Ha sido un buen año el 2019. Muy buenos discos, muy buenos singles. Y también una muy buena cartelera de presentaciones en vivo, pese a todas las cancelaciones de última hora. Aunque nuestro programa de radio sigue con un futuro incierto, no hay nada que nos congregue más como equipo que las listas (de cualquier tipo).
Es por eso -y aunque nadie lo ha pedido- que acá entregamos nuestro punto de vista sobre los discos internacionales más destacados del primer semestre del 2019. Esperamos coincidir con ustedes y si no, siempre está abierta la sección de comentarios.

> ESTOS SON NUESTROS FAVORITOS CHILENOS
DEL PRIMER SEMESTRE 2019
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James Blake – Assume form (Polydor)


Comenzando en espacios de nicho, el músico y productor inglés se ha hecho cada vez más conocido con sus producciones a nombres como Beyoncé o Kendrick Lamar. Esta vez no se queda atrás y trae a su cuarto álbum a artistas que están en la cumbre, como Rosalía (“Barefoot in the park”) y Travis Scott (“Mile high”). El sonido de Assume form continúa con la característica voz difuminada y retrotraída –con recursos como el auto–tune–, pero esta vez con melodías pegotes de letras introspectivas y múltiples pistas vocales enmarcadas en sonidos de órganos eclesiales que evocan una fascinación por lo gospel (“Power on”). Todo esto hace preguntarnos ¿sigue siendo Blake el portador del sonido del futuro? (Isabel Ogaz).

Bill Callahan – Shepherd in a sheepskin vest (Drag City)


Son muy pocas las personas, aparte de Bill Callahan, que pueden cantar “You know I used to share a tailor with David Bruce Banner. That’s the Hulk” y conseguir que suene emocionante. Pasaron seis años desde Dream river (Drag City) y en el intertanto Callahan continuó con su proceso de deconstrucción sonora eliminando cualquier elemento innecesario de sus canciones. Shepherd in a sheepskin vest es un disco doble que refuerza la convicción que Bill Callahan es el mejor cantautor de su generación (C.AS.)

Weyes Blood – Titanic rising (Sub Pop)


En su nuevo disco bajo el alias de Weyes Blood, Natalie Mering sigue alejándose del tono experimental que marcó sus primeros trabajos y se mete de lleno en el pop orquestal, aunque eso no quiere decir que nos la va a dejar fácil: Titanic rising es una obra que necesita ser escuchada más de una vez para comprenderla en su totalidad, llena de complejos arreglos que pueden pasar de lo épico a lo intimista, coronadas por su voz profunda e intensa. Si gente como The Divine Comedy o Rufus Wainwright son habituales en tu playlist, de seguro disfrutarás con Titanic rising (Pablo Meneses).

Tyler The Creator – IGOR (Columbia)


Cada nuevo disco de Tyler The Creator es una buena oportunidad para encontrarse con las ideas más delirantes y avanzadas en materia de hip–hop, soul y por cierto pop con coartada indie. Si solo miramos las referencias de IGOR, que es casi lo mismo que decir los samples que usa, nos situamos en el universo de este remozado Tyler: rap antiguo en modo RUN–DMC, dreampop angelino con Part Time o rare soul con Ponderosa Twins Plus One. Todo le sirve a Tyler para contar una historia de amor tormentosa, sin dejar de lado la ironía y los cambios de texturas que tanto lo obsesionan. Lo bueno es que el mejor Tyler de “Flower boy” aún no está en retirada, aquí solo cambia de vestuario (Freddy Olguín).

Helado Negro – This is how you smile (RVNG Intl)


Aunque la carrera del productor Roberto Carlos Langue siempre estuvo más ligada a la música experimental (con colaboraciones junto a Prefuse 73 y Julianna Barwick), en los últimos años ha tomado sonido y voz propia a través de su proyecto de pop experimental Helado Negro. En This is how you smile, Langue invita a reflexionar sobre los conceptos de identidad y el sentir del inmigrante a través de cálidas canciones que, a falta de mejores descriptores, parecen ser las hijas no reconocidas de Juana Molina y Devendra Banhart (Gabriel Pinto).

