Cómo melómanos de larga data, reinvidicamos las tan denostadas listas de fin de año. Porque pese a todos sus defectos, sí funcionan en el objetivo de resumir lo que fue la temporada. Que no estemos de acuerdo en la elección y orden es otro asunto. Y tenemos más que claro que se nos han pasado 45 discos por el lado que esperemos reconocer y apreciar en un futuro cercano, incluyendo algunos editados tan encima de la fecha de cierre que no pudimos darles el tiempo necesario.

Cada año que pasa el acceso a discos es tan brutalmente abierto que la concordancia cada vez es más limitada. Temporadas atrás era más o menos obvio determinar los nombres punteros porque la variedad era infinitamente menor. Hoy en día podemos llenar nuestros discos duros con álbumes que dificilmente repasaremos dos veces. O quizás tres si alguien nos lo comenta o lo vemos por ahí escrito. Ahí la importancia, creemos nosotros, de estos rankings y la prensa especializada en general. Dar un punto de vista y contexto. Si está de acuerdo a lo que pensamos, perfecto. Si no, es al menos terreno de referencia.

Esta lista es un trabajado consenso de buena parte del equipo de Super 45. Sin más intención que tener una excusa para hablar sobre las cosas que nos importan a partir de la música, sin interés en generar ni consensos generales ni dudosos cánones, este listado no es más ni menos que la opinión de quienes estamos tras esta revista. Compartir con ustedes, en definitiva, cuáles son aquellos discos que más quisimos este 2010.

Por último, nos complace mucho la cantidad de discos nacionales en esta lista. Sin necesidad de dudosas leyes pensadas por los cobradores de derechos ni de una condescendencia deliberada por lo local, estas apariciones son para nosotros una expresión genuina de cómo ha crecido la escena independiente chilena.

Claudio Ruiz y Cristian Araya

45. Vampire Weekend – Contra (XL)

Una de las peores cosas que se puede decir de un disco es que es “amable”. Es como decir de una mujer que es simpática. Y con todo lo inteligente que es el segundo largo de Vampire Weekend, amable es un adjetivo que puede aplicársele con razón. Contra pudo haberse quedado en nada más que una anodina continuación de su debut homónimo, pero, con una ética que consiste en repetir lo anterior y hacerlo mejor, logra ser otro atisbo más a un mundo poblado por una atmósfera de desolación juvenil que es, paradójicamente, bailable. Porque si hay algo que entender detrás de la música de estos neoyorquinos, y eso no es tan seguro, es una cosa muy simple: que del aburrimiento puede salir una mirada que logre mezclar el pop con fórmulas rítmicas africanas de una manera ligera y divertida, más allá de los sueños húmedos de David Byrne; que ese mismo hastío con el punk de postal y la sofisticación tal como la entienden los medios puede servir para articular cosas como las ganas de conocer a alguien tan solitario como uno, o sencillamente salir corriendo sin destino fijo, y que nada de eso tiene por qué ser un drama. (Pato Urzúa)

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44. No Age – Everything is in between (Sub Pop)

La idea de ruido y espacialidad sonora, junto con la baja fidelidad del punk y la honestidad compositiva parecen ser las premisas y la perspectiva con que No Age expresa en su música su inconformismo. Tras el excelente Nouns (2008), el dúo vuelve con Everything in in between, álbum que los lleva un poco más allá de lo predecible, incorporando esta vez temas con un sonido shoegaze madurado y con melodías muy presentes en “Common heat” o “Chem trails”. En “Valley hump clash” retoman su origen punk, tal como en “Glitter”, donde confirman lo mostrado en el Ep Loosing feeling (2009) y se funden entre capas de guitarras de alto vuelo. El disco se completa con momentos de respiro experimental que se envuelven en una nebulosa de ruido y delay, mostrando a una banda que en poco tiempo ha logrado comprobar que puede estar cómoda en muchos lugares que a la vez son el mismo. (Tote Valenzuela)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD)

43. Swans- My father will guide me up a rope to the sky (Young God Records)

Swans 2010 o el regreso de la bestia: tras trece años de silencio, el líder y fundador Michael Gira retoma las canciones paganas, pero esta vez cargado de mala leche y electricidad, logrando resumir en este disco lo mejor de tres décadas de carrera musical. Eso ya es bastante. (Boris Orellana)

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42. High Places – High Places vs. Mankind (Thrill Jockey)

