la gestión. Un trabajo hecho con bastante amor en el que destacan canciones como “El lobo feroz” o “Escupos y luces”, aunque Bosque sagrado pesa por su contenido integral, ya que cada tema o instrumental parece bastante estudiado y en su lugar (Freddy Olguín).

1. Juan Pablo Abalo – No voy a llorar (11:11)


Sólo ocho canciones en menos de 35 minutos le bastan a Juan Pablo Abalo para dejar en claro por qué es uno de los compositores nacionales indispensables del último tiempo. Siguiendo una línea trazada en obras anteriores como Tocaciones (2016, junto a Los Días Contados) o el inmenso Como un animal (2014), No voy a llorar ahonda en los ritmos electrónicos pausados, elegantes y sensuales para vestir composiciones inspiradas en desvelos, fragilidades y divagaciones nocturnas, junto a invitados de lujo como I.O. y Kinética. Una obra para tener siempre a mano.