Con The Radio Dept. inauguramos 5fav, la sección donde seleccionaremos las que creemos son las mejores cinco canciones de nuestras bandas favoritas. Cierto, novedad no hay mucha, pero en un mundo donde pareciera haber una absurda obligación en parecer siempre como algo nuevo y lo más “original” posible, nuestra apuesta es atornillar al revés. Es una apuesta por la discrecionalidad, el pastiche y el micro-análisis.

Partimos con nuestros chicos mimados de Lund, The Radio Dept.

Escrito en colaboración por Gabriel Pinto, José Luis Báez y Claudio Ruiz.

Es casi un lugar común decir que Suecia ha sido una tierra fértil para elementos que se han transformado en símbolos de la cultura popular de la última parte de siglo. Los automóviles Volvo, los celulares Ericsson y los muebles hágalo-usted-mismo de Ikea son no sólo sobrevivientes de una industria sino que en algunos casos se han transformado en modelos a seguir tal como el pop suave de Abba sigue trayéndole réditos a músicos revisionistas del pop suave e inofensivo alrededor del mundo.

The Radio Dept., nuestros primeros invitados a 5fav, parecen seguir, de alguna manera, un patrón. El patrón de esas bandas que pareciera que te cantaran a ti, haciéndote notar la nobleza de la derrota o la extraña belleza de la soledad.

Si hiciéramos una encuesta entre los integrantes de este colectivo donde preguntáramos por las bandas que felices tendríamos si contáramos con todo el dinero del mundo para tocar en nuestro cumpleaños, lo más probable es que The Radio Dept. aparezca entre la terna ganadora. Ajenos a las etiquetas con las que el periodismo especializado insiste en clasificarlos -dream-pop, shoegaze, lofi pop o syrup pop (?)-, la carrera de The Radio Dept. ha avanzado sigilosamente para convertirse en esas bandas pequeñas de las que te transformas fácilmente en incondicional.

“The worst taste in music”

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Entra el primer acorde y se te paran los pelos. El primer single del segundo disco de The Radio Dept. es un flashback inmediato a los ’90: pareciera que Elizabeth Fraser y compañía tomaran posesión del conjunto sueco, quienes se despachan una emocionante canción sobre los celos, la desconfianza y la vida en pareja. En un día de lluvia, los tres minutos de sintetizadores envolventes que se escuchan en “The worst taste in music”, son la mejor banda sonora.

“I don’t need love, i’ve got my band”

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“No necesito amor, tengo mi banda”. Los suecos parecen justificar de esta manera la creación de The Radio Dept.: una vía de escape a sus problemas amorosos, a sus inquietudes sentimentales e incluso les sirve de pretexto para esas aventuras de una sola noche. Una canción de espíritu adolescente que se suma la enorme lista de canciones sobre el poder curativo de la música. Ya lo decían sus coterráneos Abba algunos años antes: “Gracias a las canciones, a las canciones que canto, gracias por la alegría que me atraen”.

“Pet grief”

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Da lo mismo que no se entienda muy bien de qué va la letra, si es una promesa de amor o una propuesta para pasar la pena por la pérdida. Pero la canción que titula el probablemente disco más irregular de los suecos es de esas canciones para bailar solo, en silencio, después de un mal momento. De esas raras canciones perfectas para bailar con pena.

“Strange things will happen”

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“Hoy fue un bonito día, sin decepciones, expectativas ni destino…”, “no puedes tocarme porque ya estoy mucho más allá que tú”. A veces la falsa superioridad moral y la apatía son los mejores estados cuando las cosas han salido mal, y con los que puedes mandar todo bien lejos sin remordimientos ni culpa. El envoltorio pequeño (tecladitos al borde de la baja fidelidad, una simple base de batería y una guitarra acústica) es lo que mejor se da en canciones con letras tan directas y universales como en “Strange things will happen”.

“Domestic scene / Heaven’s on fire”

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Dos canciones que funcionan como una. “Domestic scene” se instala permanentemente en tu cabeza con su pulsante bajo, su inmensa aura melancólica y su trasfondo anti-conservador. Una transición muy sutil pero ad-hoc se da con “Heaven’s on fire”, y la frase de Thurston Moore -salida del documental 1991: The year punk broke– incitando a liberar a la cultura joven del yugo capitalista. Así como con la mayoría de las canciones de la banda, las inocentes melodías, dulces sonidos y la falsa fachada veraniega de esta intensa canción, contrastan perfectamente con las letras mordaces y políticamente desafiantes de los suecos.