La sicodelia popera de mini-instrumentos de juguete de High Places se ha ido. En su segundo disco, la banda de Brooklyn relocalizada en L.A. se dio una vuelta de carnero de aquellas y entrega un sólido disco de electropop bailable. La voz de Mary Pearson pasa al primer plano, segura y expresiva, y se hace acompañar de los ahora casi quirúrgicamente elegidos sonidos programados por Rob Barber. Desde percusión con semillas hasta los beats más duros, High Places parece haber encontrado una faceta cómoda y representativa de sus influencias, manteniendo su inclinación por las melodías y ese acercamiento sutil a la no literalidad. Un gran cambio para una banda valiente. (Carmen Duarte)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD)

41. Roll The Dice – Roll The Dice (Digitalis)

En las siete piezas del disco predomina el uso de sintetizadores análogos, sonidos electrónicos y un piano (como único instrumento acústico), que agrega solemnidad y un leve toque académico al álbum, especialmente en “The new black”, “Into the ground” y “Undertow”, donde se sienten los fantasmas de Philip Glass y Max Richter, aunque sea sólo con simples patrones repetitivos. Por otra parte, hay una serie de vestigios de un house arrítmico y aletargado que se inmiscuye acertadamente entre las escasas capas de sonido. Estos elementos son los que, finalmente y por sinergia, constituyen ese sonido krautrock que evoca el disco, y que por precedente tuvo a la música clásica contemporánea y por consecuente a toda la escena electrónica hasta nuestros días. Roll The Dice es, por el momento, un digno repositorio de estos estilos e influencias y una apuesta a seguir dentro de la escena ambient actual. (José Luis Báez)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD)

40. Xiu Xiu – Dear god, I hate myself (Kill Rock Stars)

Siguiendo la línea cruda y deslavada que impuso su anterior trabajo Women as lovers (2008), el protagonismo de la batería y la insistencia de tensos bajos a lo largo del disco logran que la banda liderada por Jamie Stewart apueste por un sonido oscuro y conmovedor, adornado con timbres electrónicos y detalles poco convencionales como ya lo hicieron en Fabulous muscles (2004) y La Forêt (2005), pero esta vez con un aire menos pop como telón de fondo. La fuerza con que abre Dear god, I hate myself en “Gray death” anuncia un recorrido sonoro por composiciones viscerales, que a pesar de la dureza metálica de influencia noise logra implicar emotivamente al auditor gracias a la subterránea calidez de las melodías y de la intensa aflicción que transmite la voz de Stewart en medio de las tinieblas. (Roberto Doveris)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $15.900 (LP)

39. Flying Lotus – Cosmogramma (Warp)

Steven Ellison en su nuevo álbum busca pasar al siguiente nivel sin sacrificar sus glorias pasadas y agrega mucho más de jazz y sicodelia. Se obsesiona por encontrar una fórmula definitiva mezclando el hip-hop experimental de Los Angeles, del cual es referente e impulsor indiscutido, su tradición como miembro de la familia Coltrane y las formas nuevas de dubstep, IDM o house. Y lo logra, aunque su altura de miras en algunos pasajes lo haga sonar un tanto pretencioso (lo peor para un productor de alcoba). De todas maneras y con el permiso de Dilla y los millones de sucedáneos que se expanden por el globo, Ellison sigue siendo el rey. (Freddy Olguín)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $18.900 (LP)

38. El Sueño de la Casa Propia – Historial de caídas (Pueblo Nuevo)

Es una apuesta complicada aquella de lograr identidad a través de restos dejados por otros. Cortes, ediciones, perillas, gritos y percusiones son los restos que utiliza José Cerda para construir su escape desde Valparaíso. Con una fuerte influencia del primer Four Tet, ESDLCP hace un interesante rescate de elementos cotidianos, alejándose expresamente de ese neocostumbrismo políticamente correcto y últimamente de moda. Con Historial de caídas Cerda arma un disco tan interesante como arriesgado, que se atreve a usar el tormento como percusión (“Un paso al costado”) y hacerle un guiño a Panda Bear (“A la velocidad del amor”) saliendo bien parado en esta extraña búsqueda de identidad. (Claudio Ruiz)

Historial de caídas puede descargarse desde acá

37. Wild Nothing – Gemini (Captured Tracks)

Con Jack Tatum como fundador y adalid, Wild Nothing es más un proyecto solista camuflado de grupo que una banda propiamente tal. Por eso, el músico norteamericano es el único merecedor de todas las alabanzas que Gemini, su disco debut, pueda inspirar. Aparecido a mediados de año, el álbum invita a la siempre candente discusión sobre el revivalismo y el valor que pueda tener, especialmente por la habilidad de Tatum como compositor, que desequilibra a su favor la balanza entre su buen pulso autoral y la escasez de novedad en su propuesta. Un espejo retrovisor y panorámico de esos ochentas en que también se podía brillar desde la oscuridad. (Andrés Panes)

