A propósito de la primera visita de la banda inglesa a nuestro país, en Super 45 revisamos su trayectoria en este artículo. Pasen y lean.

Tal como muchas de las grandes historias en la música, acá todo empezó con un par de amigos. Andy Bell y Mark Gardener, ambos guitarristas/cantantes nativos de Oxford, coincidieron en el mismo curso de la Chenney School, donde se hicieron inseparables participando en las producciones escolares de teatro y musicales. En 1988, ya terminada la educación secundaria, ambos se mudaron a Banbury, en Oxfordshire, para seguir estudios de Arte & Diseño. No pasó mucho tiempo hasta que conocieron al baterista Laurence “Loz” Colbert –otro ex alumno de Cheney- y al bajista Steve Queralt, quien en ese entonces trabajaba en una tienda de discos local. Al ver que compartían referentes como The Smiths, The Cure, Brian Eno, My Bloody Valentine y Sonic Youth, entre otros, fue solo cosa de tiempo que decidieran formar un grupo, y en enero de ese mismo año, ya bautizados como Ride, comienzan a ensayar y a sacar en limpio sus primeras canciones.

A fines de 1988, tras dar su primer concierto en la fiesta de Navidad de su escuela, graban un demo que incluía “Chelsea girl” y “Drive blind”. La cinta empezó a circular, desatando una serie de eventos afortunados: Steve Queralt y su patrón –además de futuro manager de la banda- Dave Newton, gestionaban el ciclo de conciertos mensuales “Local Support”, en donde Ride fueron incluidos. En una de esas noches, el DJ residente Gary Crowley le hizo escuchar su copia del demo nada menos que a Jim Reid, de The Jesus And Mary Chain, quien no tardó en comentarle sobre el grupo a su ex manager Alan McGee, capo de Creation Records. Luego de verlos en concierto, como banda soporte de The Soup Dragons en 1989, McGee fichó a los cuatro de Oxford en su sello.

Entre enero y septiembre de 1990, la banda lanzó los EPs Ride, Play y Fall, maravillosas piezas de indie rock ruidoso que, a pesar de estar cubierto en capas de distorsión, podía conservar el aspecto melódico que ha sido su característica. Dicho sea de paso, Ride fue el primer disco con la etiqueta Creation Records que logró entrar a los rankings británicos, algo que sin duda debe haberle dado satisfacciones al volátil Alan McGee. Como era de esperarse, la prensa británica no tardó en meterlos al saco del shoegaze, algo que la banda siempre rechazó. En palabras de Mark Gardener: “Mi primera reacción fue decir: ‘ésta es solo otra etiqueta aburrida’ Y sigo pensando lo mismo hasta hoy.”

Luego de grabar dos sesiones para la BBC en Radio 1 junto al desaparecido locutor/DJ John Peel (1939-2004), y ya convertidos en los nuevos regalones de los medios escritos, Ride se encerraron en el estudio junto al productor Marc Waterman y el ingeniero Alan Moulder para dar forma a Nowhere (Creation, 1990), LP que fue un éxito de ventas y de crítica, con justa razón. Solo basta dejarse envolver por monolitos sónicos como la inaugural “Seagull”, la demoledora “Dreams burn down”, “Polar bear”, “Paralysed” o la final “Nowhere” para darse cuenta de que bajo esas majestuosas capas de ruido blanco, el olfato melódico de la pareja compositora permanecía siempre presente, dando forma a un álbum sin desperdicio en absoluto, que sigue hasta hoy superando la prueba del tiempo: básicamente, lo que le pedimos a la música.

