Otro año, otro recuento. Esta es la opinión y curatoría de Super 45 en términos del enorme flujo de información que podemos encontrar en la red, cada vez mayor y casi asfixiante. 2012 fue un año convulso, marcado por polémicas apocalípticas y diverso en cuanto a propuestas artísticas, que es lo que nos compete y obsesiona como amantes de la música.

Por eso no es raro encontrar en este listado desde los más imberbes debutantes, hasta consolidados y vetustos artistas, que van por el respeto y admiración de la generación smartphone. También hay interesantes proyectos locales y varias sorpresas. Todos, juntos y sutilmente revueltos, son parte de nuestro 2012.

Bienvenidos los comentarios, aprobaciones y repudio. En un mundo bajo la hegemonía del “me gusta”, es natural que así sea. Aunque siempre recuerden que esta es sólo nuestra historia, una historia más de la música independiente durante el 2012, que ya comenzamos a despedir con este catastro de los mejores 45 álbumes del año.

45. Ty Segall/White Fence – Hair (Drag City)

Tan prolífico como escurridizo, Ty Segall este año se anota varios aciertos que han causado furor en la blogósfera. Uno de ellos es el álbum Twins, brillante sarcasmo revival que compite (y comparte) los primeros puestos en la liga garage-psicodélica moderna de Tame Impala o Thee Oh Sees, y por otra parte este Hair, a medias con Tim Presley (White Fence), otra muestra de que su apuesta va en serio y que no puede ni quiere dejar de traernos ecos rockeros del pasado. Hair es un cruce o “split” con coartada experimental que mantene intacto su joven espíritu violento y en constante proceso de creación. (Freddy Olguín)

44. Sharon Van Etten – Tramp (Jagjaguwar)

Si es que al folk de Sharon Van Etten podría habérsele criticado algo, sólo por ser quisquillosos, sería su falta de energía y la excesiva sutileza de sus matices, una barrera que dificultaba la entrada a su universo sonoro lleno de atmósferas. Tramp revierte esto sin perder una pizca de la profundidad de su propuesta, acá sólo hay ganancia. Rasgueos de guitarra, baterías bien puestas, piano, arreglos y muchos coros que llevan la música de Van Etten hacia un perfil más tejano, más rockero, irresistiblemente sutil pero con la energía suficiente para no perder la atención ni un solo segundo. Un disco lleno de piezas brillantes. (Roberto Doveris)

43. Ariel Pink’s Haunted Graffiti – Mature themes (4AD)

Mature themes presenta interesantes paradojas. De partida el título. Lejos de presenciar madurez musical alguna, entendida como más perfección y control, estamos ante un trabajo conscientemente insensato. Por una parte, el soft rock setentero de Before today se mantiene, así como la habilidad para crear sonoridades modernas pero sonando a radio AM. No hay que creer que todo está híper producido y funcionando como podría hacerlo Rihanna o Radiohead. El tipo sigue con sus desvaríos, y por ningún momento se traga el cuento del estrellato y la fama. (Claudio Salas)

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 42. Tame Impala – Lonerism (Modular)

Lisérgico y delirante, revivalista y moderno a la vez, Lonerism ha conseguido lo que muchos quisieron antes, pero no lograron por razones compositivas, pero principalmente técnicas: que Tame Impala supere la barrera del sonido espacio-temporal, y suenen hoy más sicodélicos que los pioneros del género allá en la década de los ’60. Lo que da para muchas especulaciones, pero a una sola certeza: ya no tiene sentido compararlos con nada, pues están creando la banda sonora del nuevo milenio por sí mismos. (Claudio Salas)

41. Bobby Womack – The Bravest man in the universe (XL)

Leyendas vivientes como Bobby Womack merecen pleitesía y aunque de ninguna manera The bravest man in the universe se acerque a su obra más esencial, de todas maneras sirve para introducirlo a una generación a ratos muy concentrada en el artista del mes. En temas como “Deep river” o “Please forgive my heart” Womack se muestra tan rudo y vigente, que ni siquiera Damon Albarn con su correcta producción opaca su figura. Esta es una colección de canciones emotivas y honestas, cuyo glorioso pasado las vuelve aún más necesarias. (Freddy Olguín)