36. Tame Impala – Innerspeaker (Universal Import)

Hablar de sicodelia puede ser, a estas alturas, un reduccionismo impreciso (o demasiado definido) para describir el sonido de una banda, pero para decir de qué va Innerspeaker, el primer larga duración de Tale Impala, es imposible remitirse a otro adjetivo. La banda australiana sorprende con un debut que fluye por los sonidos lisérgicos californianos de los sesentas hacia el rock narcótico de los Stone Roses, en un tránsito descuidado y en el que pueden recordar a los Beatles, al Brit Pop o incluso a Hendrix. El resultado es interesante tanto por la particularidad de la forma en que se adhieren a un sonido manoseado como por la indiferencia con que lo tratan. (Tote Valenzuela)

Encuéntralo en Sonar a $16.900 (CD)

35. Jefre Cantu-Ledesma – Love is a stream (Type Records)

Jefre Cantu-Ledesma, inquieto músico detrás de Tarentel y The Alps, nos demuestra que sí se puede crear una obra puramente instrumental tremendamente emotiva y cálida a punta de masivas paredes de sonido, drones amigables y una narrativa muy shoegaze y abstracta pero consistente, que no necesita ni una sola palabra para alzarse como una experiencia ambient grandiosa. Como un inspirado Tim Hecker pero trabajando desde el barro. (José Luis Báez)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $16.900 (LP)

34. Salem – King night (IMSOUND)

¿Es el witch house la farsa musical híper inflada de 2010? Independiente de los detractores y defensores, Salem –una de las pocas agrupaciones adscritas a la escena que lanzó un disco propiamente tal- refrescó el panorama independiente con un espíritu pachanguero (de carga lo-fi e incluso 8-bit) disfrazado con una estética oscura y siniestra. Un disco por momentos pesado y exagerado, pero que guarda debajo de su costra el mérito de un intento de estilo “disco maldito” que termina resultando. (José Luis Báez)

Encuéntralo en Sonar a $10.900 (CD) – $14.900 (LP)

33. De Janeiros – Plateado (Michita Rex)

Se denomina retrofuturismo al entusiasmo por las imágenes del futuro producidas en el pasado. Si la intención de Pablo Muñoz y Milton Mahan era rendir un homenaje a este concepto, consiguieron dar de lleno con él: Plateado suena a viajes siderales, ciencia ficción y travesías por el espacio-tiempo. Y no sólo por ese particular gusto por los sintetizadores analógicos, sino también por el talante épico de temas como “Los adolescentes no me importan” o las armonías espaciales de la canción que da nombre a este disco. Mientras la electrónica en Chile pretende viajar al futuro sumando kilos de nuevas tecnologías, De Janeiros se alimentan del espíritu de Julio Verne para realizar un viaje hacia el infinito. (Gabriel Pinto)

Plateado se puede descargar desde este link

32. Emeralds – Does it looks like I’m here? (Editions Mego)

El trío de Ohio nos entrega su trabajo más accesible hasta la fecha. Elementos como riff convencionales de guitarra y algunos flirteos con la estructura convencional de canción conviven con pasajes instrumentales sobrepoblados de coloridos sintetizadores análogos y un sonido fantasmal pero amigable que remite a los buenos tiempos de Tangerine Dream y la onda cósmica alemana de los ‘70. (José Luis Báez)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD)

31. Crocodiles – Sleep forever (Fat Possum)

Si en su debut los cocodrilos miraban a las cloacas (shitgaze le dicen), esta vez miran al cielo (stargazing), matizando las guitarras ensordecedoras con drones y armonías spectorianas. Merito a la producción de James Ford (Simian Mobile Disco, Artic Monkeys), quien supo suavizar y potenciar las píldoras narcóticas de este dúo californiano. (Boris Orellana)

Encuéntralo en Sonar a $10.900 (CD) – $12.900 (LP)

30. The Morning Benders – Big echo (Rough Trade)

El segundo disco de The Morning Benders, la banda formada en San Francisco por Chris Chu, sigue prestándole sus más sentidos respetos a Brian Wilson y compañía, pero esta vez sus ambiciones van por la línea de Phil Spector: murallas de sonido para lograr una sensación épica de pop elegantón y melancólico. Mateo en sus referencias, Chu entrega una interpretación vocal notable y un candor que no se veía hace un tiempo en bandas de la Costa Oeste. Con ese relajo californiano trasplantado a Brooklyn, el disco entero exuda esa sensación de estar descubriendo territorios nuevos, enamorándose, rodeado de amigos y sintiéndose feliz. Ameno, como las cosas buenas de la vida. (Carmen Duarte)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD) – $15.900 (LP)

