Lollapalooza Chile 2013: Sábado Super 45abril 10, 2013Artículos5 comentarios Tras varios días de análisis y reflexiones, presentamos la primera parte del reporte del festival Lollapalooza Chile 2013. Un festival ecléctico, con algunos puntos negros, pero varios momentos destacables. Esto fueron nuestros momentos favoritos del día sábado. Mañana, la segunda parte. Por Macarena Lavín y Gabriel Pinto. Fotos por Rodrigo Ferrari El día sábado, el festival Lollapalooza 2013 convocó a más de 70 mil personas en el Parque O’Higgins. Y se notaba: ningún escenario, por sorprendente que parezca, parecía estar vacío. Tampoco los stands de los diversos auspiciadores que, de manera incomprensible, tenían filas de más de media hora para participar de algún concurso y ganar (inútil) merchandising. Mientras tanto, en la parte norte del parque, diversas charlas de ONGs feministas, animalistas y pro DDHH,contaban con tres pelagatos como asistentes. Con la salvedad de rubios y apolíneos asistentes (en su mayoría adolescentes que apenas se inclinaban por sobre los 16 años de edad), la gran parte del público asistente parecía genuinamente interesada en los shows. No necesariamente en la vigencia de estos (¿alguien necesita escuchar otra banda de grunge en el siglo XXI?), pero si en su calidad y performance. Al menos el sábado, la selección de artistas en los escenarios más grandes, no tenía mayor pérdida. Esto, por supuesto, causó que las presentaciones de los grupos nacionales en el Teatro La Cúpula, pasaran desapercibidas para la mayor parte del público. De todas maneras, el festival ha mejorado mucho: no hay colapsos en los baños; los accesos hacia los distintos escenarios son expeditos; no hay mayores filas para comprar comida (aunque sí poco poder adquisitivo para poder pagar los excesivos precios) y el sector VIP permanece lejos de todo, en un apartheid imaginario, ideal para los que pagan por él. ¿Y de la música?. Bueno, de ella hablamos a continuación. (GP) ALABAMA SHAKES: el sur del norte En un festival donde el blues fue uno de los principales protagonistas, Alabama Shakes destacó tanto por su buen sonido, como por la presencia escénica de su frontwoman Brittany Howard quien opacó al resto de la banda casi sin quererlo: su imponente voz y el carisma que desplegó a lo largo del show, llenaban el escenario sin necesidad de segundas guitarras, pianos o baterías. Enfocados en presentar los temas de su álbum debut Boys & girls (Rough Trade, 2012), Alabama Shakes fueron una de las pocas revelaciones de este festival. Si hay que buscarle algún pero a su gran actuación es que hoy, cuando el rock sigue de capa caída, revolver por enésima vez el baúl del Mississippi y la música gospel, es algo que sorprende cada vez menos. (GP) CRYSTAL CASTLES: el puño y la furia En sintonía con lo mostrado en su tercer y más reciente álbum, Crystal Castles desplegaron miles de decibeles de ruido y toneladas de mala onda. Todo cortesía (?) de un parco Ethan Kath (arrimado a un rincón y oculto bajo una capucha) y una furiosa Alice Glass, quien no paró de saltar, gritar, correr y gesticular durante todo el show. Sorprende e intimida que un alfeñique de 50 kilos como Glass, logre desplegar tal cantidad de energía sobre el escenario: como en el video de “Plague” (uno de los highlights del show), Glass parece poseída por del demonio. Intercalando varias versiones mutantes de sus temas instrumentales (“Untrust us” y “Vanished”, entre ellos) con algunos de sus icónicos hits (“Alice practice”, “Celestica” y la rotunda “Not in love”), Crystal Castles convirtieron el Movistar Arena en un pequeño infierno, sofocante, sudoroso y no apto para almas sensibles. Sin siquiera despedirse, el dúo salió del escenario, dejando tras de sí algunas neuronas destruidas y un pito en el oído que, hasta el día de hoy, no deja de sonar. (GP) GEPE: trae lo que ganó en la lucha Los trajes de las bailarinas de Gepe se lucían a plena luz del día. El cantante nacional abrió el escenario Claro y la fiesta carnavalera sucedió a la que venía haciendo Banda Conmoción minutos antes. “(1-2-3-4) En la naturaleza” fue, por supuesto, la primera del setlist, y ya nos tenía a todos bailando. Pura celebración a las 12.30. No podía desteñir con el estilo nortino. Así que Gepe se lució también dándole unos toques andinos a su antiguo hit “Celosía”, una canción que contiene, como siempre, el recurso de la repetición. Todos cantamos como si fuéramos su segunda voz, “De un dia otro se hace y después se va”. “Por la ventana “y “Preciosa” son otros hits de Audiovisión, tal vez uno de los álbumes cumbres de Gepe y de los favoritos de sus fans más acérrimos. La fiesta se acabó con “Bomba Chaya”. Es en ésta donde dice “traigo lo que gané en la lucha, lo que perdí lo dejé atrás”, y refleja su largo recorrido por el camino indie para llegar al lugar privilegiado que ocupa hoy en día, triunfando en Vive Latino, el festival del Huaso de Olmué y claro, en Lollapalooza Chile. (ML) HOT CHIP: con todo en contra De haberse presentado en un mejor horario, todo habría sido distinto. Pero bajo el sofocante calor de las 14:00 horas y con un sonido que dejó mucho