40. Windy and Carl – We will always be (Kranky)

“Siempre seremos Windy y Carl” es la tierna declaración del dúo de Michigan con su más reciente disco para Kranky. Windy Weber y Carl Hultgren se han mantenido fieles durante su carrera de más de 20 años, a crear música instrumental en la forma de etéreos monumentos sonoros, siempre en base a guitarras, a veces rozando el pop pero nunca entregándose incoherentemente al formato convencional. El compromiso a los aparentemente eternos y fantasmagóricos paisajes sonoros sigue más vigente que nunca en We will always be, un álbum con apenas una “canción” de por medio (“For Rosa”) y que apunta a congelar el tiempo con loops y drones que fluyen tímidamente entre ellos y apuntando a ser una paradoja de disco ambient con una gruesa dosis de intensidad y emotividad. (José Luis Báez)

39. Jessie Ware – Devotion (PMR)

Lo más destacado en este delicado e irresistible bocado pop de Jessie Ware es la contundencia de sus canciones. Basta escuchar “Wildest moments” para caer rendido a su “R&B” con personalidad retro. Sin embargo, hay más. También está “Running” y -no olvidar- el quizás mejor track del disco: “110%”. Si la mencionada tríada no alcanza para firmar un gran álbum, también puedes probar con “Devotion” o “Something inside”, suficiente material para una chica que llega a mostrar un Devotion casi perfecto, aunque probablemente con algunos años de retraso. (Freddy Olguín)

38. Animal Collective – Centipede Hz (Domino)

Bajo la sombra de un disco tan grande como Strawberry jam y otro tan apabullante como Merriweather post pavilion, las expectativas sobre el noveno larga duración de Animal Collective eran totalmente discutibles. La expectación no bordeaba ribetes de dudas respecto a la calidad del producto que los de Baltimore podían entregar, más bien en el equívoco afán de querer cuantificar qué tan por encima o por debajo podían llegar a posicionar a Centipede Hz, si el marco de comparación eran discos tan certeros como los ya mencionados. La primera certeza es que no existe una justa cuantificación para este disco, está tan lleno de méritos como falencias que permiten especular abiertamente cuál es el lado del prisma por el cual se quiere evaluar. La segunda certeza es que es un disco que sigue las líneas ya profesadas en las últimas entregas de la banda, pero erigidas en una sentida mancomunión de fuerzas creativas que lo hacen más cercano y directo que sus predecesores. (Rodrigo Jara)

37. Actress – R.I.P. (Honest Jon’s)

R.I.P. es el tercer disco de estudio de Actress, seudónimo del productor inglés Darren Cunningham y que apela esta vez, a diferencia de los trabajos anteriores, a ampliar su alcance apelando al interés tanto a los que gustan de la electrónica bailable como a los que disfrutan de la electrónica ambiente. La analogía del suburbio y su club nocturno parece ser una buena forma de entender un trabajo con un sonido nocturno, callejero, a veces sofocante, hiperactivo y también calmo por diferentes tramos, similar a una noche de parranda estival. (José Luis Báez)

36. La Sera – Sees the light (Hardly Art)

El nuevo proyecto de la Vivian Girl Katy Goodman logra al fin brillar con Sees the light. Su apuesta es sencilla en este segundo álbum: melodías simples y efectivas, dotadas de un poder pop punk al límite de lo naïf. Su voz de sirena (lo es, debe ser la chica más sexy del indie rock en este momento, con su estética de suicide girl tatuada) es dulce y suave, lo que contrasta con los tonos ásperos de su guitarra dinámica, en la que incluye un truco usado por las Breeders: las evocaciones hawaianas y a los años ‘60. Las historias que narra son esencialmente de amor, situándose en una genealogía que incluye desde el primer Best Coast hasta Velocity Girl, pasando por Bettie Serveert. (Rodolfo García)

35. Dinosaur Jr. – I bet on sky (Jagjaguwar)

Dinosaur Jr. se luce en su tercera entrega tras la reformación de la banda con sus integrantes originales. Este es probablemente el mejor disco de los que han editado desde entonces, y mantiene el estilo característico de la banda desde los tiempos de Green mind (1991) y Where you been (1993): un rock que alterna entre baladas y mid tempos con un sonido de guitarras incandescentes y una base rítmica intensa. El compositor J Mascis y sus acólitos Lou Barlow y Murph logra una emotividad inexorable en sus canciones, adornadas siempre con su solo característico, ya una marca registrada. En tiempos sintéticos de modas fugaces, estos dinosaurios reclaman lo suyo rugiendo. (Rodolfo García)