29. Yeasayer – Odd blood (Secretly Canadian)

Yeasayer carece, sin lugar a dudas, de todo adjetivo asociado a la innovación. Es una agrupación que ha pasado bajo la sombra de las bandas íconos de la música independiente de Brooklyn, pero que ha sabido explotar la esencia de su trabajo y seguir reformulando su estrategia experimental para crear un segundo larga duración repleto de una caja de ritmos que es imposible dejar pasar. El ritmo y la energía exhala a raudales desde los poros de su Odd blood, pero oculta en su interior un argumento más fino y complejo, en que las letras no necesariamente reflejan el extremo acogedor y motivador de su música, lo que hace de este disco un extraño ser que hace, bajo las palabras de ellos mismos, “sentir al público incómodo, como si lo que estuvieran escuchando no fuera lo suficientemente cool para ellos”. (Rodrigo Jara)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD) – $15.900 (LP)

28. The Fall – You future, our clutter (Domino)

El fallecido John Peel decía que cada disco de The Fall era siempre diferente, pero siempre lo mismo. No deja de ser cierto: en YFOC, seguimos encontrando los incendiarios versos de Mark E. Smith, los violentos riffs de guitarras y el rabioso pulso de su sección rítmica. A pesar de esto, con la formación más estable de sus última década The Fall suenan más cohesionados que nunca. El sampleo de un tema de Daft Punk en “Cowboy George” así lo afirma: los The Fall de 2010 suenan más duros, mejores, más rápidos y más fuertes. (Gabriel Pinto)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD)

27. Sleigh Bells – Treats (N.E.E.T.)

Treats es un disco de hardcore como aquellos que se escuchaban durante los años ‘80: canciones de tres acordes que no llegan nunca a los cinco minutos de duración, inspirados riffs de guitarra a velocidades imposibles, volumen alto al borde de la saturación y gritos, muchos gritos. Pero también es un disco de pop, de hip-hop y de electrónica bailable donde poco importan los discursos incendiarios de antaño. Acá lo que quema neuronas es el impulso sónico que el dúo neoyorquino Sleigh Bells ha conseguido con su debut. (Gabriel Pinto)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $15.900 (LP)

26. These New Puritans – Hidden (Domino)

Los puritanos la podrían haber hecho fácil, continuar con el sonido post punk bailable y arriesgado de su debut Beat pyramid (2008), pero han preferido mezclar el dubstep, algo de jazz, música contemporánea y rock ochentas. Una rara combinación que cumple con creces el “síndrome del segundo difícil álbum”, superando todas las expectativas puestas en la banda. Hidden es la pieza de pop experimental del año. (Boris Orellana)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD)

25. Darkstar – North (Hyperdub)

¿Qué más podía dar de sí el dubstep tras esa obra culminante del género que fue Untrue (2007), de Burial? Parecía que no mucho más. Sin embargo, de la mano de productores como Joker, James Blake, Mount Kimbie o Darkstar, el dubstep parece haber tomado un segundo aliento, evolucionando hacia terrenos menos difusos donde se encuentran elementos de la IDM, el house o el synthpop. Precisamente, North recicla ideas usadas por Soft Cell y The Human League que, de la mano de los beats sincopados del dubstep dan forma a uno de los discos más cautivantes del año. (Gabriel Pinto)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD)

24. Hot Chip – One life stand (EMI)

Los que todavía piensen en Hot Chip como otros representantes del insulso revival del electropop pueden terminar de convencerse de lo contrario. One life stand los revela como una banda que, finalmente, logra ser intimista pero sin perder de vista esa orientación hacia la pista de baile, tal como lo hicieran en su momento Pet Shop Boys y, especialmente, New Order. Si en sus álbumes anteriores Hot Chip parecía que no lograban decidir hacia dónde llevar el asunto, aquí se asumen como los que siempre van a estar en un rincón mirando al resto pasarla de maravillas, dándose cuenta de que, aunque estén en el mismo espacio, definitivamente no van hacia el mismo lugar. (Cristian Araya Salamanca)

En Sonar, $12.900 CD edición gringa, $8.900 CD edición argentina y $18.900 CD de lujo, con DVD incluído – $16.900 (LP)

