iTunes Match fue el one more thing de un demacrado Steve Jobs con el que ayer hizo vibrar no solo los fanboys más recalcitrantes sino, de pasada, también a los que a estas alturas también pensamos que ya es tiempo de dejar atrás el estándar de los discos duros, medios de almacenamiento propios del siglo pasado.

La idea es sencilla: iTunes a las nubes. Previo pago de 25 dólares anuales dentro de las próximas semanas será posible conectar tu librería de MP3 al catálogo de iTunes y así poder acceder a ella desde cualquier dispositivo Apple conectado a internet, con copias sin DRM ripeadas a 256kbps. A diferencia del servicio que presentó Google hace algunas semanas, o el de Amazon, el proceso de escaneo de tu librería dura minutos, no semanas.

Dado que es sólo un anuncio, y que todavía no es posible probar el servicio, surgen más dudas que certezas. ¿Podrá reconocer el servicio esos MP3 de dudosa procedencia que has recogido por allí? ¿Podrá la policía del copyright tener acceso a tu librería para efectos de asegurarse de que lo que allí circule haya sido conseguido de manera legal? ¿Y si conseguimos los MP3 de otro servicio de compra de música como Bazuca o Amazon? ¿Podremos acceder a la librería en streaming?.

Adicional a las preguntas, que sólo tendrán respuesta el próximo mes, dos ideas. UNO. La idea del acceso desde la nube tiene sentido siempre que nuestros prestadores de internet entreguen un servicio adecuado para el siglo XXI. Apple hoy acaba de mover la frontera un poco más allá, pero las telefónicas del sur del mundo sólo ofrecen planes para una realidad algo cavernícola. Si el plan de banda ancha móvil luego de 600 megas se transforma en EDGE, no parece ser tan buen negocio. Para los usuarios, claro. DOS. No deja de ser escalofriante esto de dejar tantas cosas en manos de una sola compañía. El servicio de almacenamiento en la nube, además de MP3 incluye documentos, correo electrónico, contactos y SMS. Todo almacenado en una granja de Newark, bajo sujeción a las leyes federales norteamericanas y del estado de California. Bueno, quizás esto de pensar en jurisdicción y privacidad también es más propio del siglo pasado que del siglo de la nube.