34. Leonard Cohen – Old ideas (Columbia)

Pasa con Cohen que desde que volvió del monasterio sus discos nunca han estado a la altura de su nombre. Ni tampoco esas giras que agotan tickets en segundos pero a las que le sobran 15 músicos al menos para zafar de aquellos arreglos tan poco dignos de su leyenda. Entonces, Old ideas es un recordatorio que Leonard Cohen sigue siendo un grandísimo compositor y que sus canciones resisten hasta el productor más siútico.  El poeta sabe que la muerte está cerca y, aunque suene morboso, empieza ya a dejar todas sus cuentas claras. (Cristián Araya)

33. Flying LotusUntil the quiet comes (Warp)

Steven Ellison ha demostrado habilidades que siempre le han dado la ventaja frente a innumerables exponentes similares. ¿Cuál es su fórmula? Quizá la clave del éxito del productor de Los Angeles sea su coherencia. A través de cuatro álbumes, más algunos EPs y luminosos primeros beatapes, el músico ha conjugado tradición y modernidad, en discos que funden su gusto natural por el jazz, la electrónica heredera del downtempo y hip-hop de raíz Dilla. Todo eso sumado a la inevitable mención a su cercanía con el influjo de la familia Coltrane, da como resultado un monstruo de ritmo y belleza incontenible. (Freddy Olguín)

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32. Weird Dreams – Choreography (Tough Love)

Choreography tiene canciones pop como sueños extraños, obnubiladas por David Lynch, edulcoradas en sutiles melodías. El comienzo es urgente y casi eufórico con “Vague hotel”, pero ya en la segunda canción, “Hurt so bad” comienza a desgranarse la melancolía que se adivinaba en la anterior. El riff de guitarra de “Faceless” destaca a la primera oída, así como “Little girls”, la joya de la corona. ‘Holding nails’, “666.66” y “Suburban coated creatures” completan lo mejor de esta entrega. Un primer disco decente. Veremos qué nos depara el segundo, prueba de fuego para muchas bandas como Weird Dreams, que perecen en el intento. (Claudio Salas)

31. Lambchop – Mr.M (City Slang)

Según Kurt Wagner (voz, guitarra y corazón de Lambchop), este álbum surge de la necesidad de editar un último trabajo que quedó postergado cuando decidió cambiar la guitarra por los pinceles. Pinceles que ahora tiñen de blanco y negro una sesión de cámara sesentera con Sinatra y Bacharach como influencias principales, y donde las composiciones rinden homenaje no sólo a Vic Chesnutt, sino que también a una época mejor. Las canciones en este trabajo se suceden con una naturalidad asombrosa. Cada una buscando espacio entre los medios tiempos y los arreglos de cuerda, atendiendo a la urgencia de un Wagner pletórico y enamorado de su pluma y formando una unidad perfectamente ordenada. (Enrique Moraga)

30. Dexys – One day I’m going to soar (BMG)

Hay dos lugares donde se insiste -majaderamente, por cierto- en situar a Dexys y a su líder, Kevin Rowland: el baúl de los one hit wonders (por “Come on Eileen”) y el saco de los músicos que autosabotearon sus carreras. Después de escuchar este disco, el primero del grupo en 27 años, semejante diagnóstico se va directo a la basura: he aquí el regreso glorioso de la temporada. Elegancia soul, olfato pop y existencialismo aproblemado son los ingredientes de esta colección de canciones afectadas y que afectan. Si es por quejarse de lleno, acá lo único que se echa de menos son los apellidos Midnight y Runners. (Andrés Panes)

29. Wild Nothing – Nocturne (Captured Tracks)

Si con su debut Gemini (2010) ya mostraron lo interesante que eran con un sonido casero y nostálgico, con Nocturne se van en plan de pulir su propuesta volviéndose más amplia en instrumentalización aunque sin perder el toque de ensueño que los baña. Jack Tatum es  el maestro de ceremonias que lo cubre casi todo, desde la composición de todos los temas, pasando por la ejecución de todos los instrumentos (exceptuando la percusión) y hasta diseñando la carátula. Por tanto, la banda es sólo el marco en vivo para sus creaciones. Este empoderamiento había dado como resultado en Gemini el volcamiento de sus tensiones por compatibilizar con el fin de sus estudios universitarios. (Rodrigo Salinas)

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28. Tamaryn – Tender new signs (Mexican Summer)