23. Avi Buffalo – Avi Buffalo (Sub Pop)

Hay algo tristón en Avi Buffalo. Será porque se preguntan sostenidos en melodías a lo The Shins qué hay en la vida para alguien como ellos sin ningún asomo de optimismo, o porque la crepitante voz de Avigdor Zahner-Isenberg parece siempre en el borde de las lágrimas, especialmente cuando llega el momento de asumir que ha estado narrando todos los descalabros emocionales que ha tenido. Pero quizá lo más melancólico de este grupo de jovenzuelos de Long Island es que algún día serán guatones y pelados y recordaran con nostalgia que su disco debut fue un bonito compendio de lo que es tener veinti-nada, vivir en mundo de guitarras con eco, no creerle mucho a nadie y por lo mismo estar dispuestos a grabar las canciones que los acompañaron durante todo el high-school. (Carmen Duarte)

22. The National – High Violet (4AD)

El puñado de canciones que componen High violet son quizás las más hermosas que la agrupación de Ohio haya realizado jamás. El rock con venas abiertas que los emplaza codo a codo con bandas como Snow Patrol, Kasabian, Editors o Travis, es el género desde donde emergen y logran sellar una diferencia. La voz profunda de Matt Berninger y la audaz composición en las percusiones son quizás lo que hace de las canciones de The National piezas completamente íntimas y nostálgicas sin caer en la melosidad, al mismo tiempo que lugares idóneos para desplegar ritmos intensos con coraje y talento. Perfecta puesta en acto de las estructuras musicales de la tradición en virtud de una atmósfera que deja huellas. (Roberto Doveris)

En Sonar, $12.900 el CD simple y $14.900 el CD doble – $19.900 (LP)

21. Wavves – King of the beach (Fat Possum)

Haciéndose acompañar de la banda del difunto Jay Reatard, Nathan Williams explora facetas de pop ingenuo de los sesentas (“When will you come”), bailables al que bien podrían haber contribuido Architecture in Helsinski (“Convertable balloom”) y demuestra lo que mejor sabe hacer con su punk transpirado (“King of the beach”, “Post acid”). Todo esto, expandido en un universo de olas, surf, chicas de ojos verdes y cosas que importan una mierda. Pero es tal la desfachatez con que las dice, que uno empieza a pensar a Wavves como proyecto personalísimo de un tipo cuya mayor aspiración es, efectivamente, quedarse en la playa, lo que hace todo infinitamente más simple y convierte a Williams en un aventajado del punk. (Carmen Duarte)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $16.900 (LP)

20. The Besnard Lakes – Are the roaring night (Jagjaguwar)

Estos canadienses no temen que los llamen progresivos. Sin esquivar la pomposidad de Sigur Rós, la épica de Arcade Fire y las lecciones sónicas de My Bloody Valentine, componen un tercer álbum lleno de aciertos, desmarcándose de sus influencias con un sonido propio. (Boris Orellana)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $16.900 (LP)

19. Best Coast – Crazy for you (Mexican Summer)

Con Crazy for you, Best Coast le dice adiós a los teclados y da la bienvenida a las cálidas texturas de amplificadores a tubos. Si bien los de California le deben mucho a coterráneos como Beach Boys, en su música es posible encontrar cercanía con la estética noise pop cultivada en los noventa, y la baja fidelidad de sus canciones logra un impacto directo y humano, donde subyace un rock primitivo e intenso alternado con pasajes dulces, en una combinación explosiva. (Rodolfo García)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $15.900 (LP)

18. !!! – Strange weather, isn’t it? (Warp )

Lejos de ser un ejercicio de nostalgia (si es que se puede tener nostalgia de algo que pasó hace menos de diez años), Strange weather… viene a ser algo así como el multicolor y eufórico regreso de un grupo del que sabemos qué esperar. No cuesta imaginar que había bailarines, décadas atrás, que dependían con confianza similar del próximo disco de los Happy Mondays, o punks devotos que sabían lo que les esperaba al poner la aguja en el surco del disco nuevo de los Ramones. !!! es, a estas alturas, una institución de ese tamaño, una máquina de hacer bailar de la que se pueden esperar resultados confiables e imparables. (Pato Urzúa)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD)

17. Gepe – Audiovisión (Quemasucabeza)

Si el segundo disco es el difícil, como reza ese viejo lugar común del periodismo musical, entonces el tercero es el de “hacerse cargo”. Ese en el que hay que hacer cuajar todo el trabajo previo, ese en el que las promesas y las insinuaciones tienen que hacerse carne. Y Gepe cumple de más de una manera: junta canciones de aparente sencillez con el sonido de una pequeña legión de colaboradores, todo finalizado por la producción impecable de Cristián Heyne. Se da el tiempo para no olvidar las raíces “folclóricas” (el término es discutible) que lo hicieron conocido, pero al mismo tiempo mantiene su curiosidad por la tecnología y los juegos que permiten las máquinas y los computadores. Podría haber sido la repetición de un truco conocido. Pero es un truco nuevo que no se olvida de su propio pasado. (Pato Urzúa)