Tan solo meses después, con el EP Today forever (Creation, 1991) dejaron claro que podían seguir avanzando sin redundar en una misma fórmula; sus canciones, quizás menos directas que las de Nowhere, mezclan psicodelia, melancolía y un toque de pop en una obra que tiene bien puede estar entre lo mejor que hayan grabado. Mientras tanto, las giras, tanto en solitario como a medias con colegas como Slowdive. los llevaron a países como Australia, Francia y Japón –donde los tickets se agotaban en cosa de minutos- y era necesaria una pausa. Luego de unas pequeñas vacaciones, en febrero de 1992 llegaron al Top 10 inglés con el irresistible “Leave them all behind”, single de adelanto de Going blank again, monumental segundo disco en donde lograron una mezcla perfecta entre sus raíces noise y el pop perfecto de bandas como Teenage Fanclub, con canciones más luminosas como “Twisterella”, “Time of her time” o “Not fazed”, que tienen su contrapunto en gemas revestidas de distorsión como “Chrome waves”, “Cool your boots”, “Time machine” –con una intro que podría pasar perfectamente por un tema de Seefeel- o la final “OX4”, coronadas por voces evanescentes que hacían olvidar cualquier crítica respecto a las letras.

Por desgracia, no todo era miel sobre hojuelas para los integrantes del grupo: Las giras constantes afectaron las relaciones internas, y las tensiones se hicieron cada vez más evidentes, por lo que, antes de empezar a tirarse los instrumentos por la cabeza, decidieron darse nuevamente unas vacaciones. Por desgracia, según Andy Bell, el remedio fue peor que la enfermedad: “Cuando salió Going blank again, estábamos haciendo demasiadas giras y estábamos cansados. Fue ahí cuando nos tomamos un tiempo libre, pero resultó que ese tiempo fue demasiado largo.” El descanso se extendió por más de un año, hasta que la aparición de Carnival of light (Creation, 1994) marcó su regreso. Producido por John Leckie, con la colaboración de Nigel Godrich y George Drakoulias, esta nueva placa trajo un drástico cambio de sonido, más orientado al sonido clásico y psicodélico antecesor del Britpop, que campeaba a sus anchas en ese momento. No fue ése el único cambio: Mientras que usualmente las canciones nacían en el estudio en medio de jam sessions grupales, en esta ocasión los dos líderes llegaron con canciones prácticamente listas, repartiéndose cada uno el equivalente a una cara de la versión en vinilo. Si bien hay grandes canciones a lo largo de la placa, en la segunda mitad –la compuesta por Andy Bell- comienzan a transformarse lentamente en clones de Oasis. La crítica no recibió bien su nueva propuesta, y Ride tampoco se sentían cómodos ni conformes consigo mismos. Para más señas, a fines de 1994 ellos mismos se referían al disco como “Carnival of shite”. El mea culpa llega en palabras de Andy Bell: “Aquella fue una buena época, pero la música pasó a segundo plano. Cuando grabamos ‘Carnival of light’ nos pusimos muy indulgentes.”

Por si fuera poco, la mala convivencia interna no hacía más que empeorar. Frustrados por no haber logrado encantar a un nuevo público –y provocando el rechazo de buena parte de los fans que los seguían desde el principio- Steve Queralt no paraba de decir que habían tomado el camino equivocado. Mark Gardener, por su parte, cada vez más interesado en la electrónica bailable, intentó incorporar este elemento en el sonido de Ride, a lo que Andy Bell respondió con un rotundo “NO”. La tensión entre ambos, ya notoria al haberse repartido las labores compositivas en el disco anterior, terminó por destruir a la banda durante la grabación de Tarantula (Creation, 1996). Escrito en su mayoría por Bell, solo incluyó una canción de Gardener, a quien su compañero aprovechó de sacarle los trapitos al sol en “Castle on the hill”, donde criticaba su aislamiento mientras se lamentaba de la situación general. Finalmente, el guitarrita de cabello largo renunció mientras el nuevo disco era mezclado, y en marzo de 1996, poco después del lanzamiento, se anunció públicamente la separación. Algunos recordarán que el álbum incluía en su portada –un homenaje al single “(White man” in Hammersmith Palais” de The Clash)- una pegatina con la frase “The ride is over”. Más claro, echarle agua.

Pese a que el single “Black nite crash” llegó a ser single de la semana en el desaparecido semanario “Melody Maker”, la crítica se dividió entre quienes reaccionaron sin piedad y quienes, como la revista “Rolling Stone” rescataron su búsqueda de un sonido más crudo. El último puñado de sal en la herida llegó de manos de su propio sello, Creation Records, que, a solo una semana de estrenado el disco, ordenó eliminarlo de su catálogo, sin ningún empacho.