El sonido de Tamaryn se tiende a catalogar, siendo poco cuidadosos, junto al de la montonera de bandas “shoegaze” que hoy en día roban descaradamente a Jesus & Mary Chain y My Bloody Valentine. En Tender new signs, sin embargo, el grupo se escapa de esta serie de bandas a base de sutilezas y un dedicado trabajo de sonido. Melodías pop construidas a base de hipnóticas voces y reverbs casi matemáticos que beben de la fuente de The Cure, Slowdive y Cocteau Twins (“I’m gone”, track que abre el disco es casi un homenaje a Heaven or Las Vegas); más inocuas y menos ruidosas que las de su debut The waves, pero que en el detalle evidencian el progreso de la banda hacia un sonido más complejo, en el que logran pulir el muro de sonido que exitosamente lograron levantar con su primer disco. Tender new signs consolida a Tamaryn como unos de los mejores actos de shoegaze/dream pop del último tiempo. (David Salinas)

27. Grizzly Bear – Shields (Warp)
La banda de Brooklyn se ha despachado un disco de muy buena factura, que sólo el tiempo ayudará a calibrar si supera o al menos iguala a su anterior entrega, el notable Veckatimest (Warp, 2009). Como ya parece ser parte obligatoria de todo contrato firmado por bandas con pretensiones artísticas, los señoritos Daniel Rossen y Ed Droste (teclados y pedaleras), Christopher Bear (percusiones y samplers) y Christopher Taylor (bajo, resto de los instrumentos y a la vez productor del disco), se han enclaustrado lejos del mundanal ruido, en New England, mismo lugar utilizado para trabajar el anterior LP. El resultado es soberbio. (Claudio Salas)

26. Porcelain Raft – Strange weekend (Secretly Canadian)

Mauro Remiddi debuta con un álbum que no usa ningún tipo de discreción para presentar sus referencias. Por eso sin grandes canciones como la inicial “Drifting in and out” o “Put me to sleep”, Strange weekend habría sido una anécdota perdida entre las variadas recetas del dream pop, en este caso con guiños tanto a los hermanos Reid como al más oportunista ¿glo-fi?. Frente a las dudas razonables y desconfianzas, Remiddi se defiende con atemporales disparos de pop trasnochado, donde la familiar “Backwords” o la hipnótica “If you have a wish” a ratos atrapan como un mantra. (Freddy Olguín)

25. Los Embajadores  – Faisanes (Michita Rex)

Alejados de la complacencia que se esconde tras la tan manoseada etiqueta de “pop chileno”, el quinteto nacional Los Embajadores editó este año un disco de pop sombrío, crítico de su entorno y un tanto incómodo. Evocando las claroscuras atmósferas de la canción popular romántica de los ’80 (Miguel Bosé, Mecano o Chayanne), Faisanes propone un imaginario sonoro complejo, en donde la electrónica experimental, el dream-pop y algunos ecos de la música gótica, se conjugan para dar forma a uno de los debuts más elegantes del año. (Gabriel Pinto)

24. Scott Walker – Bisch bosh (4AD)

Bish bosch es el cierre de la áspera trilogía que Scott Walker ha venido realizando en los últimos 15 años. Tras Tilt (1995) y el insuperable The drift (2006), Walker desarrolla en Bish bosch un trabajo complejo, en el que aterroriza no sólo con ruidosos paisajes sonoros, plagados de drones, distorsiones y arreglos orquestales sacados de nuestras peores pesadillas, sino que se atreve  con complejas metáforas sobre el fascismo, la ciencia e, incluso, las funciones corporales. Está claro que bajo la icónica gorra de beisbol y los lentes oscuros que Walker ha venido utilizando en los últimos años, se encuentra una de las mentes más revolucionarias del último siglo. Sí, el maestro ha vuelto. (Gabriel Pinto)

23. EL-P – Cancer for cure (Fat Possum)

Si tras el enorme Fantastic damage (Def Jux, 2002) James Meline aka El-P se convirtió de inmediato en personaje de culto dentro del indie rap y con I’ll sleep when you’re dead (Def Jux, 2007) confirmó su incomparable manera de producir, con Cancer for cure viene a perpetuar una tradición de hip-hop experimental que no le teme al rock, la electrónica o el pop. Por eso no sorprende ver a El-P acompañado esta vez por tipos como Nick Diamonds (Islands) o Killer Mike, prescindiendo de compañeros del pasado como Aesop Rock o Cage, nunca impidiendo que su armagedón lírico y sonoro siga brillando. (Freddy Olguín)

Encuéntralo en Tienda Sonar a $12.900 (CD) y $16.900 (vinilo)

22. Tindersticks – The something rain (Constellation)

A la elegancia y melancolía permanente, en su noveno álbum Tindersticks han retomado un halo muy sensual en algunas de las canciones, que lo hacen convertirse a ratos en un disco propicio para encuentros románticos. Pop de cámara es el apelativo con que rotulan su estilo, pues en esta ocasión suena más bien a pop de recámara entonces. Escuchen “Come inside” y ese saxo tan exquisitamente cursi como efectivo. También por cierto, dan cabida al gospel (“Show me everything”), al jazz (“Slippin’ shoes”) y cierta electrónica (“A night to still”). (Rodrigo Salinas)