Encuéntralo en Sonar a $7.900 (CD)

16. Twin Shadow – Forget (4AD)

La exposición, desde pequeño, a pop de distintas esquinas fue la alquimia que originó a Twin Shadow. Un dominicano transplantado a Florida y luego a Brooklyn, descubierto por Chris Taylor de Grizzly Bear (también productor del Big echo de The Morning Benders) y puesto en la vitrina por el indispensable sello 4AD. Forget es George Lewis Jr. caminando con desgarbo por la avenida del sincretismo. Un disco que honra la nobleza de las tradiciones que lo originaron, con especial afecto por la canción británica de los ochenta, a través de un cantautor que tiene el carisma de antaño y el repertorio para lucirlo. (Andrés Panes)

Encuéntralo en Sonar a $11.900 (CD) – $14.900 (LP)

15. The Walkmen –Lisbon (Fat Possum)

El oficio adquirido en estos diez años de carrera nos trae a unos The Walkmen mas reposados y melancólicos, donde Hamilton Leithauser (voz y letras) las oficia de crooner de bar de mala muerte, como un Nick cave de la generación Strokes. Lisboa sirve de inspiración para unos de los discos más reflexivos del año. (Boris Orellana)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD) – $16.900 (LP)

14. El Guincho – Pop negro (Young Turks)

Pop negro es un trabajo que a pesar de tomar cono punto de partida el ideario explorado por Díaz-Reixa con anterioridad, expone una arista completamente distinta. El Guincho parece dejar a un lado ese afán enciclopédico que primaba en Alegranza (2008), que bien podría resumirse como una antología musical de raíz afroamericana en base al sampleo, para dedicarse a profundizar aspectos más concernientes a lo estrictamente musical. Si se presta atención a la monumental “Bombay” (una de las mejores canciones del año), al desarrollo rítmico in crescendo de “Soca del eclipse” o a las armonías corales de “Novias” (un tema que debe tanto al dominicano Juan Luis Guerra como al funk de las favelas brasileras), está claro que el canario es capaz de armar redondas canciones pop que logran que olvidemos los desaciertos de Pop negro y, por sobre todo, las inútiles comparaciones con Panda Bear y toda la sosa neopsicodelia estadounidense. (Gabriel Pinto)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD)

13. Balam Acab – See birds (Tri Angle)

El witch house, ese género musical que se ve influenciado por corrientes tan dispares como el hip-hop, la música industrial y el dream pop, aún está por demostrar si se quedará como el sabor del mes o trascenderá más allá. Si tomamos como referencia el EP See birds, primer trabajo de Balam Acab (Alec Koone, 19 años), todo apunta a que el witch-house aún tiene cuerda para rato. Sobre brumosas melodías y beats ralentizados, Koone entrega uno de los trabajos más interesantes del género, en donde lo onírico, lo misterioso y lo oculto son los protagonistas principales. (Gabriel Pinto)

12. The Books – The way out (Temporary Residence)

Ya desde la primera escucha, The way out se muestra como un paso gigante en la trayectoria de los neoyorquinos. En esencia, encontramos el mismo y característico modo collage de trabajo, con innumerables sampleos de voz y sonidos de la más absurda índole, en un entramado complejo de instrumentación acústica y electrónica. Se mantiene intacto también ese asombroso sentido narrativo basado en armonías y percusiones que dialogan con grabaciones de discursos, desvaríos de personajes ultraconservadores, guitarras campiranas y delicados arreglos de cuerda. Sin embargo, ahora todo se ha expandido a un plano mayor: a la hipotética madurez musical en la que se tiene ya una identidad definida y reconocida, pero con la libertad de ampliar la paleta de sonidos usuales e incluir nuevos géneros musicales esquivados hasta el momento, como balada, hip-hop y hasta rock progresivo. (José Luis Báez)

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11. LCD Soundsystem – This is happening (Virgin)

James Murphy vuelve para dejar patente que con LCD Soundsystem sabe lo que hace y cómo hacerlo, esta vez con This is happening, un disco repleto de energía y hits en que el punk inicial de la propuesta se funde con los bajos gruesos cercanos al p-funk setentero y los beats reiterativos y electrónicos que marcan una faceta muy apreciada también en temas como “Drunk girls” o “Pow pow”, ésta muy cercana al adictivo filo de la declaración de principios que fue “Losing my edge”. La otra cara de Murphy se desata sin demasiada frescura pero con buenas intenciones en “Home” o “All I want”, ambas próximas al espectro melódico que ya proponía Murphy en la espectacular “All my friends” de Sound of silver (2007). Con todo, LCD Soundsystem lo vuelve a hacer y nos entrega uno de los discos más completos y entretenidos del año. (Tote Valenzuela)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD) – $18.900 (LP)

