El 26 de septiembre de 1994 Massive Attack eludía al fantasma del segundo álbum con “Protection”, una impensada joya que conecta el sonido de Bristol.

Tras la dosis de aire fresco que significó la llegada de Blue lines (1991), un álbum que puso para siempre en el mapa de la música electrónica a Daddy G (Grant Marshall), 3D (Robert Del Naja) y Mushroom (Andrew Vowles), Massive Attack se dio a la difícil tarea de seguir hurgando entre sus materiales, hasta llegar a Protection, un segundo álbum con el que consiguieron instalarse como los amos del sonido Bristol, con el permiso de Portishead y Tricky, proyectos con los que formaron una tríada irrepetible.

Los noventas nunca fueron más oscuros, pero al mismo tiempo simpatizantes del soul, reggae y rap como en Blue lines, un disco que logró retratar los momentos más tensos de la vida urbana, pero que también jugaba al hedonismo e incluso podía sonar de fondo en pretenciosos cafés de diseño. Esa angustia eléctrica fue un poco acallada en Protection, un disco que puede ser la cara más amable de los británicos, especialmente si consideramos que el siguiente Mezzanine (1998) no da tregua alguna en términos de claustrofobia.

Las voces, que tanto imprimieron personalidad al sonido Bristol, aquí son perfectamente representadas por los certeros aportes de Tracey Thorn, capaz de traspasar emoción a cualquier desangelada pieza. La voz de la cantante de Everything but the Girl es oro puro y tanto el tema titular como “Better things” no habrían sido lo mismo sin su preciada intervención. Tricky, en tanto, algo así como un miembro honorario de la banda, hace lo propio en la siniestra “Karmacoma”, además de insinuar un dúo rap con 3D en cortes como “Eurochild”. Un año más tarde, Tricky espantaría al mundo con Maxinquaye, imposible debut que incluyó “Overcome”, especie de remix de “Karmacoma”, con la participación estelar de otra diva de la época: Martina Topley-Bird.

Nicolette, otra voz extraída de las profundidades del downtempo, entraría igualmente en el juego en “Three”, cuya sofisticada rítmica nos recuerda que Protection también fue obra de Nelle Hooper, productor de alto impacto que dejó su huella, entre otros trabajos, en el soberbio Debut de Björk. La más onírica “Sly” nos daba otras pistas sobre los talentos de la cantante, que en el futuro esparció pequeños hits para recordar con gente afín como Plaid o DJ Cam.

Muchas cosas parecen estar conectadas en las canciones del segundo disco de Massive Attack. Con el tiempo adquieren más sentido para quien desee revisitar el sonido Bristol. Que Dummy, manifiesto beat-emocional de Portishead, apareciera solo un mes antes que Protection, puede ser una señal de que los músicos vinculados a este sonido creaban de manera natural un puzzle, que lentamente descubría sus piezas más reveladoras, por cierto sin disimular sus carencias y pasos en falso.

Geoff Barrow, que según la leyenda estuvo presente en la creación de Blue lines como una suerte de asistente, a través de Dummy propuso una belleza encapsulada, mientras que Protection nos daba respiros y podía ser amable, como queda de manifiesto en las colaboraciones de la leyenda Horace Andy, profeta de la llama reggae a través de los cortes “Spying glass” y la final “Light my fire”.

Gracias a su tratamiento por ese entonces innovador, Protection puede ser guardado sin remordimientos entre lo mejor que entregó el sonido Bristol y por ende, pasearse orgulloso por la hoy deslavada alfombra roja del trip-hop. Su obsolescencia programada depende del grado de entusiasmo con el que nos acerquemos a sus canciones, o a la estela que los supervivientes de Massive Attack han dejado a través de los años.