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21. The XX – Coexist (XL Recordings)

Tras el revuelo que causó el álbum debut de The XX – un perfecto cruce entre Aaliyah y el post-punk sigiloso de Young Marble Giants –  la pregunta obvia que surgió en torno a ellos fue si sólo eran el “sabor del mes”, o podían trascender más allá de ello en un segundo disco. Coexist, sin resolver del todo la pregunta, profundiza y amplía la paleta sonora del trío, acercándola sutilmente a la pista de baile. Es una pista de baile, eso si, brumosa, opaca y solemne, en donde The XX siguen desarrollando su visión íntima de las relaciones amorosas y el silencio sigue siendo el principal protagonista. Sin sorprender, The XX logran entregar un disco memorable, que solo entrega esperanzas sobre lo que puedan hacer en un futuro próximo. (Gabriel Pinto)

20. Taken By Trees – Other worlds (Secretly Canadian)

Tras su salida de The Concretes, la carrera solista de Victoria Bergsman ha abordado el pop desde distintos puntos de vista. Si en East of eden (Rough Trade, 2009), tomaba como punto de referencia Pakistán y la música árabe, en Other worlds, ha inmerso sus canciones en una atmósfera caribeña, en donde la música dub asoma como principal influencia. Inspirado por un viaje a Hawaii, Other worlds es un disco donde los sub-bajos, los ritmos sincopados y las cadencias del reggae, el dub y el rocksteady sirven de telón de fondo para que Bergsman despliegue su onírica voz y entregue cálidas y dulces canciones de amor. (Gabriel Pinto)

19. Mount Eerie – Clear moon / Ocean roar (P.W. Elverum & Sun)

El prolífico Phil Elvrum editó este año dos discos que, siendo opuestos en su sonido, dejan clara la visión que el artista tiene de la música lo-fi. Mientras Clear moon es un sugestivo tratado sobre la calma, la paciencia y la intimidad emocional, Ocean roar es, como su nombre lo indica, un rugido oceánico, lleno de drones y capas sonoras, fuertemente influenciado por Sunn-O)) y Earth. En ambos casos, Elvrum sorprende. Mount Eerie, a fin de cuentas, es un proyecto que invita a ampliar las nociones sobre lo que se entiende como música experimental, sobre las posibilidades del sonido y, también, sobre las contradicciones vitales de un hombre y sus pensamientos más íntimos. (Gabriel Pinto)

18. Gepe – GP (Arca Discos)

Gepe ha dicho en varias ocasiones que Cristián Heyne es más como un siquiatra que productor. En el segundo disco que grabó con él, Gepe volvió a las raíces musicales más profundas de los tiempos en que lideraba Taller Dejao: percusiones, pop y folclore, (aunque esta vez más andino); añadiendo elementos de otros estilos como reggae y hip hop. Así GP llega a ser un álbum tan cercano como los vecinos de infancia. También incluye buenas colaboraciones de Pedropiedra en el hitazo “En la naturaleza” (que no se puede escuchar sin imaginarse una coreografía en la cabeza) y de la mexicana Carla Morrison con “Bailar bien, bailar mal”. GP es un abanico de distintos estilos que Daniel Riveros domina con una soltura envidiable y en la que se le oye cómodo. Tan cómodo que se ha convertido en un gran performer bailando estas canciones. (Macarena Lavín)

17. Bill Fay – Life is people (Dead Oceans) 

Publicó su último álbum en 1971 y su nombre se convirtió en leyenda. Wilco se hicieron cargo de sacarlo de su ostracismo y, para sorpresa de todos, Bill Fay volvió al mundo de la música con un álbum escrito desde la sabiduría de quien las ha vivido todas, emocionante de principio a fin y que da cuenta que pese a lo mal que lo pasó, Fay es un agradecido.  Un disco que superará la anécdota para quedar entre lo mejor de la década ¿Si Nick Drake no hubiera muerto haría discos así? (Cristián Araya)