10. Dënver – Música, gramática, gimnasia (Cazador)

Música, gramática, gimnasia fue, por lejos, el mayor salto cualitativo de 2010. Con Totoral (2008) como parámetro, no había forma de predecir que Dënver acertaría al centro de la diana en su segundo intento, pero así fue. Melodías, letras, arreglos, diseño; todo en este álbum está confeccionado de irresistible pop al uso. Y cómo no simpatizar, además, con un disco liberado gratuitamente, editado por Cazador (uno de los mejores sellos independientes de Chile) y producido por el cada vez más mitificado Cristián Heyne. Mejor, imposible. Sólo el dúo sanfelipeño, en un futuro disco, podrá decir lo contrario. (Andrés Panes)

Música, gramática, gimnasia se descarga desde acá

9. Belle and Sebastian – Write about love (Matador)

El nuevo disco de Belle and Sebastian puede escucharse de dos maneras. Primero está la entrega de una banda en el pic de su capacidad interpretativa, que aprendió a dejar los fuegos artificiales guardados y que decidió de una vez por todas cantar y sacudirle la pandereta a quien les plazca. Cómodos y encantadoramente certeros, Murdoch y compañía entregan algunas de las canciones más depuradas de su carrera. Pero además éste es el trabajo de una banda que ya no tiene que demostrarle nada a nadie, y que de una vez por todas se siente cómoda en el formato que ha forjado tras quince años de carrera. Por ello, en todo su elaborado cálculo pop, es por sobre todo un disco liberador.

Encuéntralo en Sonar vale $13.900 (CD) – $16.900 (LP)

8. Blonde Redhead – Penny Sparkle (4AD)

Penny Sparkle, su octavo disco, es un ejercicio perfecto de sintetizadores, susurros y ese ambiente adictivamente malsano que le impregnan Kazu Makino y los hermanos Pace a todo lo que tocan. Sea en vivo, donde se sitúan en una dimensión completamente distinta a la del público, o vagando perdidos por Williamsburg en su auto sin poder llegar a la tocata en la que deben presentarse, Blonde Redhead habitan en un reducto muy diferente que el del resto. (Carmen Duarte)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD) – $15.900 (LP)

7. Arcade Fire – The suburbs (Merge)

De un momento a otro, pareció que el mundo entero estaba fascinado con el sonido de estos canadienses de formación multitudinaria. Como si hacer pop a partir de experiencias traumáticas fuera tan fácil de digerir como el éxito-del-mes de Youtube. Y puede que eso termine irritando a algunos, pero que las canciones de angustia suburbana de Arcade Fire sean tan populares como las de U2 (o casi) es sólo parte de su mérito. Porque desde los Pet Shop Boys no había nadie que le cantara a la desolación de los malls o a la silenciosa pesadilla de barrios interminables de casas idénticas con la misma esperanza. Y con la misma sintética capacidad de hacer bailar y pensar al mismo tiempo. (Pato Urzúa)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $24.900 (LP)

6. Javiera Mena – Mena (Unión del Sur)

Desde el título de su nuevo álbum, Javiera Mena deja en claro que este es un trabajo clave para ella, pues sintetiza un punto de llegada de todas las ideas musicales que venía trabajando para consolidar una forma de hacer pop sumamente elegante, tan inteligente como glamorosa, atrevida y, en segundo plano, introspectiva; sin cabida para los pasos en falso. Todo esto redunda en un excelente disco que, de seguro, proyectará su carrera a nuevos y potentes horizontes. (Andrés Acevedo)

5. Caribou – Swim (Merge)

Es una categoría fea pero cierta: este es un disco de electrónica para la gente que no le gusta la electrónica. Uno de esos álbumes que cruzan una frontera invisible pero poderosa entre los que vibran con los beats y los que no. Misteriosa, porque no está muy claro de dónde surge esta división de castas y, más aún, si hoy sigue siendo relevante. A Dan Snaith, cerebro de Caribou, ex Manitoba, le importa un huevo: Swim es todo lo bailable que no fue Andorra (City Slang, 2007), su anterior trabajo, un ejercicio perfecto de lenguaje orgánico. Pero para Snaith “bailable” no significa lo mismo que sus contrapartes europeas. Es cierto, hay pista de baile, hay beats que aceleran el ritmo cardiaco, pero por sobre todo hay una lógica compositiva que valora las texturas y la exploración como una forma de pop. Swim es capaz de transitar entre cortes para ser escuchados bajo una bola de espejos, como “Odessa”, a canciones como “Jamelia”, armada con trozos en apariencia inconexos pero que rematan apoteósicamente con uno de los mejores coros de la temporada. Un disco de un consagrado. (Carmen Duarte)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $18.900 (LP)