Deerhunter – Why hasn’t everything already disappeared? (4AD)


Tras la dolorosa cancelación de su gira latinoamericana del año pasado tras la muerte del ex–bajista Joshua Fauver, Deerhunter vuelve con un nuevo disco producido por Cate Le Bon a mostrar un lado de ellos que ya había sido avistado en Fading frontier (4AD, 2015). Entre imaginarios campesinos y clavicordios, el grupo liderado por Bradford Cox suena más tranquilo que nunca viviendo fuera del ruido de la ciudad. Algo que a los seguidores de su lado más rockero podría dejar con gusto a poco, pero que tras unas escuchas abre curiosidad por sus nuevas influencias (Rodrigo Herbage).

Matmos – Plastic Anniversary (Thrill Jockey)


El dúo de San Francisco –ahora radicado en Baltimore– siempre articula sus discos en torno a un concepto. En este caso celebrar sus 25 años como pareja y explorar los sonidos que pueden obtenerse con objetos de plástico, uno de los materiales de uso diario más contaminantes que existen. Así, utilizando tubos de PVC, grasa sintética, envases, implantes de silicona o el maravilloso film alveolar (es decir, plástico con burbujitas), Drew Daniel y M.C. Schmidt crean un nuevo tratado de electrónica que intercala minimalismo con exuberancia y desolación, en lo que puede leerse como un llamado de atención para buscar otras alternativas a este material, antes de que terminemos sepultados como el ave marina que ilustra la contraportada (Pablo Meneses).

Rustin Man – Drift code (Domino)


Paul Webb se toma las cosas con calma. A diecisiete años vista de Out of season (2002, Go! Beat), su debut como Rustin Man a medias con Beth Gibbons de Portishead, el ex Talk Talk nos entrega nueve postales en tonos sepia que transitan desde el jazz al post rock. Compuesto con el único apoyo de su amigo Lee Harris, baterista y ex compañero de banda, Drift code es de esos discos que crecen y revelan nuevos detalles a cada escucha. No apto para impacientes (Pablo Meneses).

Juan Wauters – La onda de Juan Pablo (Captured Tracks)


Un buen día, uruguayo radicado en Estados Unidos, Juan Wauters quiso volver a mirar al sur. Para lograrlo, decidió grabar por primera vez en castellano, tomar un maletín y recorrer la región. Conocer músicos, conversar, mirar alrededor con calma y contar las historias. La onda de Juan Pablo es el resultado del experimento, la brillante consecuencia de un recorrido que parece más interior que geográfico. Una grata y refrescante sorpresa, un arriesgado popurrí de un folclor del siglo veintiuno (Claudio Ruiz).

Chris Cohen – Chris Cohen (Captured Tracks)


Tras una interesante carrera como solista, no es casualidad que este álbum sea homónimo, sino que más bien refleja una especie de corolario del sonido de este músico estadounidense, entrecruzando psicodelia, folk pastoral, pop setentero y diversas vertientes que pueden llamarse a esta alturas “rock clásico”. Es la obra culmine de una carrera de siete años (Boris Orellana).

The Comet Is Coming – Trust in the lifeforce of the deep mystery (Impulse!)


El trío inglés The Comet is Coming es un desastre arrollador a punto de hacer contacto con la tierra. Trust in the lifeforce of the deep mystery lo deja claro: este es un trabajo lleno de giros inesperados, saxos disonantes, baterías hiperquinéticas y sintetizadores distorsionados. Destruyendo muchas de las ideas convencionales sobre lo que hoy se entiende como “jazz contemporáneo”, los londinenses no temen en usar este género como un recurso más en donde también colisionan el funk, la electrónica bailable y la música punk (Gabriel Pinto).

Flying Lotus – Flamagra (Warp)


Superviviente de la era de los beats electrónicos y el jazz por computador, cada nuevo movimiento de Steven Ellison es material obligatorio para productores o beatmakers. Es también un regalo para los amantes de las texturas electrónicas y el preciosismo en cuanto al sonido. Si bien en su sexto álbum la fórmula de Flying Lotus parece casi resuelta, aún encontramos momentos brillantes, especialmente cuando conecta con los amigotes de turno, en este caso Tierra Whack, Anderson .Paak, Shabazz Palaces, Denzel Curry o su habitual Thundercat. Pese a la confusión que puede generar la nutrida presencia de skits o ideas en proceso, Flamagra es otro acierto en la discografía del alucinado productor de Los Angeles (Freddy Olguín).