16. Ases Falsos – Juventud americana (Arca Discos)

Los Ases Falsos partieron de cero. Cambiaron de nombre, de sello y se lanzaron con un nuevo disco, Juventud americana; abrazaron más el pop latino que el rock, haciendo una mezcla fascinante de oír. “Pacífico” es una canción bailable, hasta con una voz sexy de Cristóbal Briceño, que domina el estilo que se propone. Otras como “Salto alto”, por ejemplo, parece ser una constante parte C con notas intermedias, esperando una resolución que no llega hasta muy avanzada la canción. El disco es desprejuiciado como son aquellos que marcan y le dieron al blanco: nunca tuvieron tantas fechas como este año. (Macarena Lavín)

15. Spiritualized – Sweet heart, sweet light (Fat Possum)

El séptimo álbum de la banda de Jason Pierce es una suma de manifestaciones de júbilo, dulzonas y reposadas que piden, como su título lo indica, corazón y luz, traducido en orquestación, coros y lírica por cierto. Ya son reiteradas las menciones a Jesús o el Señor en las composiciones de blues y gospel sideral a que nos tiene habituados desde hace más de una década.

Pero también cabe el space-rock y la psicodelia de antaño (de Spacemen 3 y en los dos discos iniciales de Spiritualized), que desborda con ganas desde un comienzo con el excelente y alargado single “Hey Jane”, con el signo de las guitarras hipnóticas, o bien con el antecedente de trabajar en la composición de “I am what i am” con la figura insigne sesentera Dr. John. (Rodrigo Salinas)

Encuéntralo en Tienda Sonar a $12.900 (CD)

14. Grimes – Visions (4AD)

Tratando de no latear con tanta clasificación, a lo sumo puede decirse que Claire Boucher, alias Grimes, ha entregado un electro-pop de última generación, etéreo, liviano pero lleno de texturas a la vez. Visions, el tercer disco de la canadiense y primero con 4AD, puede ser la mejor banda sonora para un viaje astral en tiempos de acabo de mundo.

Bajo el mando de la incorpórea voz de Boucher, “Oblivion”, uno de sus mejores tracks, será referencia obligada cuando recordemos qué hacíamos el año en que creímos que se iba todo al carajo. Como bien refleja su clip respectivo, un par de audífonos puede ser el arma definitiva para vivir una existencia fantasmagórica en medio de tanta tontera humana (y sobrevivir en el intento). (Claudio Salas)

13. Andy Stott – Luxury problems (Modern Love)

El reino de las bajas frecuencias es de propiedad de Andy Stott. Este productor de Manchester se ha especializado –desde 2006 con Merciless, pero especialmente con los excelentes EPs de 2011, Pass me by y We stay together– en la exploración y explotación de todo un sub-mundo onírico situado en los tonos y rangos profundos; una especie de shoegaze de los bajos y la rítmica densa, que a modo de mundo paralelo nos propone un espacio para bajarnos a bailar en cámara lenta y en clubes nocturnos carentes de la más mínima iluminación.

Este es un disco de tecno lento y oscuro, que no necesita de arreglos coloridos ni parafernalia de estudio para crear texturas y atmósferas muy pesadas pero envolventes, al punto de creer que te han golpeado la nuca y siendo los 8 tracks que componen Luxury problems, el soundtrack sadomasoquista de ese momento. (José Luis Báez)

12. Laurel Halo – Quarantine (Hyperdub)

Explorando diversas modalidades de la electrónica como el house, ambient, dub e incluso dream pop, Laurel Halo es un ejemplo de músicos que rechazan la inercia del pop conciliador, creando música que aparte de ser un vehículo de expresión personal, pretende entregar un reflejo subjetivo –musicalmente hablando- del decadente status quo mundial.

Artistas recientes como Oneohtrix Point Never, Tim Hecker, Andy Stott y How To Dress Well son algunos ejemplos de gente que quiere añadir algo nuevo y discursivo al rodamiento de la música popular, pero desde el frente electrónico y Laurel Halo se une a ellos oficialmente con el lanzamiento de su primer disco a través del sello Hyperdub. (José Luis Báez)

11. Django Django – Django Django (Because)

Las principales características del debut de estos escoceses se perciben desde el tema “Hail bop”: fondo electrónico, guitarra con sonido pre-año 67, dos o tres voces armonizando las canciones, y ruiditos electrónicos que se cruzan por los parlantes todo el tiempo, sazonando el disco entero. “Default”, el primer single, con una guitarra salida del rock & roll de fines de los años ‘50 y como si C3PO y R2-D2 estuvieran en las voces, debe ser uno de los singles más divertidos y disfrutables del último tiempo. “Waveforms”, el segundo single, confirma los elementos antes descritos, y “Life’s a beach” podría estar perfectamente en un soundtrack de Tarantino.

