Juana Molina se presentó por partida doble en nuestro país en el marco de Red Bull Music Academy Sessions. En la primera fecha también brilló la colombiana Ela Minus. Aquí van algunos apuntes de la primera jornada.

Las fotos son de Gary Go.

Juana Molina volvió a Santiago y por partida doble: sábado 12 y domingo 13 de agosto en el escenario del Teatro San Ginés. En la jornada del día sábado, la colombiana con alma de neoyorquina Ela Minus fue la encargada de abrir el show, que pese al frío no impidió que el público prácticamente copara el lugar.

“Bright music for dark times”. Esa es la leyenda que adorna el set con las numerosas máquinas que utiliza la productora y cantante Ela Minus (Gabriela Jimeno) para desarrollar su música, que tal como nos contó anteriormente, tiene el propósito de iluminar a través de diversos artilugios electrónicos que incitan al baile, un baile pequeñito, según ella misma ha indicado.

Vestida completamente de blanco, la bogotana hizo un repaso por su breve (y concisa) discografía, mientras que la mayoría del público, que quizá acababa de conocerla, lentamente fue prestando atención a canciones como “Juan Sant” y otras donde además de manejar con soltura sus sintetizadores y pads, se atreve con letras en inglés o español. Un par de bloques le bastaron a Jimeno para ganarse a la audiencia, que celebró especialmente temas como “Ceremony”, muestra de su dominio casi total en los pads, además de tomar el micrófono y pasearse por el escenario solo con su natural encanto.

Lo de Juana Molina fue algo que se esperaba perfecto y concluyó con algunas dudas debido a lamentables problemas de sonido. Acompañada en vivo por Diego López en batería y Odín Schwartz en guitarra, efectos y más, la argentina llegó a nuestro país a defender las canciones de su más reciente y aclamado álbum Halo, que esta semana la llevará a presentarse en Japón y próximamente en Canadá y Estados Unidos.

El carisma supremo de Molina supo imponerse a fuerza de grandes canciones como “Paraguaya”, que gracias a sus ritmos hipnóticos entusiasmó muy temprano a los asistentes, que en su mayoría se pusieron de pie para disfrutar con leves movimientos cada una de las proezas del trío. El púbico se mantendría de pie y expectante durante la mayor parte del show, interrumpido a ratos por errores técnicos en la guitarra y efectos de Schwartz.

La argentina supo sacar partido de la situación, con bromas sobre los cables e incluso recibiendo consejos de los asistentes, que celebraron cada detalle. El temple de tracks como “Sin guía no” o “Lo decidí yo”, junto a las destrezas en la percusión de López, permitieron que lo de Molina no perdiera el nervio y profundidad, para más tarde dar paso al pulso electrónico de Valesuchi, encargada de la fiesta post show.