Big Thief – U.F.O.F. (4AD)


Big Thief enfrenta el desafío del tercer álbum con una cara amable, aunque al mismo tiempo entrega parte de sus ideas más sofisticadas. Los de Brooklyn descansan una vez más en la bella voz de Adrianne Lenker, una especie de puente entre el folk y los misterios del universo, permitiendo que la banda agregue todo tipo de detalles en la producción, lo que a ratos resulta conmovedor pero también aséptico. Canciones como “Cattails” o “Century” nos pueden llevar de paseo en medio del bosque, pero jamás olvidan su inspiración urbana, mientras que otras como “Open desert” exploran la faceta más dreamy de Lenker y los suyos (Freddy Olguín).

Sharon Van Etten – Remind me tomorrow (Jagjaguwar)


El nuevo disco de Sharon Van Etten es el fin de un proceso de cambios iniciado hace unos seis años. Tras terminar una larga relación amorosa, actuar en la serie The OA, titularse de psicóloga, volver a enamorarse y convertirse en madre, la cantautora de New Jersey cambia las guitarras por los sintetizadores en una particular vuelta de tuerca con Jamie Stewart (Xiu Xiu) como escudero de lujo. No se asusten: Sharon sigue sonando inquietante y áspera; si bien se permite un par de momentos luminosos, no ha renunciado a su esencia (Pablo Meneses).

Toro y Moi – Outer Peace (Carpark)


Outer peace continúa la senda de glitchs y atmósferas casi submarinas con las que Chaz Bear ha estado en el oído de todos desde hace una década, pero esta vez mucho más centrado en los beats para la pista de baile que en las armonías de baja fidelidad de sus predecesores. Las instrumentales de un excesivo protagonismo configuran un álbum que probablemente no estará entre los principales de su discografía (Rodrigo Herbage).

Mndsgn. – Snaxx (Stones Throw)


Con imaginación uno se podría aventurar a decir que el productor californiano Mndsgn. (Ringgo Ancheta) es una especie de Jack Kerouac de los beats. Obsesivo, al igual que su colega Knxwledge, produce en todo momento y jamás deja de crear bocetos, ideas en proceso o ejercicios que de alguna manera ven la luz. Su libreta de anotaciones es su maquina que en el último tiempo lo ha impulsado a centrarse en el formato mixtape, aunque también lo ha acercado al pop y la canción. Snaxx es su más reciente colección de beats donde –como siempre– a través de recortes de jazz, soul y psicodelia, nos entrega una nueva señal de su incansable labor (Freddy Olguín).

Kevin Morby – Oh my God (Dead Oceans)


Kevin Morby le sigue rindiendo homenaje al estilo americana, desde el folk rock alternativo y una reconocible influencia de Lou Reed. En este LP doble se oye más profundo, más sentido, reposado y adulto que sus discos anteriores, pero igualmente fascinante. En sus letras hay desde funerales, recuerdos de amigos hasta conversaciones con su madre. Se bate entre estar enojado y sanarse, la fe y la falta de ella. Ahí está la herencia de la religión y sus cuestionamientos de relaciones o decisiones. Por eso el guiño que hace varias veces al gospel es más a modo de plegaria que de alabanza (Macarena Lavín).

Estupendo – Dotremos (Fuego Amigo Discos)


Adelantados a su tiempo, Estupendo debutaron hace 25 años con Bistró Malaga, disco que hasta el día de hoy suena desafiante y divertido. Hace un par de años, los bonaerenses Sebastián Mondragón y Fernando Lamas decidieron retomar el proyecto y ahora entregan un disco que de alguna manera resulta una continuación natural de lo que empezaron en los 90s (con colaboración de Carola Bony incluida). Dotremos también posee esa cualidad atemporal y curiosa, de cuando electrónica era sinónimo de futuro (C.A.S.)