Tras el quiebre, Andy Bell no perdió el tiempo y formó Hurricane #1, proyecto que gozó de una relativa buena salud durante los últimos años del britpop, hasta que fue finiquitado sin vuelta cuando su fundador se unió a Oasis como bajista, mientras fijaba residencia en Estocolmo (Suecia). Steve Queralt se mantuvo al margen de toda actividad musical, mientras que Gardener y Colbert formaron los efímeros The Animalhouse, quienes lograron éxito en Japón hasta que cerraron el boliche en 2002. Mark Gardener iniciaría a continuación una discreta carrera solista que produjo un puñado de singles y EPs como Falling out to the night (Truck, 2003, a medias con Goldrush), The story of the eye (Sonic Cathedral Recordings, 2006) o The places we go (Soleil après minuit, 2012, con el ex-Cocteau Twins Robin Guthrie) y álbumes como el autoeditado y acústico Live @ The Knitting Factory, de 2003, además de dar rienda suelta a su pasión por la electrónica trabajando con los franceses Rinôçérôse.

Cosas de la vida, en 2001 los cuatro ex –compañeros accedieron a ser filmados por Channel 4 para Pioneers, un documental sobre Sonic Youth. Además de dar sus testimonios por separado, volvieron a verse las caras por primera vez en un mismo lugar, donde cogieron sus instrumentos para grabar una sesión improvisada de 30 minutos, que sería editada junto a otras grabaciones como el mini álbum de edición limitada Coming up for air, lanzado en 2002. El interés generado por esta pieza gatilló el lanzamiento de un CD triple formado por el recopilatorio OX4: The Best of Ride, la colección de inéditos Firing blanks (Unreleased Ride recordings 1988-95) y el directo Live_Reading Festival 1992, luego disponibles también por separado. Al año siguiente saldría Waves: Radio 1 Sessions 90-94, una colección de canciones grabadas en sesiones para la BBC.

Como dice el cliché, el tiempo todo lo cura, y luego de esa improvisada reunión de 2001, la posibilidad de rearmar la banda fue creciendo a través de los años, hasta que a fines de 2014, misteriosos lienzos negros con el nombre de la banda en letras blancas aparecieron en varias ciudades de Europa. Cuando los fans ya no podían controlar su ansiedad, en noviembre del mismo 2014 se anunció la participación de Ride en festivales como Primavera Sound y Coachella. Aprovechando el impulso, también giraron por Estados Unidos durante 2015 con DIIV como teloneros.

Y como acá no se trata solo de exprimir la nostalgia, en febrero de 2017 se estrenó “Charm assault”, su primera canción nueva en 21 años, seguida en cosa de horas por “Home is a feeling”, adelantos de Weather diaries (Wichita, 2017) un más que digno regreso –continuado en el volumen de remezclas Waking Up in Another Town: Weather Diaries Remixed (Wichita, 2018)- que se siente más bien como el paso siguiente luego de Going blank again, casi como si Carnival of light y Tarantula no hubiesen existido. Novedades hay varias, como letras más contingentes –en varias canciones hay referencias al Brexit- y una actualización del sonido que los hizo grandes con la incorporación -¡Oh, sorpresa!- de secuencias programadas en la inaugural “Lannoy point”, o voces procesadas en “All I want”, dando forma a una obra bastante redonda, y que finalmente los traerá a nuestro país el próximo 30 de abril junto a los muy recomendables Wild Nothing. Una oportunidad de lujo para experimentar de primera mano a una de las bandas fundadoras –involuntariamente, y muy a su pesar- del shoegaze, junto con una banda de nueva generación que ha sabido conducir su legado por nuevos senderos. A por sus entradas.

Aniversario Club Fauna presenta:
Ride & Wild Nothing en vivo

Post show con Bob Moses (Club Set), Ross From Friends y Matías Aguayo.
Martes 30 de abril
Teatro Teletón
Evento en Facebook

Valores:
Preventa I: $25.000 / Preventa II: $30.000 / General: $35.000