4. Deerhunter – Halcyon digest (4AD)

Halcyon digest es un disco poderosamente evocador, de un dream pop comedido y elegante basado en guitarras reverberantes. La banda, en su veta más pop, aplaca la tensión que se genera entre lo “oreja” y la capacidad que tiene para armar espacios sonoros, y ahí está “Helicopter”, que debe de ser una de las canciones más bonitas del año, perfecta en su melancolía dulce. Tras repetidas escuchas queda claro: Deerhunter puede trascender el pop como formato de cuatro minutos. Es inevitable: la banda debe de estar entre las mejores de su generación y Bradford Cox entre esos genios raros con vidas recluidas que aparecen de vez en cuando. (Carmen Duarte)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $16.900 (LP)

3. Ariel Pink’s Haunted Graffiti – Before today (4AD)

Before today tiene una singularidad tan poderosa que el hype sólo suma. De la nada -donde “la nada” es una carrera de varios discos grabados durante la década en condiciones ínfimas, y de los cuales la mitología cuenta que dieron inicio al término chillwave, o el amor por ese pop A.M. gringo de los años ‘70 y ‘80 revistado en grabaciones de casette- aparece este disco que es uno de lo más excéntricos de la temporada. Añada su cuota de Hall & Oates, una pasada del post punk de NYC, un asomo de Stevie Wonder post Talking book, un aura arty de Bowie modelo Heroes y, por sobre todo, una especial devoción por los coros que son más grandes que la vida misma, y tenemos un favorito instantáneo que termina por sonar cromáticamente extraterrestre, especialmente cuando alcanza alturas como “Fight night (Nevermore)” y “Round and round.” (Carmen Duarte)

Encuéntralo en Sonar a $13.900 (CD) – $15.900 (LP)

2. The Radio Dept. – Clinging to a scheme (Labrador)

Largo tiempo pasó para calmar la ansiedad por conocer lo nuevo de los suecos de Malmö, tras su excelente Pet Grief (2006, Labrador), que los encumbró a las más altas cumbre de la escena indie en su momento. Aunque lo que presentan ahora no es ese sonido shoegaze clásico, sino un pop purista de baja fidelidad hecho con guitarras y sintetizadores, resulta grato y efectivo. Es otra apuesta, que para algunos puede perder en la comparación pero que no por ello carece de calidad interpretativa. Un tono más ligero y grácil que tal vez los disipe en cómo encaran algunas canciones, pero a la vez les abre un acceso a públicos no acostumbrados a estridencias mayores. Johan Duncanson y Martin Larsson dejan entrever por ahí su gusto por el synth pop ochenteno, aunque los devaneos en los que se sumergen al pulsar sus teclados hacen, de repente, surgir un acercamiento a Grandaddy, ¿o es idea mía? Hay que darse la oportunidad de repasarlo algunas veces y, entre la bruma, irá asomando cada vez más. (Rodrigo Salinas)

Encuéntralo en Sonar a $12.900 (CD)

1. Beach House – Teen dream (Sub Pop)

La diferencia entre Teen dream y Devotion (2008), el disco anterior de los de Baltimore, es la que existe entre ver videos en Youtube y el cine en 3D. Probablemente aburridos de la comparación con Mazzy Star y alentados en partes iguales por experiencias personales y su fichaje en Sub Pop, el dúo ha logrado superar su hermoso disco precedente con uno compuesto de diez favoritos automáticos. Con un sonido preciso, monacal, han sido capaces de salirse del molde shoegaze y la experimentación anterior para abrir las puertas del pop. Del dream pop, como lo llaman los siúticos de siempre. No me imagino mejor canción que “Take care”, la que cierra Teen dream, para apagar la tele el domingo, pedir un abrazo y dejarse ir. (Claudio Ruiz)

Encuéntralo en Sonar a $14.900 (CD + DVD) – $18.900 (LP)

Tienda Sonar se ubica en Galería Las Palmas, Local 017, Providencia, Santiago

Votaron este año: Carmen Duarte, Claudio Ruiz, Boris Orellana, Roberto Doveris, Rodrigo Salinas, Gabriel Pinto, Cesar Dubó, Rodrigo Ferrari, Jose Luis Baez, Ed Milla, David Salinas, Marcelo Mena, Pablo Meneses, Rodolfo García, Rodrigo Jara, Ignacio Mardones y Cristian Araya Salamanca.

Gráfica por Ed Milla.