Beth Gibbons & the Polish National Radio Symphony Orchestra – Henryk Górecki: Symphony no. 3 “Symphony of sorrowful songs” (Domino)


La curiosidad: a principios de los años 90s, el compositor polaco Henryk Górecki se convirtió en uno de los artistas más vendidos del Reino Unido con su Sinfonía no. 3 (Symphony of sorrowful songs). El desafío: invitar a Beth Gibbons (Portishead) a trabajar sobre esta obra. La dificultad: pensada para ser cantado por una soprano, la voz de Gibbons estaba a años luz de alcanzar el registro necesario para dicha tarea. El resultado: un trabajo atemporal, sorprendente, que resitúa a la obra obra de Górecki en el contexto actual y a la voz de Gibbons a un nuevo espacio sonoro (Gabriel Pinto).

Karen O + Danger Mouse – Lux prima (30th Century)


Inquieta por naturaleza, Karen O no ha permitido que el parón indefinido de Yeah Yeah Yeahs sea un impedimento para seguir activa. Ahora, en alianza con el productor Brian Joseph Burton (Danger Mouse para los amigos) explora un sonido más atmosférico en donde la electrónica, el pop y el soul se dan la mano para dar forma a un trabajo que balancea sin problemas los medios tiempos con momentos más bailables. Un lindo disco para acompañarse en estos fríos días de invierno (Pablo Meneses).

Bibio – Ribbons (Warp)


Stephen Wilkinson vuelve por la senda de la psicodelia folk fusionada con electrónica, explorada por última vez en A mineral love (Warp, 2016), antes de la excursión ambient que fue Phantom brickworks (Warp, 2017). En Ribbons, el inglés utiliza en su mayoría instrumentos acústicos, a veces superpuestos con bases electrónicas o mezclados con voces procesadas, para generar atmósferas introspectivas, cálidas y tan envolventes como la imagen de portada, en donde un bosque se fusiona con el rostro del músico (Pablo Meneses).

Avey Tare – Cows on hourglass pond (Domino)


En su tercera entrega como Avey Tare, Dave Portner al parecer ha querido cerrar el círculo de varias ideas presentes en sus trabajos previos. Hay aquí temas como “Saturdays (again)”, lo más parecido a un single convencional salido de la mente del Animal Collective, pero también encontramos piezas que juegan al loop y la claustrofobia como “What’s the goodside?”, que remite a un muy particular tipo de música de club, donde los beats y las guitarras pueden tener un encuentro armónico. Como es de esperar, Portner apenas dibuja el paisaje, quizá con el propósito de que cada oyente se acerque a su versión favorita de Avey Tare. Por suerte, en Cows on hourglass pond el músico nos ha dejado varias pistas para comprender sus complejas ideas (Freddy Olguín).

Twilight Sad – It won/t be like this all the time (Rock Action)


Nuevo álbum de estos escoceses comparados inicialmente con referencias tan dispares como los primeros Editors y los Mogwai más accesibles. En este disco mantienen las particularidades emotivas y sónicas de su sonido, introduciendo una veta más electrónica y post punk en una especie de reinvención que, no por nada, los deja como una de las nuevas bandas favoritas de Robert Smith (Boris Orellana).

Aldous Harding – Designer (4AD)


En los cánones actuales de la escena indie, estamos plagados de muy buenos exponentes de la herencia de Neil Young y Bob Dylan. Si bien esta cantautora neozelandesa parte desde ahí, logra desmarcarse con canciones que agregan cierto misticismo y delicadeza, despegándose incluso del sonido más crudo y desgarrado de trabajos anteriores. Designer es una obra que incorpora arreglos más pop, lo que lo hace ideal también para adentrarse en su muy recomendable discografía (Boris Orellana).

Julia Jacklin – Crushing (Polyvinyl)


Acelera, se calma, se apresura otra vez con guitarras y una voz con carácter y sensibilidad. Ya sea en enamoramientos o largas relaciones, Julia Jacklin busca su identidad en peligro de evaporarse. Sus aventuras y salidas nocturnas con amigos están llenas de sarcasmo, mientras que ella se auto examina y se critica. Nunca está completamente presente en las crónicas que nos cuenta, pero a nosotros nos hace testigos muy cercanos. Estamos ante una excelente narradora (Macarena Lavín).