que desear, la presentación de Hot Chip perdió fuerza, sobre todo en los momentos más bailables de su repertorio. La evidente molestia de su vocalista Alexis Taylor ante esta situación, tampoco ayudó a que el show de Hot Chip terminara de la mejor forma. ¿Siguen siendo grandes? Aún con todo en su contra y mientras interpretaban “Flutes”, cada centímetro del Claro Stage terminó envuelto con capas de sintetizadores, progresiones rítmicas y una épica que ni siquiera en su versión grabada se puede apreciar. Sí, siguen siendo grandes. (GP) MAJOR LAZER: fiesta en América Ni EDM, ni house ni brostep: el gran protagonista del Movistar Arena fue la bass music. El inmenso set que Diplo y compañía presentaron en la tarde del sábado, dejó demostrado que pasarán años antes de que alguien logre hacer bailar así, y durante más de hora y media, a más de diez mil personas. ¿El repertorio? Tan ecléctico como divertido, incluyó nombres tan diversos como TNGHT, House of Pain, Yeah Yeah Yeahs, Baauer (“Harlem shake” incluido), Major Lazer, Snoop Dogg, Diplo himself, viejos temas de dancehall e impresionantes remezclas de… ¡Elvis Crespo y Los Prisioneros! Y, digámoslo de una vez, acá no estamos hablando de un DJ que engaña con juegos de luces, abusos de drops y parafernalias varias, sino de uno que maneja los tiempos como quiere, interactuando con el público, regalando varias instantáneas memorables (¿alguien tuvo la suerte de que Diplo lo aplastara con su caminata á la Wayne Coyne?), quitándose la ropa y haciendo bailar, una, y otra, y otra, y otra vez, a todos los asistentes. De izquierda a derecha. De arriba a abajo. Saltando y agachándose. Lo más grande del sábado. En serio. (GP) OF MONSTERS AND MEN: del fin del mundo a la popularidad Of Monsters and Men tiene todos las características del romanticisimo. Sus letras hablan de la infancia, del amor, de la naturaleza; su música está ligada también a la tierra, a la simpleza, a lo puro. Sus canciones son un canto country que recorre el imaginario de pueblos perdidos del norte de Europa: montañas, lagos, prados, cabañas y caballos. A ellos los llaman indie folk y el folk significa pueblo; entonces nada de raro que las canciones sean cantadas a varias voces, (son seis en el grupo) dando la idea de hermandad. Si a eso le sumamos más encima la cantidad de temas que coreó el público que estaba al sol, tenemos un gran pueblo y en consecuencia la idea de popular. Para una banda que no lleva más de dos años sonando, un espectáculo así es bien promisorio. Más aún, si se toma en cuenta que es justo al otro lado del mundo donde están siendo tan bien recibidos. De Islandia a Chile. “Esta es la última canción”, dice Nanna, Nanna Bryndís Hilmarsdóttir. “Tal vez podamos volver”. Dicho eso se van con “Yellow light”. Una luz amarilla para su inminente y probable regreso. (ML) PASSION PIT: nos dejamos llevar Para los que no estuvieron, les contamos al tiro. Es verdad: Passion Pit sonó igual que en sus discos, perfectamente. Ya el sol comenzaba a pegar más despacio y el escenario Play Station daba la sensación de estar en una fiesta medio privada, lejos de las guitarras y bajo la sombra. Imposible un mejor lugar para disfrutar las canciones de este grupo bostoniano. Para dejarnos llevar, si nos permiten con “Carried away” y al tiro con “The reeling”. Todos saltando, con el polvo incluido en este patio de atrás, protegidos y en que el sonido de los sintetizadores parecían primaverales con “Make light”. Cuando parece que esto no puede estar mejor llega el punto de ebullición al partir “Take a walk” (que no es más que el himno para un festival en que corremos de un escenario a otro). La canción que abre Gossamer es la que alcanza la mejor recepción, por el momento. Aunque en “I’ll be alright” es donde saca mejor de nosotros. “No los escucho” dice Michael Angelakos y es como si nos hubieran dicho “el grito, el grito”, porque así le respondimos, con un gran grito. No es hasta la lentitud que se genera al salir del rincón del Playstation Stage que nos damos cuenta la gran cantidad que éramos viendo a Passion Pit. Todo un éxito. (ML) THE HIVES: la montaña rusa ¿Puede una banda que tuvo sus mayores éxitos hace más de 10 años, validarse con un buen show? La respuesta prejuiciosa, diría que no. Por suerte, a The Hives poco parece importarles lo que se dige sobre ellos: simplemente llegan, tocan furiosas canciones de punk-rock y se van. Entremedio, su vocalista Pelle Almqvist – hablando en un español de primero básico – oficia de director de orquesta, animador, presentador y stand-up comedian. Aparecen los grandes singles (“Hate to say I told you so”, “Walk idiot walk”, “Die, all right!”) y la gente grita, canta, baila, se golpea y sonríe. Y Pelle responde, sacando a relucir todos los (buenos) clichés del rocanrol. Durante todo el festival, el parque de atracciones Fantasilandia servía de telón de fondo para lo que ocurría en Lollapalooza. Pero la única montaña rusa a la que valía la pena subirse ese día, fue a la que The Hives trajeron. Un show redondo. (GP) Pronto, la segunda parte de este reporte y una selección completa de fotografías de este festival