Este es un disco pop entretenido, sorprendente, que renueva la fauna de bandas que aparecen cada día, se anota con un buen disco, algo difícil en una época de mp3s, y que le otorga a Django Django el paso a las primeras ligas. (Claudio Salas)

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10. Chromatics – Kill for love (Italians Do It Better)

Entre sintetizadores y atmósferas dream pop, la voz de Ruth Radelet es un componente a destacar en el cuarto álbum de Chromatics. Con mayor protagonismo que en discos anteriores, “The page”, “Lady”, “Candy, “Birds of paradise” y “The river” (de las canciones más hermosas del disco) son muestras de que su inseguridad vocal ya forma parte del pasado. Otras como “Broken mirrors” y “There´s a light out on the horizon”, están entre las más experimentales del disco y, de inevitable relación a alguna escena de misterio, sexo o violencia de la película Drive.

En suma, Kill for love es un disco conceptual, intrigante y de extrema elegancia que fluctúa en perfecta armonía por un melange entre el dream pop, Sergio Leone, el ambient, Brian DePalma, la electrónica y el infaltable italo disco. (Andrea Faúndez)

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9. DIIV – Oshin (Captured Tracks)

DIIV, la banda de Zachary Cole Smith (también guitarrista de Beach Fossils), pertenece a una camada de grupos que usan la nostalgia como recurso artístico, en donde las guitarras distorsionadas, los muros de sonido y las melodías etéreas, vuelven a ser los principales protagonistas.

Y aunque su disco debut Oshines un trabajo donde la melancolía juega un rol importante, Cole Smith y compañía no sólo se limitan a calcar las formas musicales del shoegaze, sino que incorporan diversos elementos melódicos y rítmicos en sus canciones, de tonos más oscuros, que poco tienen que ver con la candidez del dream-pop. (Gabriel Pinto)

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8. Dirty Projectors – Swing lo Magellan (Domino)

Dirty Projectors no han decepcionado. La verdad es que después de Bitte orca, ese tremendo disco de 2009 que los puso en la vitrina junto a sus coetáneos neoyorquinos, como Animal Collective y Grizzly Bear, y que los acercó a algunos consagrados, con quienes han colaborado y que demuestran un hambre similar por expandir las posibilidades musicales (Bjork, David Byrne), uno cruzaba los dedos para que el siguiente trabajo de esta banda de Brooklyn estuviera a la altura.

Y lo han conseguido sin perder su sello, que vendría a ser el no-sello: la importancia del timbre, el color y textura instrumental, las melodías improbables en un disco pop, alternando voces masculinas y femeninas, guitarras entrelazadas y la constante polirritmia de las percusiones. En otras palabras, extremando nuevas ideas y posibilidades todo el tiempo, la marca de la casa de Dirty Projectors. (Claudio Salas)

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7. The Sea and Cake – Runner (Thrill Jockey)

Clásico ejemplo de esa banda que alguna vez te gustó mucho, pero que desde hace un rato venía haciendo el mismo disco y sólo lo escuchabas por los buenos momentos del pasado, The Sea and Cake se sacuden la modorra con Runner. Si alguna vez se escribió que escuchar su música era lo más parecido a volar en globo sin despegar los pies del suelo, puede que por aquí empecemos a creerlo nuevamente.  De lo mejor que han escrito desde Oui (2000). (Cristián Araya)

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6. Beach House – Bloom (Sub Pop)

Con el peso mediático que obtuvieron con su anterior álbum Teen dream (Sub Pop, 2010), costaba esfuerzo siquiera nivelar con lo nuevo que harían. Pero aunque la mayoría de las críticas de la prensa consideran que no lo sobrepasa, Bloom se presenta como una obra sólida, con canciones de excelente factura y que sigue encumbrando al dúo de Baltimore en las esferas musicales.

Las opiniones coinciden en que es un disco más etéreo, con el aderezo de sintetizadores y la voz prístina e imponente de una Victoria Legrand, que ya se puede equiparar a la categoría de otras heroínas del dream pop como Trish Keenan (Broadcast) y Emma Pollock (The Delgados). (Rodrigo Salinas)

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5. Swans – The seer (Young God)

Con invitados relevantes como Akron/Family en plenitud, Grasshopper de Mercury Rev o el músico experimental Ben Frost, entre varios otros encargados de la trama orquestal de esta proeza eléctrica, Gira logra facturar en The seer una obra incómoda, densa, de recovecos diversos y ánimos ambivalentes. Acá la belleza y la introspección tienen la misma vía de escape que la violencia y el ruidismo, donde la lírica (a veces hermética, pero con una extraña dosis de vitalismo existencial) ocupa un lugar tan importante como la musicalidad.