Billie Eilish – When we fall asleep, where do we go? (Interscope)


Este año Billie Eilish se lanza sin previos aperitivos con el plato fuerte de su trayectoria musical. Hace rato que la chica proveniente de Los Angeles viene haciendo ruido, pero nunca el suficiente como para calificarlo dentro de los mejores discos de la temporada. Su gran éxito de streaming, “bad guy”, destronó en poco tiempo a sus ya antiguos singles y junto a los otros supera los que antes fueron sus populares de Spotify. El disco mantiene la atención de principio a fin, con un sonido que se vuelve adictivo en la voz robótica, en las melodías suaves pero detonadas y en la justa duración de los tracks que entregan un escuchar fluido. Sus canciones nos engañan, como “xanny” que parece una melodía sacada de una caja musical hasta que todo se expande en un sonido saturado. A ratos retumba el eco de himnos pop de los 90’s, como en “my strange addiction” o en la polémica “wish you were gay”. Es un disco donde convergen múltiples estilos de música para crear el propio ‘sonido Eilish’ (Isabel Ogaz).

Cate Le Bon – Reward (Mexican Summer)


Tras sus colaboraciones con Manic Street Preachers y The Chemical Brothers, Cate Le Bon pasa a un plano protagónico con su trabajo como productora del último lanzamiento de Deerhunter y su nuevo LP. Reward es la recompensa personal de Le Bon, quien despliega un art pop elegante e íntimo que podría recordarnos a Julia Holter y hacernos olvidar su paso por Drinks (Rodrigo Herbage).

Faye Webster– Atlanta Millionaires Club (Secretly Canadian)


Este es un disco cálido, que a veces pareciera salir de parlantes de un tocadiscos en un living de los años 70s. Así, casero y con chimenea. Con el sonido country de guitarra y pedal steel, arreglos a veces de r&b, voz suave y un piano preciso, Faye Webster nos entrega varias cartas de amor, en que se cuestiona cosas, manda mensajes, relacionándose siempre con otro. La clave para lograr tal cercanía tal vez se deba a lo que declaró a través de su sello: “Tengo que escribir de cosas muy personales para mí para que yo incluso quiera escribir” (Macarena Lavín).

Kate Tempest – The book of traps and lessons (Republic)


Supongo que Kate Tempest no es la única pesimista respecto del estado la sociedad y de nuestro planeta. Pero lejos de un pesimismo millennial, cada rima de este disco toca las fibras del desgarro, del amor y del poder para avanzar a pie firme al final del túnel. Kate Tempest se desprende de las bases hipnóticas de sus discos anteriores para aferrarse a sus rimas, a sus historias y a su fe. A su fe en el resto de nosotros (Claudio Ruiz).

Lambchop – This (is what I wanted to tell you) (Merge)


Algo habían insinuado en Flotus (2016). Ciertos arreglos electrónicos hasta entonces inéditos a una trayectoria siempre asociada a todo lo contrario. Es por eso que This (is what I wanted to tell you) resulta (casi) una sorpresa. Kurt Wagner, a estas alturas único miembro permanente del grupo, adiciona a Matthew McCaughan (percusionista de Bon Iver y Hiss Golden Messenger) para experimentar con teclados análogos y baterías de ritmo sin perder nunca de vista lo que mejor les sale: esas canciones entrañables fuera de época y tendencia (C.A.S).

The Japanese House – Good at falling (Dirty Hit, 2019)


Con claras referencias al dreampop noventero y la construcción sonora del sello Morr Music, el nuevo disco de la británica Amber Bain es un tratado sobre relaciones estancadas, rupturas amorosas y el sentirse solo. Y aunque muchos discos hoy en día parecen dar vueltas sobre estos temas, la lánguida y ambigua voz de Bain (acá distorsionada una y mil veces), la sumada a una explícita desnudez emocional, alejan a Good at falling de cualquier cliché.