Con todo, no es que estemos frente a “la” gran obra maestra de Gira y sus Cisnes; es su disco más diverso en motivos y más arriesgado en tanto estructuras. No obstante, The seer se inscribe dentro de los mejores testimonios discográficos de Swans junto con Cop (1984), Children of God (1987), White light from the mouth of infinity (1991) y Soundtracks for the blind (1996), piezas constitutivas de un corpus que parece desafiar a la historia oficial del rock. (Walter Roblero)

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4. Frank Ocean – Channel ORANGE (Def Jam)

Channel ORANGE pidiendo permiso se puede guardar sin prejuicios entre tu mejor colección de R&B y nuevo soul (Aloe Blacc, D’Angelo), probar algo del público masivo de John Legend, Raphael Saadiq y Andre 3000 (que colabora y otorga su visto bueno en la dramática “Pink matter”) o compartir posteos con el indie R&B de The Weeknd.

Da la impresión que hemos visto mucho en un artista “nuevo”, que en canciones bellas como “Thinking about you”, “Wine” o “Sweet life” se presenta como actor y cronista del amor en sus más diversas formas, porque de eso se trata finalmente el soul, de encontrar una balada ambigua que nos llegue a todos por igual, sin importar el contexto. (Freddy Olguín)

Encuéntralo en Tienda Sonar a $12.900 (CD)

3. The Walkmen – Heaven (Fat Possum)

La madurez no es sólo crecer y cumplir años: implica también llegar a un momento en donde hay que sentar cabeza, casarse y formar una familia. La madurez significa dejar a un lado las dudas post-adolescentes y la irracionalidad veinteañera para dar paso a un momento de aparente plenitud.

Madurez mediante, queda claro que The Walkmen ya no son la misma banda que en sus inicios: lo que se escucha en Heavenes síntoma de un grupo en proceso continuo de crecimiento, donde el quinteto asume sus inquietudes musicales con entereza pero sin perder el rumbo. Sus canciones suenan sólidas y contundentes; sus letras parecen enfocadas en retratar el cotidiano de la banda y su visión de la adultez; y el amor, quizás la temática más recurrente de la música popular, es aquí tratada como un sentimiento a largo plazo y no como un impulso adolescente. (Gabriel Pinto)

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2. Godspeed You Black Emperor-Allelujah! Don’t Bend! Ascend! (Constellation)

Desde hace más de 15 años que el colectivo canadiense Godspeed You! Black Emperor (GYBE) viene creando melodías que oscilan entre el caos y la belleza absoluta. Esta es una postura que involucra tanto lo estético como la política en un empuje claro hacia la anarquía. Allelujah! Don’t Bend! Ascend!’ es el cuarto álbum de los de Montreal y el primero que editan tras una pausa de ocho años, mientras algunos de sus miembros se ocupaban de otros proyectos como A Silver Mount Zion. El regreso de GYBE, expuesto en su última gira, adquiere proporciones magistrales e incendiarias, con una energía renovada y un viraje hacia lo radical, en un trance sublime y entrópico. (Rodolfo García)

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1. Lotus Plaza – Spooky action at a distance (Kranky)

Las canciones de Lockett Pundt tienen una esencia pop y un aspecto cantabile que se descubre bajo el enjambre de filtros, reverberaciones y ecos. Spooky action at a distance, el disco que nos convoca, fue grabado en Detroit en 2011, y es concientemente más directo y menos hermético que su predecesor, The floodlight collective. El músico decidió airear de tanto efecto sus composiciones (¡imaginen qué queda para The floodligh collective!), para que ganaran en cuerpo y personalidad, y pudieran ser interpretadas en vivo tal cual fueron grabadas.

En Pundt puede advertirse un camino que músicos y compositores indie transitan a menudo: desde una etapa de distorsiones y pedales desbocados, y en que el logro de la atmósfera sonora es central, en desmedro de, por ejemplo, un tratamiento vocal más acabado –a menudo ocultando una cierta inseguridad del cantante en sus medios- se pasa a una segunda etapa en que mejora la confianza, se valora más la canción en sí misma, liberándola (un poco) de ruidos y capas de sonido, y se perciben letras más personales y directas. (Claudio Salas)

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Tienda Sonar está ubicada en Galería Las Palmas, Local 017, Providencia, Santiago

Y fueron los mejores:

2011 //  2010 // 2009, parte 1 y 2 // 2008, parte 1 y 2

Gráfica por Ignacio Mardones.